Víctor Barrio

22/08/2016 - 18:24 Francisco Vaquerizo

Me sumo al dolor de la familia y al mundo del toro. Y no me resisto a recoger unas palabras del Juli a  Belenguer: “Me da pena de las familias que tengan a sus hijos en tus manos.

 

Vuelvo al mundo de los toros pero no para polemizar si toros sí o toros no. Va contra mis principios entablar pláticas que no llevan a ninguna parte. En casos así, dijo Séneca, “el sabio evitará esfuerzos inútiles”.No obstante, metido en este oficio, me siento obligado a mostrar mi total desacuerdo con algunas opiniones que se han hecho ante la muerte de Víctor Barrio. Porque, a mi entender y al de una mayoría, se han sobrepasado todos los límites.
    En esta lamentable historia, hay dos testimonios que destacan por su maldad y su vileza. El del rapero Pablo Hásel, amigo de Iglesias y Monedero.
- que no deja de ser un dato – y el del autoproclamado “maestro”, Vicent Belenguer. Lo de Hásel es brutal pero lo de Belenguer se sale de todos los calificativos. Dice el primero que “si todas las corridas de toros acabaran como la de Víctor Barrio, más de uno íbamos a verlas”.
    Y dice el segundo: “Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa lo conocerían a la hora de la siesta) yo que soy un ciudadano muy “educado” hasta el punto de ser maestro me alegro mucho de su muerte…. Hoy es un día alegre para la humanidad. Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan…”.  Perdón por reproducir parte del testimonio, y con la puntuación que me llega. Creo que mis lectores deben conocer entre qué gentes viven. Para sentir vergüenza ajena y para enfrentarse a ciertos seres humanos que han dejado lo de humanos y se han quedado sólo en seres. Con razón dice un amigo mío que algunos animalistas deberían tomar medidas para no acabar convirtiéndose en animales.
    Me considero un lector veterano, con muchas páginas de vuelo y no recuerdo haber leído nunca frases que destilen tanta bajeza moral. Ni tanta perfidia. Ni tanto asco. Ignoro si las autoridades pondrán coto a esta miseria. Puede que sí y es probable que no. En cualquier caso, me uno a las voces que se han levantado contra estos energúmenos. Me sumo al dolor de la familia y al mundo del toro. Y no me resisto a recoger unas palabras del Juli al “maestro” Belenguer: “Me da pena de las familias que tengan a sus hijos en tus manos”. (Y miedo, mucho miedo, añadiría yo).
    No termino mi comentario sin traer a cuento las opiniones de dos grandes periodistas.“Jamás pensé que la oposición a una fiesta pudiera caer tan baja en su brutalidad”, ha escrito Fernando Ónega. Y Carlos Herrera, desmelenándose con la fuerza que le caracteriza, se ha despachado: “La muerte de Víctor Barrio ha servido para que sepamos que existe la basura, el escombro, la chusma, los miserables, las ratas de alcantarilla…”
    Yo me pregunto, con E.Hemingway, por quién doblan las campanas y no estoy seguro de saber la respuesta. Desde luego, no sólo por Víctor. De eso sí estoy seguro.