Agentes medioambientales impidieron que 900 kilos de níscalos llegaran al mercado de forma ilegal
Te contamos cómo ha sido la temporada y la forma de operar de ciertos recolectores que hacen un uso fraudulentos de nuestros recursos naturales. REPORTAJE AUDIOVISUAL: RAFAEL MARTÍN
La recogida y venta ilegal de níscalos es una práctica habitual en los montes de la Sierra Norte de Guadalajara en esta época del año. Día sí y día también los coches se hacinan en las entradas de los caminos y arcenes de las carreteras junto a los pinares de los términos de Tamajón, Puebla de Valles, Puebla de Beleña, Valdesotos, La Mierla y Campillo de Ranas. Cesta y navaja en mano, se adentran en el monte en busca de la seta naranja entre las púas de los pinos.
Los fines de semana proliferan las escapadas familiares y de amigos para hacer un uso recreativo del monte, y llegar a casa con la cesta llena para una buena mesa pero, a veces, ese uso recreativo que marca la Orden de Setas de 2016 y que permite hasta cinco kilos por persona y día, además de la metodología, se viola con un fin lucrativo.
Esta norma es la que faculta a los agentes de la autoridad, conforme a lo establecido en la Ley de Montes, para realizar la supervisión y vigilancia de la actividad y proceder, en su caso, al decomiso de los productos ilegalmente obtenidos así como de los medios no autorizados para la recolección. Además, vigilan también la posible existencia de puntos de venta ilegales de estos productos micológicos.
Suele ocurrir entre semana, cuando se adentran en los pinares grupos organizados que llegan a la provincia ex profeso para hacerse con el mayor número de kilos que muchas veces ya tienen comprador a la salida del monte. Por esta razón es tan importante la labor de vigilancia y control que llevan a cabo los agentes medioambientales. La última temporada de níscalos se extendió desde principios de noviembre a mediados de diciembre y los agentes medioambientales de las demarcaciones de Humanes y Cogolludo realizaron cuatro operativos especiales conjuntos en los montes públicos del entorno. En total, se decomisaron más de 900 kilos de níscalos ilegalmente obtenidos.
Además, se interpusieron 31 denuncias por circulación de vehículos a motor por pistas forestales no autorizadas. “No hubo ninguna incidencia con los recolectores a la hora de formular las denuncias y proceder al decomiso de los níscalos”, apuntan.
Hay que destacar que en los primeros veinte días de noviembre decomisaron casi 800 kilos recogidos de forma ilegal y levantaron acta de una veintena de faltas administrativas por uso abusivo del monte, además de tránsito por caminos no autorizados.
Son horas las que se pasan en el pinar, a veces, acampan en él, dejan enseres personales y basura que luego hay que retirar una vez acaba la campaña del níscalo. “La gente no sabe que la basura del monte nos cuesta un dinero a todos los ciudadanos porque el Gobierno regional tiene que contratar una empresa para limpiarlo. Nosotros vamos recogiendo lo que vemos pero no es suficiente”, nos cuentan señalando cucharas, latas, botellas, hasta calzado …
Nueva Alcarria se unió a los agentes de Humanes y Cogolludo en uno de los operativos especiales llevados a cabo en los términos de La Mierla y Tamajón. Un miércoles, nos unimos al turno de tarde, formado por cinco agentes con información sensible sobre varios vehículos sospechosos que llevaban desde el alba en diferentes puntos del pinar. “Los compañeros de la mañana nos han pasado fotografías de los vehículos, que ya han sido denunciados en otras ocasiones, vamos a ir al cortafuegos a colocar el control para intentarlo cuando salgan”. José María Valero, coordinador del grupo de agentes de la zona, marcaba la ruta en el puesto de Humanes antes de salir hacia el monte en tres vehículos.
Una vez allí y montado el control, a más de un kilómetro del arcén de la carretera, acompañamos a David Serrano, uno de los agentes, en la inspección de los caminos para identificar a los vehículos sospechosos y, efectivamente, vimos cómo seguían en sus posiciones.
Sorteamos balsas de agua con el todoterreno, baches y zonas abruptas, que también han tenido que pasar los recolectores ilegales con sus turismos, furgonetas y utilitarios, la mayor parte de las veces. “Suelen venir al alba, traen cajas y las vas repartiendo por el monte, marcan puntos de reunión para el almuerzo y la recogida de la carga. Quedan a una hora para irse y muchas veces, repartir la carga con otros vehículos. Hay veces que si logran salir del monte les están esperando vehículos refrigerados para comprarles la mercancía”, relataba el agente. Y pudimos comprobar cómo algunos de ellos acaban de dejar mercancía y vuelven con cajas de madera que sujetaban con cuerdas. Según la información que manejaban, llegaban compradores hasta del Levante. Los recolectores, muchos de nacionalidades de Europa del Este, pero también españoles, se hospedan en localidades limítrofes y se pasan semanas de campaña, a veces duermen incluso en los vehículos y en el propio monte, y van entregando las mercancía a diario. “Vemos en las furgonetas ropa y comida enlatada para varios días”, explica, “por lo que vienen de temporeros”.
¡Alto, abra el maletero!
Cuando empezaba a caer la tarde, poco después de las 16.30 horas, los agentes se colocan en el control a esperar la salida de los vehículos, mientras van recibiendo instrucciones del compañero que seguía peinando el monte asegurándose de que las barreras de los caminos están cerradas y que la única salida sea la que pasa por el control.
