El Manolongo, tradición pastelera en Molina de Aragón
Molina de Aragón presenta muchas características que la hacen única y que invitan a visitarla y a disfrutarla. Pero quizá, ninguna tanto, como sus famosas patas de vaca, un delicioso dulce que encontraremos en las pastelerías de sus calles. Se trata de un bizcocho al que se añade una crema y se reboza en azúcar. Es todo lo que se puede contar sobre él, ya que su receta es el secreto mejor guardado.
Y en la pastelería El Manolongo custodian a buen recaudo la fórmula ancestral de este dulce que caracteriza a la capital del Señorío. Esta mítica empresa, situada en el centro neurálgico de Molina, el paseo de los Adarves, ha acogido a varias generaciones de pasteleros. Ahora es Francisco Hurtado Martínez, ‘Curro’, quien se encarga desde su obrador de endulzar la vida de los molineses y visitantes.
Este negocio familiar pasó de la calle de las Tiendas al paseo de los Adarves en 1987. Unos años después, en 2003, fue cuando Curro se incorporó al proyecto pastelero. Y tanto en esa primera remodelación del local, como ahora, en la más reciente, el propietario ha echado mano de los fondos Leader, gestionados por la ADR Molina de Aragón-Alto Tajo. En concreto, esta última inversión, de la que el grupo de desarrollo rural ha aportado el 45 por ciento, ha consistido en el acondicionamiento del local, mejorando la accesibilidad y buscando un avance en la mejora energética. “Con estas reformas se ha conseguido que los clientes estén más a gusto, se puede acceder sin problema en silla de ruedas y también nos va a suponer un ahorro energético”, comenta el propietario de la pastelería, que no duda en recomendar al resto del tejido empresarial la labor del grupo de desarrollo rural. Y es que según Curro estas ayudas permiten que “haya más proyectos en el pueblo, en la comarca. Se trata de que las familias elijan quedarse aquí. Se pueden pedir ayudas para muchas actividades y es importante, sobre todo en estas zonas en las que hay que intentar que la gente tenga medios para quedarse en el pueblo. Es cierto, que tiene que gustarte la vida del pueblo, una vida más tranquila que en las ciudades, pero es cuestión de gustos”.
Aunque la gran especialidad de El Manolongo son las patas de vaca, que suponen casi el 40 por ciento de las ventas, la pastelería, que también incluye cafetería aporta mucho más. Deliciosas tartas, pasteles artesanales, bizcochos... “Todo es de elaboración propia”, recalca Curro quien reconoce que ahora, en verano, el negocio aumenta de forma considerable, al atender no solo a los vecinos de Molina, sino a los visitantes que llegan desde las zonas cercanas y de diversos puntos de España que se desplazan a conocer la belleza de la comarca molinesa.
El Manolongo, casa fundada en 1890, es todo un referente en Molina de Aragón. Y Curro espera que lo siga siendo. “Tal y como estamos ahora mismo, estamos bien porque la vida del pueblo es la que es, pero ojalá se pudiesen hacer más cosas y ampliar el negocio en el futuro, eso significaría que crece la demanda y la población en la zona”. Es el mensaje de futuro que lanza el pastelero.