El Papa dice en Lourdes que Cristo no es médico
01/10/2010 - 09:45
La respuesta de Benedicto XVI, papa erudito y académico, a las filas de fieles que en Lourdes llenan garrafas de diez litros en busca de curaciones milagrosas fue este lunes muy explícita: Cristo no es médico. Ratzinger se esforzó en colocar el fenómeno del santuario en un plano de espiritualidad, no terapéutico y, por tanto, lejos del significado extendido en la devoción popular.
No es poco para decirlo un lugar que recibe seis millones de visitantes al año, 80.000 enfermos, donde la Iglesia ingresa 20 millones de euros anuales y que tiene el riesgo de rayar con el mercadeo supersticioso. En 150 años, la Iglesia reconoce 67 curaciones inexplicables. No era fácil para el Papa poner las cosas en su sitio ante los miles de enfermos postrados en camillas y sillas de ruedas que fueron a escucharle en su última misa en Lourdes, antes de regresar a Roma. Ya el día anterior, en la misa del 150 aniversario de las apariciones que, según la Iglesia, tuvieron lugar en este pueblo pirenaico, el pontífice eludió el asunto de los milagros. Este lunes, en la eucaristía dedicada expresamente a los enfermos, Benedicto XVI abordó la cuestión con toda la delicadeza y compasión que fue capaz, hablando del dolor y cómo sobrellevarlo. Pero sin recetas mágicas: Cristo no es médico al estilo de mundo. Para curarnos, no permanece fuera del sufrimiento, lo alivia viniendo a habitar en quien está afectado por la enfermedad, para llevarla consigo y vivirla con el enfermo. Rompe el aislamiento que causa el dolor.
No obstante, desde este punto de vista el Papa hizo su lectura de Lourdes, con esos saltos que suele hacer entre la lógica más racional y las verdades de fe que para él son evidentes, sin necesidad de demostración. Por ejemplo, habló de la presencia especial que la fe católica confiere a la Virgen, sin restarle el punto de inocencia de la tradición. Explicó que buscar la sonrisa de María no es sentimentalismo devoto o desfasado, sino la expresión justa de la relación viva y profundamente humana que une a los creyentes con la Virgen. Desear contemplar su sonrisa no es dejarse llevar por una imaginación descontrolada, concedió. En ese sentido, reformuló el significado de los célebres baños en las piscinas de Lourdes, no como lotería del milagro, sino como un modo de experimentar la dulce maternidad de la Virgen. Al margen de las licencias para abordar la figura de la Virgen, todo el resto de su homilía se basó simplemente en la utilidad de la fe para sobrellevar el dolor o darle un sentido.
No obstante, desde este punto de vista el Papa hizo su lectura de Lourdes, con esos saltos que suele hacer entre la lógica más racional y las verdades de fe que para él son evidentes, sin necesidad de demostración. Por ejemplo, habló de la presencia especial que la fe católica confiere a la Virgen, sin restarle el punto de inocencia de la tradición. Explicó que buscar la sonrisa de María no es sentimentalismo devoto o desfasado, sino la expresión justa de la relación viva y profundamente humana que une a los creyentes con la Virgen. Desear contemplar su sonrisa no es dejarse llevar por una imaginación descontrolada, concedió. En ese sentido, reformuló el significado de los célebres baños en las piscinas de Lourdes, no como lotería del milagro, sino como un modo de experimentar la dulce maternidad de la Virgen. Al margen de las licencias para abordar la figura de la Virgen, todo el resto de su homilía se basó simplemente en la utilidad de la fe para sobrellevar el dolor o darle un sentido.