Discurso político

14/10/2019 - 12:13 Jesús Fernández

Los gobernantes de la izquierda viven como capitalistas de la época, como ricos de la escala social  y predican o discursean sobre la rebelión de los pobres.

Nunca he comprendido por qué el sentido de la justicia o injusticia, igualdad o desigualdad,  está tan arraigado en la población y sin embargo no está arraigado el sentido de la coherencia frente a la incoherencia. El discurso político es habitualmente mentiroso y contradictorio. Los políticos son capaces de decir una cosa hoy y mañana la contraria. En la antigua Atenas, Sócrates luchó y dio su vida por la coherencia entre ley y conducta porque pensaba que la ley era la síntesis de la coherencia. San Agustín  ponía la esenia del hombre en su coherencia entre pensar, hablar y actuar. La adecuación entre mente, labios o  lengua y acción, entre  discurso y testimonio. El hombre es esencialmente “correcto” y la palabra derecho (recto) viene de esa raíz: dirección. La razón y el discurso siguen la misma dirección, la misma línea de continuidad. Y sin embargo, hoy son pura interrupción, pura dialéctica de contradicción.

Bajemos a lo concreto. La izquierda ha hecho de la incoherencia su estrategia, engañando a la población, prometiendo utopías irrealizables, jugando con las expectativas  del pueblo, con su capacidad de soñar paraísos en el aire o caminos en el mar. Horizontes de promesas que alimentan el sustrato revolucionario de terminar con el capitalismo y destruir  la religión. Ha elevado la esperanza a  categoría revolucionaria y no ha computado la frustración del pueblo, el despertar de la multitud que sigue soñando. La primera contradicción e incoherencia está entre su vida y discurso  contradictorio. Ellos tienen suficientes medios  para que la población no despierte, siga dormida, no haga caso de los cantos de sirena del capitalismo salvaje, productivo y explotador. Los gobernantes de la izquierda viven como capitalistas de la época, como ricos de la escala social  y predican o discursean sobre la rebelión de los pobres. Hablan sobre el hambre cuando sus estómagos están llenos de buenas viandas en mesas lujosas de los restaurantes más exquisitos. Frecuentan los círculos y los despachos de los ricos y a continuación  son capaces de presidir una asamblea del pueblo lleno de puños en alto y de reivindicaciones. Presentan un programa de ocio y de entretenimiento dirigido a la población sencilla, hablan sobre los pecados de los ricos, sobre las “plusvalías” y las ganancias pero   callan sobre sus sueldos exorbitados o sus empresas.  Una cosa es la mentalidad o el discurso profesional y otra muy distinta las condiciones de su vida privada. En la izquierda, todo lo que no es  privado es oculto con derecho a la intimidad. 

Hay otras muchas otras contradicciones en el discurso político de la izquierda europea. Por ejemplo, el pacifismo que hacen  compatible con el militarismo, con el tráfico y ventas de armas.  Sus otras armas son la mentira y el engaño de la población. El discurso feminista que tolera la utilización de las mujeres como objeto de sumisión, de consumo, de exposición, de publicidad   y de placer. El discurso educativo  hablando contra la educación   privada para consumo de sus seguidores pero llevando a sus hijos a la escuela  concertada (y desconcertada) más eficaz y elitista en orden a colocarles en el mercado laboral y en la escala social. El discurso antirreligioso y ateo pero aprovechándose de la religiosidad popular que aporte votos a sus formaciones. Alardean de sus relaciones combativas y de persecución con las confesiones religiosas pero conciertan con ellas medidas favorables  a sus intereses. En el fondo practican una religión dormida y escondida ante sus seguidores pero abierta y despierta en la intimidad  analizaba lo que hacían sus discípulos con sus ideas.