Clásicos de la literatura cobran 'vida' bajo la tormenta en la capital
Con la Virgen de la Antigua en su camarín, la fiesta ya puede comenzar. Después de los actos solemnes de los días pasados, la capital vivía ayer por la tarde una de sus citas más clásicas, el desfile de carrozas. Más de 170 personas, más los voluntarios del grupo de scouts, hicieron posible que best sellers del mundo de la literatura cobraran ‘vida’ en la capital.
Desfilaron nueve comparsas, con cinco carrozas excepcionales, y bailarines profesionales, en medio de un espectáculo de luz y sonido cautivador, que se vio sorprendido por una tormenta eléctrica y algunos chaparrones leves.
Se estrenaba en un desfile en la capital un camión con pantallas led que introducía lo que vendría después. En él, se hacía especial mención a Camilo José Cela y Antonio Buero Vallejo, por la relación que tienen con nuestra provincia y la huella que han dejado en el mundo de la literatura internacional.
Detrás, una gran comparsa con los personajes de cuentos más emblemáticos de nuestra infancia hicieron las delicias de los pequeños, y también de los más mayores. Pinocho, Wally, Caperucita Rojo y el Lobo, el icónico Cervantes o el espeluznante Drácula. El ciego del Lazarillo de Tormes, un mosquetero, Hamlet o una griega de la Iliada del gran Homero, también desfilaron por la capital. Uno de los más exitosos de la época moderna también se escapó para acudir a este gran desfile, Harry Potter con su particular varita y con el uniforme de Gryffindor acaparó muchas de las miradas.
Precisamente, de esta época más moderna son los muñecos funkos, esas figuras cabezonas y con aspecto infantil que modelan siguiendo un patrón japonés sobre el personaje famoso, en este caso del clásico universal El Quijote, de Cervantes. De un tamaño exagerado los pudimos ver por Guadalajara.
Y tras estos gigantes llegó el espectáculo de las Mil y Una Noches en forma de ballet. Movimientos exquisitos al ritmo de la música que todos conocemos.
La primera carroza tardó en aparecer, y fue de la lámpara maravillosa y el archiconocido genio. Cruzado de brazos y guasón, este personaje azul brilló en su particular morada. No podía faltar una comparsa por más de una decena de personajes del clásico Aladín. Y como no hay cuento sin malos, Yafar también siguió los pasos del desfile con una gran comparsa llena de movimientos acrobáticos y personajes lanzafuegos. Fantástica la puesta en escena.
Y del terror, a la inocencia de Alicia, sí, esa del País de las Maravillas. Una gran comparsa de cartas de corazones y la carroza con los personajes principales animaron el ecuador del desfile.
La ficción de aventuras quedó representada perfectamente con una batukada pirata y la carroza de la fragata “La Hispaniola”. El clásico escrito por Robert Louis Stevenson, La Isla del Tesoro tenía que estar en este desfile de grande clásicos de la literatura universal. Y lo acompañaba un gran ballet pirata y una comparsa de acróbatas y animadores.
Siguiendo con las aventuras, eso es lo que vivieron los espectadores cuando llegó la comparsa de los Caballeros de la Mesa Redonda. Los caballos estaban articulados y se dotaban de un gran realismo. Los caballeros, lo mismo. No faltó el Rey Arturocon la espada más internacional, Excalibur, que algunos privilegiados pudieron tocar.
Dando un salto temporal, llegó la carroza de El Señor de los Anillos, otra creación excepcional de la literatura llevada a la gran pantalla que ha cautivado a millones de personas. Allí estaban algunos los personajes creados por J. R. R. Tolkien y el gran Gandalff.
El desfile lo cerró un clásico de Julio Verne, 20.000 leguas de viaje submarino. Un perfecto Nautilus y el capitán Nemo desfilaron por la capital junto a una gran comparsa de personajes de la novela, en la que sorprendieron elementos áereos del fondo del mar gigantescos que se elevaban hasta los veinte metros de altura.
A pesar de la lentitud de la comitiva, las amenazas de lluvia y esas incómodas gotas, la gente disfrutó del desfile. Emocionados miraban cada una de la escenificaciones, perfectamente reconocidas para el público más familiar, que volvía a tomar el recorrido histórico desde la calle Madrid hasta el Fuerte de San Francisco al que tuvieron que llegar apresurados por un tremendo aguacero que cayó sobre las diez de la noche, cuando el desfile bajaba por la Carrera.