El número de patologías alérgicas aumenta entre la población guadalajareña

13/07/2021 - 18:26 E. Hatamoto

Los problemas de alergia cada vez son más comunes entre la población de hoy en día, algunas con más incidencia que otras, como pueden ser las de tipo alimentario o respiratorio. La última edición de la Semana Mundial de la Alergia ha girado en torno a la anafilaxia, una reacción alérgica multisistémica, de suma gravedad para quien la padece. 

¿Qué peligro pueden entrañar unas tizas, acuarelas o temperas? Para una gran mayoría de gente, tan sólo se trata de material escolar. Pero hay para quienes entraña mucho más: una posible amenaza para su salud. 

Más de uno se sorprendería al saber que en ellos es posible hallar alérgenos alimentarios como la caseína –una proteína presente en la leche de vaca que suele estar presente en las tizas-, trazas de huevo, frutos secos, gluten, o incluso, grasa de cerdo –como ocurre en algunas ceras-. El colorante rojo E-120, más conocido como carmín o extracto de cochinilla, presente tanto en la industria alimentaria como en rotuladores o pinturas de color rojo también puede ser otro de los causantes de una reacción alérgica grave.

Hace apenas un par de semanas se celebraba, a nivel internacional, la Semana Mundial de la Alergia, centrada, en esta ocasión, en la anafilaxia. En la capital, una iluminación de color azul turquesa en la fachada de la iglesia de San Ginés rendía un pequeño homenaje a todas las personas que, día tras día, se ven obligadas a convivir con una alergia alimentaria en nuestra provincia, cifra que va en aumento en los últimos años. 

La jefa de Alergología del Hospital de Guadalajara, la doctora Arantza Vega, señala que “en los años 90 se consideraba que hasta el 18 o 20% de la población padecía algún tipo de enfermadad alérgica y actualmente estamos en el 30%; cifra que sigue en aumento tanto en Guadalajara como en el resto del mundo”.

Por otro lado, la presidenta de Alerguada, Magarita Pino, alerta de que“la anafilaxia cada vez es más frecuente”, por lo que “conocerlo te hace estar alerta”. En la misma línea se manifiesta la doctora Vega, pidiendo a la ciudadanía una mayor conciencia social sobre el uso adrenalina para tratar las anafilaxias. “Todo el mundo está concienciado con los desfibriladores que, en caso de parada cardíaca saben que se deben usar. Pero la gente no lo está con una persona con una reacción alérgica grave a la que se le debe administrar adrenalina”, reclama la alergóloga.  

La anafilaxia es una reacción alérgica multisistémica, con dos o más órganos afectados y que puede, en el peor de los casos, llegar a causar la muerte. “Una anafilaxia la puede llegar a sufrir cualquier persona”, avisa Pino.

Eso mismo le pasó a Sandra Almorox, dueña de una farmacia rural en la provincia, y que conoce la problemática mejor que nadie. Almorox ha sufrido varias anafilaxias a causa de una alergia  extrema a la naranja, mandarina y melocotón inhalados, es decir, si entra en contacto con una persona que haya ingerido cualquiera de estas tres frutas corre un elevado riesgo de sufrir un shock anafiláctico. Esta problemática se le ha ido agravando con el paso de los años. “Es muy complicado. Si una persona  las come o las ha comido, yo sufro un shock anafiláctico; me ha pasado incluso trabajando” recuerda la farmacéutica. 

Entre los principales síntomas se pueden dar: hinchazón de lengua y labios, cierre de garganta, diminución de la presión arterial, aparición de urticarias, naúseas, vómitos, pudiendo llegar a un cierre de los pulmones y desembocar incluso en un paro cardíaco. Almorox recuerda su primera vez advirtiendo que “la anafilaxia no te avisa”. 

En su caso, fue durante una estancia en un hotel allá por 2010 cuando se encontró con unos jabones de mandarina en el baño, que le causaron una reacción anafiláctica. “Lo malo es que no llevaba adrenalina”, recuerda la farmaceútica, advirtiendo que eso “es lo único que frena, lo que, desgraciadamente, la llevó a acabar en el hospital.

Entre las principales medidas que Almorox ha tomado para intentar llevar una vida lo más normal posible se encuentra el uso de mascarillas mucho antes de la pandemia -en invierno dice “vivir en un Covid constante”-, evitar ir a supermercados o sitios cerrados como bares y restaurantes. Incluso ha acristalado su farmacia para evitar una posible reacción derivada del contacto con los clientes.

En esta línea, la doctora Vega invita a la población a conocer el uso de los autoinyectores de adrenalina, de fácil aplicación y rápida efectividad a la hora de tratar una anafilaxia, a través de un vídeo elaborado por el servicio de Alergología del Hospital Universitario de Guadalajara.

Por tanto, la importancia de medidas preventivas es algo fundamental, especialmente, durante el curso escolar. “Puedes tener problemas en el aula, en una excursión o en un comedor”, aclara la presidenta de Alerguada. 

“Desde que nuestros hijos nacen hemos tenido muchas dificultades con varias alergias a alimentos”, detalla Pino, añadiendo que “no todos, pero sí una gran mayoría tienen posibilidades de sufrir una anafilaxia; por lo que deben llevar la medicación de rescate”. La presidenta de Alerguada pone de manifiesto que esto “a la hora de escolarizarlos es muy difícil”. 

