El juez sucio

16/05/2020 - 14:12 Luis Monje Ciruelo

 En este caso parece que su hediondez llegó a provocar el vómito a alguna funcionaria y otras tenían que taparse boca y nariz con un pañuelo. 

Las acusaciones de Pablo Iglesias a los jueces de dejar impunes a los ricos y poderosos en sus sentencias porque gozan de privilegios, lo que es tanto como llamarles corruptos,  al ministro Marlasca, magistrado, no le ha parecido tal, pero me ha hecho recordar una brújula de hace más de diez años El juez sucio, título un poco zafio, que no me gusta y que no es una metáfora que aluda a miseria moral tal como soborno o cohecho, que es lo primero que pensará la mayoría de lectores al tratarse de un juez. No, este juez manchego de lo Social, no de Guadalajara, parece que  realmente era un poco cochino, a juzgar por lo que han publicado los medios. Verdad es que no todo lo que dice la Prensa, va a misa, porque se leen y se oyen muchas falsedades. Pero que un juez huela mal y se ponga a mear (perdón: a efectuar la micción) en el retrete de su despacho con la puerta abierta, mientras dicta  unos considerandos a su secretaria, sobrepasa toda ficción. ¡Qué cosas tiene uno que leer!  Los jueces han sido siempre símbolos de respeto y seriedad. Con su bonete, su toga y sus puñetas, imponían respeto desde el estrado. Por eso, cuando los alumnos de 1º de Derecho soñábamos con una brillante oposición (notarios, registradores, abogados del Estado, jueces, diplomáticos, etc.) lo de juez nos lo pensábamos un poco, no sólo por la dureza de las pruebas, sino porque desde nuestra juventud nos parecían los jueces una imagen de la severidad. Y un adolescente puede ser todo menos riguroso y severo. Podría pasar un juez que no se duchase si no despidiese hedor. Pero en este caso parece que su hediondez llegó a provocar el vómito a alguna funcionaria y otras tenían que taparse boca y nariz con un pañuelo. Él decía que eso no era cierto porque “se afeita todos los días y se pone corbata en los juicios”. Luego algo puede haber de cierto puesto que no hablaba de lavarse. Por eso y por abuso de autoridad fue multado con 7.500 euros. Quiero decir con todo esto que no está la Judicatura tan sobrada de prestigio, después de algunas ya famosas sentencias, para permitirse en sus filas un juez hediondo, pestilente y fétido. Y que conste que hay otros calificativos menos comedidos y más gráficos en la línea de cochino que al principio he utilizado. En todo caso, este juez sucio  se ve que de limpio, pulcro, aseado, relamido y otros sinónimos, no tenía nada. Y, además, fue multado por abuso de autoridad y desconsideración a los funcionarios.