Drama en la ganadería brava de ‘El Uno’

23/01/2021 - 12:09 S. Lafuente

Más de un centenar de reses han muerto congeladas en la finca de Almoguera

El temporal de frío y nieve vivido en las últimas semanas ha causado numerosos estragos.  En el mundo de la ganadería brava se ha dejado notar y el más claro ejemplo se ha registrado en nuestra provincia. En concreto, en la finca ‘El Maquilón’, de Almoguera, en donde pasta la vacada de El Uno, famosa por su aportación de bueyes a los encierros de Pamplona. Aquí, en la finca alcarreña yacen bajo la nieve los cadáveres de más un centenar de reses como consuencia de la borrasca Filomena. 

“Ayer (por el miércoles) llevábamos unas cien reses y hoy (por ayer, jueves) hemos sacado otras seis. A medida que vamos quitando nieve, van apareciendo entre el hielo”. Son las desoladoras palabras del ganadero José María López, que afirma: “ Entre las bajas, tenemos tres cabestros, alrededor de 30 toros, otras tantas vacas y muchos becerros. Las vacas que se me han muerto, lamentablemente, no son vacas viejas, que es lo habitual cuando viene un año malo de frío, sino que son las que había dejado estos dos últimos años y que, en general, duran alrededor de 20 años”.  

Entre las pérdidas, se encuentran dos de los bueyes de la célebre parada protagonista de las carreras sanfermineras. “Se me han muerto Corredor y Tabernero, que eran dos de los mejores bueyes que tenía y habían ido a Pamplona los dos años. Corredor es hermano de Ronaldo y Tabernero era también un buey joven muy bueno que le compré a Florito. Eran de media edad, estaban bien alimentados y lo normal es que hubieran durado otros cinco años más”. José María reflexiona sobre el origen de estos destrozos: “Hay cuarenta o cincuenta centímetros de nieve, pero lo que les ha hecho mella es la ola de frío. El día de la nieve no se murió ninguno, sino que ha sido a lo largo de esta semana. Una mañana que marcaba el termómetro -22ºC me encontré cincuenta animales muertos. Ibamos encontrándolos uno tras otro. La situación que estamos viviendo los ganaderos es totalmente ruinosa y nos sentimos completamente abandonados. Hemos pasado a ser el último eslabón de la cadena”. 

 

 

El ganadero de El Uno subraya el duro trabajo que hay detrás de la ganadería: “El día de la nevada amaneció el pueblo incomunicado y me fui con el tractor a echar de comer a los animales. Me tiré hasta las ocho de la tarde porque los comederos estaban tapados de nieve y tuve que limpiarlos antes de que helara y no se pudiera quitar. He venido a la finca todos los días. La gente habla y hay mal pensados que me acusan de que los animales se han muerto de hambre. Soy consciente de que los toros no están como en un año normal que comen 8 o 10 kilos de pienso, sino que les estoy echando cuatro o cinco, pero muchos ganaderos los mantienen así y viven bien. Lo que ocurre es que como yo lidio igualmente añojos, utreros o erales, los tengo a tolba, pero igualmente se hubieran muerto por el frío”. 

El golpe moral se suma al devastador efecto de la pandemia. “Las pérdidas económicas son incalculables. Lamentablemente, para muchos a día de hoy una vaca o un becerro no tiene ningún valor, pero si echamos cuentas es mucho dinero. Se me han muerto vacas del hierro de Garcigrande que me costaron dos mil euros y toros que en valor de mercado costarían cuatro o cinco mil euros. Puede parecer que los becerros no valen nada a día de hoy, pero de aquí a dos o tres años, los voy a echar en falta cuando tenga solo la mitad de la camada”. 

El ganadero analiza el duro momento que atraviesa: “ Sigo en esto por la afición que tengo, que es desmesurada, y mi amor a la fiesta del toro. Yo me he dedicado al toro toda mi vida y me pregunto: ¿qué voy a hacer si dejo la ganadería? Mi padre compró la finca cuando yo tenía cuatro años y no he hecho otra cosa. Estudíe poco, toreé bastante y desde que lo dejé he estado siempre en la finca con mi padre”. 

 

Origen ganadero 
José María López recuerda con añoranza la figura de su padre, recientemente fallecido, el cual fue el creador de esta ganadería: “Mi padre era trabajador de la construcción y empezó a trabajar desde muy joven por las necesidades propias de la época, pero siempre tuvo una gran afición al mundo del toro. Fue novillero y venía por las capeas de Guadalajara a torear. LLegó a debutar con picadores, pero su sueño era tener una finca. Con el primer dinero que reunió alquiló una en Colmenar del Arroyo y compró cuatro toros. Empezó a hacer algunos pueblos como empresario y compró las primeras vacas a Restituto Sánchez. El problema de la finca es que tenía muy poca agua. Un día llegaron  los que nos servían la plaza en Colmenar del Arroyo, que eran de Mondéjar, y nos informaron de la venta de una finca muy próxima al río Tajo y aquí nos instalamos en Almoguera en 1992. He ido ampliando hasta las 220 hectáreas. Además de ésta, tengo otra finca en La Dehesa de Driebes, en la que tan solo se me ha muerto una vaca, y otra en Colmenar Viejo, donde tengo los bueyes, a los que han tenido que echar de comer con un helicóptero”.