No obstante, gracias a la colaboración e implicación de la comunidad educativa la mayoría de colegios de Guadalajara cuenta ya con una pequeña formación sobre medidas de prevención y pautas de actuación. Desde Alerguada se deshacen en elogios hacia el profesorado de la capital. “No hay cole que no adapte las medidas y lo haga de la mejor forma posible; gracias a la formación de todos estos años y a la empatía y voluntariedad de los profesores”, asevera Pino; ya que, sin ser “conocedores” de la materia, no han dudado en aportar su granito de arena para intentar velar por la salud y bienestar de los pequeños. 

Se echa en falta “un protocolo de escolarización segura, apoyado de una ley que nos ampare”; tal y como pone de manifiesto la presidenta de Alerguada. Una materia reglada, una mayor formación sobre esta problemática, por ejemplo, en “cursos de manipulador de alimentos o en el mundo de la restauración” y la estandarización en primeros auxilios del uso de “autoinyectores de adrenalina”, son algunos de los requisitos que demandan desde la asociación. 

“Estamos para ayudar y mejorar la calidad de vida de personas que en algún momento (dentro de la etapa escolar) sufran una reacción alérgica y les sepamos informar”, declara la presidenta de Alerguada, por ejemplo, tanto a la hora de hacer unos macarrones con tomate o leer un etiquetado, algo que “para nosotros es de vital importancia”. 

Junto a las medidas preventivas, otro aspecto fundamental a tener en cuenta a la hora de garantizar un correcto desarrollo del curso escolar es “la adecuación del material escolar, es decir, que los niños no se sientan excluidos” valora Pino, “que no se utilice kiwi si hay un niño alérgico al kiwi”. 

La clave, un buen diagnóstico

Hace años era muy poco frecuente ver adultos que empezasen con alergia a alimentos, mientras que ahora “es una cosa que no nos extraña nada a los alergólogos”, reconoce la doctora Vega; incremento que queda reflejado en estudios llevados a cabo por la SEAIC (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica). “Se ha visto que la frecuencia de consultas por alergia alimentaria se ha multiplicado”, afirma la alergóloga. “Afectan hasta a un 3% de la población general y a un 8% en niños pequeños aunque las cifras pueden ser mayores”, detalla Vega. 

La alergia es un problema de nuestro sistema inmunológico que “actúa de forma equivocada, produciendo reacciones ante sustancias que no nos producen ningún daño como la leche, polen, etc.” explica la especialista en alergología. Es posible tener predisposición por la carga genética pero “también hay unas condiciones ambientales que hacen que desarrollemos más alergia”, avisa la alergóloga, y donde hay factores con especial incidencia como puede ser la contaminación. “Se ha visto que hace los pólenes más agresivos”, asegura Vega, señalando que “puede hacer que las plantas desarrollen unas proteínas para defenderse, que resultan alérgicas para nosotros”. 

La alergóloga comenta que “la mayoría de alergias tienen solución, si hablamos de que sea un trastorno de nuestro sistema inmunológico, hay que  devolverle la normalidad a ese sistema”. Hay algunas que desaparecen espontáneamente, como puede ser la alergia a la leche en los niños pequeños, que suele desparecer cuando llegan a los cinco años “en un 80% de los casos” , indica Vega. Otras resulta mucho más difícil que nos abandonen, como a los frutos secos o al marisco; incluso a venenos de avispas o abejas. Las alergias a medicamentos también pueden aparecer en circunstancias determinadas y, “en el momento en que éstas cambian, la alergia puede desaparecer”, destaca la alergóloga; algo parecido a lo que ocurre con las de tipo respiratorio (ácaros, polen,...).  Depende de cada tipo de alergia pero uno de los tratamientos más utilizados por los alergólogos es la inmunoterapia,  con las vacunas alergénicas. Lo más complicado a la hora de tratar una alergia es “hacer un buen diagnóstico que corresponda a lo que ocurra al paciente”, reconoce Vega. 

Para ello, haría falta una mayor formación sobre esta problemática, tanto en las universidades como en otros ámbitos de la vida cotidiana, como colegios, supermercados o el mundo de la restauración. Y, fundamental, suplir el “déficit de alergólogos del sistema sanitario público”, comenta la especialista; ya que “hay autonomías como las Baleares que no tienen  ni un sólo alergólogo”.

Avispas y abejas, reinas de las alergias del verano

Las picaduras de avispas o de abejas son muy comunes durante los meses del verano. Tal y como explica la alergóloga del Hospital de Guadalajara, Arantza Vega, “los insectos están activos en los meses de calor”, por lo que es cuando más posibilidades hay de sufrir uno de sus dolorosos picotazos.  “En una persona alérgica, una sola picadura, dependiendo de su nivel de alergia, puede producir síntomas graves y, lamentablemente casi todos los años hay alguna muerte por  picadura”, pone de manifiesto la especialista. No obstante, se muestra optimista ya que ésta es una patología  que tiene “buen tratamiento”. A este respecto, Vega explica que “la inmunoterapia con veneno produce una curación en un porcentaje altísimo de casos”, de forma que la persona luego puede volver a sufrir una nueva picadura sin riesgo para su salud. Según la SEAIC el porcentaje de eficacia para pacientes tratados con veneno de abeja es de un 95% y hasta de un 98 en el caso de las avispas.