Castillos en venta

03/02/2020 - 22:34 LUIS MONJE CIRUELO / PERIODISTA

Artículo publicado en Nueva Alcarria en Mayo de 1975

 

 

 

 

 

Comprar un castillo ha estado hasta ahora al alcance de cualquier mediana economía. Más de uno ha salido a subasta en nuestra provincia en sólo mil pesetas. Luego, es cierto que las pujas elevaron el precio, como sucedió, por ejemplo, con el de Alcolea de las Peñas,  llegó desde las mil pesetas iniciales a 146.000.

Pero eso fue en la primera subasta de castillos, en febrero de 1972, a la que concurrieron más licitadores que a ninguna, y, además, porque en este caso los casi inexistentes restos del castillo conllevaban la propiedad de la famosa roca en que desde tiempo inmemorial hay perforadas varias estancias.

De todas formas, la novedad de una subasta de castillos atrajo entonces a curiosos e interesados en gran número. Quizá también porque los precios fijados por el Patrimonio del Estado resultaban sorprendentemente bajos. Continuaron al mismo nivel, o inferior aún, en los años siguientes, con la única excepción del castillo y murallas de Palazuelos, que salieron a subasta, si no recuerdo mal, en unas 200.000 pesetas, y fueron adjudicados en cerca de 300.000. Salvo ése, ninguno otro rebasó inicialmente las cien mil pesetas.

Por eso me asombra ahora que hayan sido tasados los castillos de Guijosa, Pelegrina y Torresaviñán en cantidades que, sin duda, retraerán a los compradores. Pagar por el primero un millón cien mil pesetas –si no se eleva el precio en la subasta- parece excesivo, aunque sea el que mejor ha resistido el paso del tiempo, tal vez por encontrarse en el mismo pueblo, en terreno llano, y no en la cumbre de una colina como los otros dos. También me parece demasiado alta la cotización inicial del castillo de Pelegrina, que sale en 350.000, y la del de Torresaviñán, tasado en 250.000. Ambos son puras ruinas sin posibilidades de utilización sin una reconstrucción a fondo.

¿Es que los castillos se revalorizan? ¿O esta elevación de precios es meramente accidental?. Al margen de ello, y sin que nadie me lo haya pedido, me permito expresar mi opinión sobre los castillos que serán subastados el próximo día nueve. El de Guijosa es, en realidad, una casa-fuerte o casa-palacio, como dice Layna Serrano; el de Torresaviñán, uno de los más antiguos de la provincia, es un castillo montano, y el de Pelegrina puede ser clasificado entre los castillos roqueros por alzarse sobre una cima que, vista desde el pueblo, parece un altozano, pero contemplada desde el valle resulta un cerro de agrias laderas y muy penosa ascensión, Si tuviera dinero para reconstruirlo, compraría, sin dudarlo, el de Pelegrina, que parece un nido de águilas sobre el ameno valle de frondosa arboleda por un lado, y de espléndida vega, llana como la palma de mano, por el otro.

Pienso que la adjudicación de un castillo a un particular por el Patrimonio del Estado, debería llevar aparejada la obligación de efectuar obras de restauración. Aun sin este compromiso son varios los propietarios que así lo hacen en esta provincia. El de Galve de Sorbe, que se vendió en 1.400.000 pesetas –el más caro hasta ahora- lo está reconstruyendo su propietario, Carlos Junquera de Miquel; también en el de Riba de Santiuste se aprecian ya almenas en un lienzo de sus murallas; el de Arbeteta dice que va a restaurarlo su adjudicatario, Luis Moreno de Cala; sobre el de Establés, también tiene planes su nuevo dueño, Gonzalo Dalré Mollá; el de Zafra, en término de Campillo de Dueñas, asegura el ilustre molinés, Antonio Sanz Polo, que lo compró hace apenas tres meses, que hará en él importantes inversiones.

El ejemplo de estos flamantes propietarios de castillos compromete a los nuevos adjudicatarios. Tal vez para estimularlos aún más convendría que el Patrimonio del Estado se comprometiera a reducir una parte del precio de adjudicación cuando hagan obras valoradas en una cantidad mayor que la de compra. O adjudicarles el castillo condicionando la propiedad plena a su restauración, por lo menos parcial. Cualquier medida en este sentido sería bien recibida.