Agricultura e industria

01/09/2019 - 11:38 Luis Monje Ciruelo

Recuerdo que no hace más de un lustro, trece ayuntamientos, en su mayoría de  Vega del Henares, acordaron con la Junta de Comunidades, para impulsar el Mapa de Suelo Industrial de Guadalajara.

Sale uno  ahora a  disfrutar de la belleza serena y decadente de la Naturaleza con los campos sin la policromía floral que ribazos y cipoteros ofrecen al llegar la primavera, y nos volvemos a encontrar con el secarral que un verano excepcionalmente caliginoso nos ha dejado por herencia y que ojalá sea premonitorio de un otoño de lluvias y tormentas que devuelvan a montes, campos y florestas la húmeda frescura otoñal que los caracteriza. Aun así, aseguran los expertos que, sin lluvias  en agosto y septiembre, ya pueden despedirse los aficionados a   los frutos “nullius” de las cosechas que recolectan otros años en provecho propio de setas, níscalos, boletos y demás frutos espontáneos de nuestros; bosques que en más de un caso proporcionan apreciables ingresos a los que hacen agio de esa  afición ¿Quiere esto decir que, además del natural enfrentamiento de la Agricultura con la Industria cuando disputan por los mismos terrenos, la agricultura va a chocar también con el comercio? Recuerdo a este efecto, que no hace más de un lustro, trece ayuntamientos,  en su mayoría de  Vega del Henares, acordaron con la Junta de Comunidades, para impulsar el Mapa de Suelo Industrial de Guadalajara, desprenderse de más de cinco millones de metros cuadrados de terreno agrícola  para ofrecerlos como suelo industrial.  ¿Fue eso una traición al campo, siendo, como son casi todos de floreciente agricultura? En todo caso sería una traición casi tradicional que viene de largo pues casi todos esos ayuntamientos hace tiempo que cedieron terrenos para instalar fábricas, por lo que a esos cinco millones habría que sumar otro, ocupado por industriasya en funcionamiento. Este avance de la industria a costa del campo es en todo caso, un fenómeno que comenzó en el siglo XVII en el Reino Unido y que fue aceptado como bueno por los agricultores porque no ha dejado de crecer desde entonces en Europa y Estados Unidos, a pesar de los conflicto laborales que en principio promovió. No hay más que observar lo que ha ocurrido en nuestra provincia a partir de la emigración del campesinado a  la ciudad: ha mejorado el nivel de vida de los que emigraron y han mejorado también los pueblos, cuyo aspecto urbano en nada recuerda el que tenían en los años setenta. Y el Producto Nacional Bruto  experimentó un gran crecimiento. Ahí está el ejemplo de Azuqueca y su entorno: Hace unos cincuenta años eran poco más que aldea y hoy tienen ínfulas de ciudad.