“Cariño, coge las maletas que nos vamos a Ucrania”

13/03/2022 - 11:08 FCV

Francisco Ruiz es muy conocido en Azuqueca por su respaldo activo a las causas solidarias que van surgiendo, desde la ayuda a los afectados por la pandemia, hasta el apoyo a los ucranianos víctimas de la guerra.

A Paco, Francisco Ruiz Berdión, 64 años y natural de Madrid –hijo de emigrantes- no le gusta decirlo, pero la verdad que le conoce medio pueblo. Su forma de pensar y actuar no admite medias tintas, puede caer bien o mal, pero nunca deja a nadie indiferente.

Este ex banquero, lleva 18 años viviendo en Azuqueca y, desde entonces, es muy conocido por su carácter altruista y solidario, primero en Protección Civil y, posteriormente, en  Ropero Solidario. “Hace días me fui al supermercado con Damián, el dueño de una inmobiliaria que colabora con la recogida de ayuda humanitaria, y compré varias bolsas para enviarlas a los ucranianos, porque yo no espero a que me busquen las ONG, yo voy”, se reafirma. “Pero el ser humano –se lamenta- es egoísta: la gente está aquí con sus tapas y raciones de gambitas, y está esperando la Semana Santa para irse a Benidorm, las cosas como son”, se lamenta, “aunque aún hay mucha solidaridad, porque España siempre ha sido un país de acogida”.

Llama la atención que su carácter solidario y su equilibrio de ideas, a caballo ente el cristianismo y el budismo, con firmes convicciones cristianas que marcan las bases de la Orden del Temple, organización en la que milita, y gran interés por todo lo que rodea a la doctrina filosófica de origen hindú. “Yo pertenezco a la Hermandad Soberana de Damas y Caballeros del Temple y con mi corazón de templario tengo que ayudar a esta gente;  el Temple de España está ayudando y todas las hermandades lo están haciendo, cada uno como puede. Recogen mantas, alimentos, medicinas, etc.

 Entre sus primeros pasos, con 26 años, destaca su estancia en la India, donde ayudó en los campos de refugiados de Nueva Delhi y colaboró con el gobierno tibetano exiliado, en el norte,  distribuyendo medicamentos y filtros de agua potable y pagando clases de inglés a los niños.  En República Dominicana, con una voluntaria, y la ayuda del cónsul de Puerto Rico, organizó la logística de un orfanato para niños con Sida, facilitando dos contenedores de ordenadores, juguetes y libros, entre otros muchos enseres.

Llega a Azuqueca y se suma a Protección Civil, donde destaca, por su relevancia, su labor repartiendo mascarillas, cuando no había al comienzo de la pandemia, hace ahora un año, a costa de la propia, en estado muy precario porque no había otra; o llevando alimentos y medicinas a las personas mayores que estaban totalmente encerradas en sus casas para evitar el contagio. “Fue una etapa muy dura; allí descubrimos lo que es el compañerismo ante la falta de recursos”, ilustra.

 De sol a sol, con la pick up de la Agrupación Local, atento a lo que podía suceder, en apoyo a los sanitarios. Comenta que cuando llegaba a su casa se tenía que desinfectar “de los pies a la cabeza” y cambiarse la ropa para evitar la transmisión del virus.

Colaboró un tiempo con Ropero Solidario de Azuqueca. “A mí me gusta estar en los sitios durante un tiempo, dar el cien por cien y, cuando llego a la conclusión de que hay que pasar página, la paso”, asevera. “Aquí hay familias que no tienen absolutamente nada, traje aquí desde Cataluña a una mujer y su hijo que se quedaron absolutamente sin nada como consecuencia de un divorcio, la encontré un trabajo y les di una nueva vida”

Más allá de iniciativas coordinadas, él, cuando le llega la necesidad de ayudar, coge el petate, y se remanga: “Me inquieta cuando veo una necesidad concreta y no se hace nada o se retarda la solución”, apunta. Cuando vi lo de Ucrania dijo a su pareja: “Cariño, coge la maleta que nos vamos, estuve a punto de irme, pero hay circunstancias personales que hacen que me quede, soy así”.  Y es que su carácter impulsivo y solidario hace que cada vez que ve una situación que requiere apoyo humanitario, sea muy difícil que mantenga el culo en su asiento.

Mañana hay un vecino que se coge una furgoneta de siete plazas… (le provoco) Y responde: “Ole, con un par, yo voy”.