Confiscación y propiedad
Aquí entre nosotros hay algunos partidos que son franquicia y representantes o portavoces de la visión marxista de la vida y de la sociedad.
El comunismo marxista es una confiscación no sólo de la libertad (como el primer bien que posee el hombre) sino también de los otros bienes que son extensiones y condiciones materiales y visibles de la misma libertad. Cuando en 1989 se produjo la reunifación de Alemania, entonces el mundo occidental y libre, se dio cuenta de cómo era la economía estatal en los países comunistas, soviéticos o satélites. Todos los medios de producción estaban a nombre del Estado, o sea, del gobierno, o sea, del partido único comunista. Caído el “muro de Berlín” e iniciada una cierta economía social de mercado libre, hubo que introducir el principio de propiedad privada pues en aquellos países que perimetraba el comunismo, todos los ciudadanos eran trabajadores, obreros o empleados del Estado comunista que pagaba un sueldo por el “alquiler” de la producción arrendada. Pero los dirigentes de aquel Estado propietario vivían muy bien en las comilonas de Potsdam en los alrededores verdes y boscosos de Berlín y en sus palacios.
Aquí entre nosotros hay algunos partidos que son franquicia y representantes o portavoces de la visión marxista de la vida y de la sociedad. Para ellos, la propiedad privada no tendría que existir y todo debería ser economía estatal. El Estado, el titular del poder, convenientemente asaltado por el partido, gestionaría toda la producción de riqueza, de bienestar y de Producto Interior Bruto de la comunidad, de los ciudadanos.
¿Para qué hablar de anticapitalismo si son ellos los más capitalistas? Galapagar no esta amortizado. Sigue la hipoteca. Algunos ciudadanos entre nosotros creen que la izquierda marxista es necesaria para que ladren y su discurso sirva para meter miedo en el cerebro y en las cuentas de los ricos a fin de que no abusen de su riqueza. Para que, como un mastín a las órdenes del pastor, dirija al rebaño de la producción, de la ambición y del pago de impuestos al Estado que, una vez asaltado el poder por ellos, harán con los impuestos lo que quieran para enriquecerse ellos, enseñándoseles pero no dándoseles a los pobres, demostrando así que son capaces de instaurar una economía del equilibrio. Son asaltantes, atracadores y saqueadores del Estado al que confiscan y expropian.
Muchos no se fían de la derecha sin la izquierda ni de la izquierda sin derecha. Ambas son necesarias para ellos. Una vigila a la otra. A parte de esta labor de vigilancia o de guardacostas, hay que tener en cuenta que son dos concepciones opuestas del hombre y de la vida, de las aspiraciones y tendencias, de la estancia del hombre en la tierra y de la trascendencia. No se elije sólo al modelo económico sino al modelo de hombre y de sociedad. Por eso toda decisión está fuertemente ideologizada. Aunque nos quieran hacer creer que se ha roto el bipartidismo, no es así. Las dos concepciones del mundo, de la libertad y de la vida siguen adelante. O marxismo y comunismo o humanismo y capitalismo. Muchos han llegado a la conclusión de que se necesitan mutuamente. Pero eso es un engaño. La liberad no necesita de la esclavitud como contraste. Para ver a una no hay que apagara la luz de la otra.