El alcalde se casa con su novio 'de toda la vida' en medio de una gran expectación
01/10/2010 - 09:45
Por: DIANA PIZARRO
Campillo de Ranas
Aplausos, besos y buenos deseos cayeron sobre los novios igual que el arroz. Los escasos vecinos de Campillo de Ranas no quisieron perderse la oportunidad de desear buena suerte a su alcalde, Francisco Maroto, quien unió oficialmente su vida con su novio desde hace años, Enrique. En una ceremonia muy emotiva y con el hilo musical de un animado y colorido coro rociero, los novios se dieron el sí quiero acompañados por todos sus seres queridos y por algunas autoridades guadalajareñas, como la presidenta de la Diputación, María Antonia Pérez León.
En medio de una expectación sin precedentes en el pequeño municipio de Campillo de Ranas, su alcalde, Francisco Maroto, y su pareja desde hace 14 años, Enrique, se dieron el sí quiero en el Ayuntamiento del Municipio. Éste es mi pueblo, y quiero creer que el resto de España es así, señaló Francisco, Paco para todos, a las preguntas de medios de comunicación venidos de todas partes del país, y entre los vítores de amigos, familiares y vecinos. Ataviados con ropa informal, vaqueros con camisa blanca el primer edil y de cuadros su pareja, los novios formalizaron su relación delante de 120 invitados, entre los que destacó la presidenta de la Diputación, María Antonia Pérez León, quien pronunció unas emotivas palabras durante la ceremonia recordando la canción de Joaquín Sabina que dice Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel. La consejera de Cultura, Soledad Herrero, en un discurso más improvidsado, agradeció a los recién casados el bien que han hecho por el pueblo, mensaje en el que coincidió la teniente de alcalde, Pilar Peinado, encargada de oficial la ceremonia.
La noticia de la boda corrió como la pólvora por todos los pueblos aledaños, Campillejo, Majaelrayo... Muchos vecinos no quisieron perderse el acontecimiento, y se apostaron a la entrada de la casa consistorial, bajo un sol de justicia, para poder tirar arroz a los novios.
Camino al Rocío
La nota musical de la ceremonia corrió a cargo de un coro rociero que trasladó a invitados y curiosos al mismo camino del Rocío. Si la Salve Rociera recibió a los novios a la entrada del salón de ceremias, el Cantinero de Cuba o Obi, Oba, cada día de quiero más les felicitaron nada más salir por la puerta del Ayuntamiento. Aunque hicieron caso omiso de los gritos que pedían el beso, los novios se fotografiaron con todos y cada uno de los invitados que lo requirieron, eso sí, después de arrancarse a bailar una sevillana que ejecutaron con maestría. Ahora empieza la fiesta en este día maravilloso con la gente que más quiero, señaló Maroto.
Finalmente, y después de atender a las televisiones que requerían su presencia, los novios marcharon junto con los invitados a el restaurante Aldea Tejera Negra.
Con este vivieron felices y comieron perdices se ha rodado además el epílogo del documental Campillo, sí quiero de Andrés Rubio, que será añadido a una cinta que ha dado la vuelta al mundo y colocando muy alto el nombre de este municipio.
La noticia de la boda corrió como la pólvora por todos los pueblos aledaños, Campillejo, Majaelrayo... Muchos vecinos no quisieron perderse el acontecimiento, y se apostaron a la entrada de la casa consistorial, bajo un sol de justicia, para poder tirar arroz a los novios.
Camino al Rocío
La nota musical de la ceremonia corrió a cargo de un coro rociero que trasladó a invitados y curiosos al mismo camino del Rocío. Si la Salve Rociera recibió a los novios a la entrada del salón de ceremias, el Cantinero de Cuba o Obi, Oba, cada día de quiero más les felicitaron nada más salir por la puerta del Ayuntamiento. Aunque hicieron caso omiso de los gritos que pedían el beso, los novios se fotografiaron con todos y cada uno de los invitados que lo requirieron, eso sí, después de arrancarse a bailar una sevillana que ejecutaron con maestría. Ahora empieza la fiesta en este día maravilloso con la gente que más quiero, señaló Maroto.
Finalmente, y después de atender a las televisiones que requerían su presencia, los novios marcharon junto con los invitados a el restaurante Aldea Tejera Negra.
Con este vivieron felices y comieron perdices se ha rodado además el epílogo del documental Campillo, sí quiero de Andrés Rubio, que será añadido a una cinta que ha dado la vuelta al mundo y colocando muy alto el nombre de este municipio.