A las 16.52 llegaba el primero de los vehículos, con tres ocupantes. Los agentes piden al conductor que se baje y abra el maletero. Deberían de llevar, como máximo, 15 kilos, llevan 50. Su destino, Aranda de Duero. “Usted sabe que no se puede llevar esta cantidad, ya le ha pasado más veces”, le advirtieron. Tras levantar acta de la infracción por uso abusivo, también le denunciaron por circular por caminos no autorizados y siguen su marcha con los 15 kilos permitidos. Mientras, llegaban otros dos vehículos más, uno con los kilos permitidos para los ocupantes que lleva y otro que la sobrepasaba.
Otro vehículo más pasaba por el control con la carga permitida, pero los agentes sospechan que han podido esconder más en el monte y que volverían a por ella. En el maletero había una decena de cajas más vacías, ¿iría a repartirse la carga con otro vehículo?
Poco después de las 17.00 horas llegaba una de las furgonetas identificadas, con cuatro ocupantes y una carga de 108 kilos de níscalos, con destino a Albacete. Necesitaban el dinero del comprador para echar gasolina y poder regresar.
Cuando el pinar ensombrece, se levanta el dispositivo, casi 200 kilos decomisados y una decena de denuncias administrativas por uso abusivo del monte y circulación no autorizada por caminos. Tras la intervención se abrió un expediente sancionador a las personas que portaban la carga de níscalos, que previsiblemente concluirá con una sanción que puede oscilar entre 100 y 1.000 euros. “En temporada alta es la tónica dominante, ahora, el frío y el hielo ha hecho que venga mucha menos gente, para algunos, con el mes de diciembre finaliza la temporada de trabajo, aunque sea ilegal, según nos han comentado. Depende de cómo venga el tiempo se retomará o no”, explicaban los agentes.
Gracias a la labor de vigilancia de estos agentes, que también colaboran con la Guardia Civil en el cumplimiento de la normativa de setas, se puede dar ‘caza’ a una práctica ilegal y lucrativa que tiene graves consecuencias medioambientales y puede llegar a ser perjudicial para la salud si esos níscalos llegan en mal estado o están contaminados, “llevan la carga en lugares inapropiados, donde duermen, comen entre materiales … No pasan ningún control sanitario, la gente que los coge no tiene ninguna certificación de manipulador de alimentos … “, señala David Serrano, que quiere también señalar el ‘blanqueamiento del níscalo’ como una práctica muy habitual. Según ha podido observar, esos cargamentos que logran salir del monte, “porque es tanta la extensión de monte que tenemos que no se puede controlar todo a la vez y con el personal que tenemos”, hacen el intercambio con un intermediario y los colocan en cajas con número de registro y perfectamente identificadas bajo una marca agroalimentaria. Es así como buscan salir como mercancía legal, “sin pensar en más consecuencias que evitar una denuncia”, subrayan.
Lo que sucede es que la Guardia Civil tiene controlado todo lo que sale del monte y la lonja de Cogolludo. En la villa ducal, donde está regulada de forma independiente la recogida de setas, para lo cual hay que solicitar un permiso al Ayuntamiento, hay dispuesto un lugar para la venta del níscalo, la lonja. Allí se expide una hoja de registro de venta que los agentes de la autoridad pueden comprobar con lo que intercepten en los controles de carretera y poder denunciar la infracción.
Fue hace quince años cuando se puso de ‘moda’ la recogida de níscalos y su práctica ilegal por grupos organizados, no hay normativa alguna que lo regulara hasta que Emiliano García-Page llegó al gobierno regional y se aprobó la Ley, en 2016.
Desde entonces, los agentes medioambientales y la Guardia Civil trabajan para evitarlo. La conservación medioambiental está por encima de cualquier acción lucrativa. Sí está garantizada la práctica recreativa, que también tiene un impacto económico en la zona, ya que favorece el consumo de los visitantes en los establecimientos hosteleros y hoteleros, comercios y por qué no, una nueva visita para disfrutar de estos rincones de la Sierra Norte, con una arquitectura peculiar y un entorno natural que todos debemos cuidar.
La mercancía decomisada, al punto limpio
Mucha gente se pregunta qué destino tomarán los níscalos decomisados, y uno es el punto limpio de Humanes. “Es un producto perecedero y que no tiene ningún tipo de trazabilidad, no podemos donarlo ni a comedores sociales ni a residencias, a nadie, no podemos correr el riesgo de intoxicaciones o alergias. Una lástima pero es la realidad”, explica José María Valero. Esta es la situación que se repite durante la temporada de setas, toneladas de alimentos que se van a deshechos al no contar con las mínimas garantías para el consumo humano porque han sido recolectados de forma ilegal y con un propósito lucrativo, muy lejos al uso recreativo que permite la Ley, en este caso, castellano-manchega.
2016, un antes y un después para un mejor aprovechamiento
Esta práctica abusiva supone un riesgo para nuestro medio ambiente. Los recursos naturales no son ilimitados y depende del uso que les demos así será su futuro. Precisamente, la Orden de 2016 lo que regula es una recolección ordenada, responsable en los montes de Castilla-La Mancha. Además de limitar la recolección de setas a 5 kilos por persona y día, establece una serie de buenas prácticas para la actividad micológica, tales como la obligatoriedad del uso de recipientes para el traslado de las setas por el monte que permitan su aireación y la caída al exterior de las esporas o la prohibición de portar y utilizar herramientas para remover el suelo. Son los agentes medioambientales los que son garantes de que se haga un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.