El sacerdote Sandro Antonio Nava aparece en el aeropuerto Adolfo Suárez

16/12/2016 - 12:58 Redacción/M.Martínez

El Obispado se hace ahora cargo de su acogida. Villarejo de Medina se quedó el día 8 de diciembre sin misa por la ausencia de su sacerdote. Pasada una hora de espera sin que cogiera el móvil y sin saber nada de él, decidieron sacar a la Virgen en procesión. 

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara pone en conocimiento de los medios la aparición del religioso venezolano Rosminiano Sandro Antonio Nava, dado por desaparecido el pasado jueves días 8 de diciembre. La Guardia Civil ha comunicado al obispado su aparición en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, en un vuelo procedente de Túnez.

El obispado se hace cargo ahora de su acogida y agradece tanto a su familia como al Instituto de la Caridad su preocupación en estos días, así como a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado su colaboración y trabajo eficaz.

El religioso, de 42 años, faltó a su cita con varias parroquias el día de la Inmaculada, a la hora concertada con la feligresía, extrañando a los fieles su ausencia. Desde entonces no se ha vuelto a tener noticia de su paradero.

La familia, la congregación religiosa a la que pertenece y el obispado de Sigüenza-Guadalajara habían denunciado su desaparición

Sandro Antonio Nava trabaja actualmente en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara como capellán de la residencia de ancianos La Alameda de Sigüenza y colaborador de las UDAP de Riosalido y Buenafuente del Sistal.

Una misa sin sacerdote

La misa en Villarejo estaba prevista para las 12.00 horas del día 8, pero tras cerca de una hora esperando la llegada del cura y ante la falta de respuesta a sus llamadas, los vecinos, congregados en torno a la ermita de la Inmaculada, que se abre solo para esta ocasión, decidieron sacar la imagen de la Virgen en procesión, como se suele hacer en fecha tan señalada. Así, después de realizar una lectura y rezar unas oraciones en honor a la virgen, las andas fueron subastadas según la tradición y, acompañada por la música de los dulzaineros, dio comienzo la procesión. Durante todo el recorrido, el sonido de las campanas de la iglesia, volteadas por los “mozos” del pueblo en un alarde de fuerza y destreza, inundó la soleada mañana con un esperado y familiar estruendo.
Este característico sonido de las campanas en un giro constante de 360 grados se escucha solo en este día de la patrona, poniendo la nota característica a una fiesta ancestral.
Los vecinos de la localidad quedaron gravemente consternados por la situación, ya que son muchos los que vuelven a la localidad con motivo de la fiesta patronal. A pesar de la lógica preocupación,  siguieron adelante con los festejos previstos. Este año, además, hubo otras ausencias que lamentar, caso de las familias en las que recientemente ha fallecido alguno de sus miembros.