El Palacio del Infante Don Juan Manuel, un destino único para relajarse

23/11/2021 - 10:57 Sara Vera Juárez

El Hotel Spa Palacio del Infante Don Juan Manuel, situado en Belmonte, Cuenca, se encuentra en lo que antaño fue la primera fortaleza de Belmonte, convertida en monasterio años más tarde. Este hotel es, actualmente, miembro de la Red de Hospederías de Castilla - La Mancha, un proyecto que tiene por objetivo dinamizar el sector turístico de la zona, impulsar el desarrollo rural y crear experiencias únicas para el viajero a través de sus alojamientos más singulares de entre tres y cinco estrellas.

 

Alojarse en un antiguo Palacio del siglo XIV es una experiencia inolvidable que no puede vivirse todos los días. El Palacio del Infante Don Juan Manuel fue la primera fortaleza de Belmonte ordenada construir por Don Juan Manuel en el año 1323 sobre una anterior edificación visigoda. Fue el lugar de nacimiento de Don Juan Pacheco, primer Marqués de Villena, quien ordenaría la construcción del actual Castillo de Belmonte. El II Marqués de Villena, Don Diego López Pacheco, lo convirtió en monasterio para lo que, en 1499, trasladó desde la Villa de la Alberca a la de Belmonte, a las Religiosas de Santa Catalina de Sena, permaneciendo en el Palacio hasta 1960.


Entre los muros de este edificio cargado de historia se encuentra ahora el hotel, regentado por Ildefonso Gómez desde el año 2019. Este Palacio cuenta con 39 confortables habitaciones, situadas alrededor de un precioso y romántico claustro central con techo descubierto y con las más actuales instalaciones. Todas las  habitaciones, espaciosas y totalmente equipadas, cuentan con todo lujo de detalles y están diseñadas para que cada estancia sea inmejorable. Los huéspedes podrán elegir el tipo de habitación que desean según sus necesidades gracias a la gran variedad de aposentos que alberga el hotel. Pueden ser: de uso individual, dobles o twins, con vistas al castillo, triples, cuádruples, junior suite, suite, superior con vistas o suite familiar. Todas ellas disponen de diversas prestaciones como aire acondicionado, caja de seguridad, conexión a wifi, secador de pelo y minibar; además, están equipadas con mobiliario moderno y un estilo cuidado.

Agua para recuperar sensaciones
La estancia queda bien completa con una relajante sesión de spa. Y es que el Palacio Infante Don Juan Manuel dispone de una sauna, diversas piscinas, chorros y una fascinante piscina exterior, ideal para combatir el calor del verano. Entre los servicios que ofrecen en esta ubicación destacan: la piscina relax con una temperatura de 33 grados con chorros jet subacuáticos para relajar y tonificar el cuerpo; una cascada para cervicales; una pileta tonificante con agua a 10 grados de temperatura; duchas de contraste para estimular la circulación de la sangre; baño turco con vapor de agua con una humedad del 98% y una temperatura de 45 grados; una sauna finlandesa con calor seco; y una zona de relax. El conjunto del spa está ambientado con una luz de cromoterapia para lograr un ambiente cargado de paz y tranquilidad.

Reuniones y fiestas
Las instalaciones del hotel están adaptadas para la celebración de fiestas, reuniones de empresa y otras convenciones. Con una superficie de 625 metros cuadrados y en el corazón del hotel, se sitúa el Claustro. De origen renacentista y cubierto por una moderna cúpula, se convierte en el principal espacio para celebraciones y eventos de gran capacidad. Existe la posibilidad de complementar la superficie de montaje con la planta primera del claustro con otros 500 metros útiles. La sala `Deambulatorio´, de 50 metros cuadrados atesora una arquitectura singular. Este espacio de singular arquitectura, está preparado específicamente para reuniones. Y, por último, se encuentra el Salón Medieval, con una superficie de 200 metros cuadrados y construido sobre una antigua iglesia. A pesar de haber sido rehabilitados, estos lugares siguen conservando la esencia y la inspiración de la arquitectura e historia originarias con restos visibles de los siglos XVII y XVIII.


La historia, la tradición y la cultura del lugar se funden con la modernidad, la calidad y la comodidad del hotel, un remanso de tranquilidad donde se puede disfrutar de una estancia inolvidable.

Gastronomía deliciosa

Este lujoso hotel de cuatro estrellas integra un restaurante, denominado Los Alarifes. Allí, el equipo de cocina pone en valor la comida tradicional castellano manchega, centrándose en los platos de caza mayor, una de las especialidades de la casa. Y exquisitos también son otros de sus platos tales como la ensalada de perdiz roja escabechada, el morteruelo conquense, la sopa de ajo morado de las Pedroñeras, el paté casero de corzo con trufa negra o la caldereta de cordero lechal, entre otros. Sin duda, el restaurante Los Alarifes contiene una carta con la mejor materia prima de la región y, por supuesto, con los mejores vinos para completar la experiencia culinaria de quienes allí se acercan.


Sus desayunos, otro manjar. Despertarse con el dulce olor a café recién hecho y saborear las tostadas con un chorrito de aceite de oliva es un gran placer que nadie debería perderse. 

El encanto turístico de la zona

El Palacio del Infante don Juan Manuel es perfecto para sumergirse en los encantos de Belmonte y su entorno. En el pueblo destacan el castillo de Belmonte, la colegiata de San Bartolomé, el museo Casa Bellomonte y el molino El Puntal. Para quienes prefieran la naturaleza y el deporte, hay también disponibles actividades de senderismo, excursiones en bicicleta y rutas en quad.
En los alrededores sobresalen los municipios de Mota del Cuervo, El Toboso, Campo de Criptana o Argamasilla de Alba; todos ellos descritos en la famosa novela El Quijote’ del escritor Miguel de Cervantes. 


Castilla-La Mancha es una de las principales zonas viticultoras del mundo. Varias bodegas de la zona ofrecen visitas guiadas con cata comentada, ideal para los amantes del enoturismo. Cerca del municipio de Belmonte está la Bodega Mont Reaga, una bodega relativamente joven que en poco tiempo ya se ha hecho hueco por la calidad de sus caldos; o la Finca Antigua, de reconocido prestigio nacional.


Y Cuenca es parada obligada, sin duda. Reconocida por la UNESCO como Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad el 1 de junio de 1999, merece la pena recorrer sus estrechas y empinadas calles, su casco antiguo, reconocer sus recoletos rincones, apagar la sed en sus fuentes, compartir la mágica atmósfera de sus plazas con la amabilidad de sus gentes y, como no, contemplar las casas colgadas sobresaliendo en la alta cornisa rocosa de la hoz del río Huécar.