“El toro de Brihuega no fue matado ni a golpes, ni con coches, la ejecución la realizó el Mayoral”
Inma Sanz, la hija de uno de los heridos por el astado que se escapó el sábado de la Plaza de la Muralla -que ya se encuentra en su casa sano y salvo- destaca la solidaridad de todo un pueblo para evitar males mayores.
Ángel Sanz, de 73 años de edad, ya está en su casa sano y salvo, con su hija Inma, después de que el toro que se escapó el sábado por la noche del coso briocense La Muralla le asestara sendas cornadas en el gemelo y la espinilla. Ángel acababa de bajar del vehículo en el que iba, un Patrol, cuando se encontró al toro. Intentó subirse al capó y le dio un puntazo en el gemelo. Posteriormente se metió debajo del vehículo y en el intento, cuando ya estaba casi debajo por completo, le asestó otro en la espinilla. El Patrol recibió varios golpes y sufrió reventón en la rueda derecha. “Lo cogieron en volandas entre al menos seis vecinos, aún a riesgo de su vida, de que volviera el toro, y le trasladaron al coche de la Guardia Civil que le bajó a la UVI móvil”, señala Inma. “Cuando te tiembla todo y no puedes hacer nada no sabes cómo actuar, solo piensas en lo que te puede suceder a ti y al resto de vecinos que pasean o toman algo en una terraza disfrutando del apacible verano que se vive en el pueblo”, añade.
Su hija Inma vivió la situación de primera mano, asegura que la otra persona corneada pasaba en esos momentos con sus nietos. Acababan de salir de la plaza y recibió la embestida. De momento sigue en observación en el hospital.
Inma no fue a la final de recortadores y quiere dejar claro que no forma parte de ningún actor implicado en el lamentable suceso. Pese a ello, considera: “El toro no fue ni matado a golpes, ni maltratado por coches o personas, fue correctamente ejecutado por el mayoral con el arma reglamentaria”. Asegura que “si el astado no hubiera recibido el empujón del coche se habría muy probablemente desviado a un callejón a la izquierda que llevaba directamente a la carretera y hubiera sido dramático” y relata: “una vez que recibió el empujón, el astado avanzó unos metros hasta que se le pudo reducir y acabar con su vida de la forma que recoge el reglamento taurino”.
Muestra su desagrado por todo lo que se está vertiendo en redes sociales y medios de comunicación.”Cualquiera, sea animalista o no, entiende que cuando ves que hay un riesgo en la vida de alguien, niños, abuelos o vecinos en general, se crea una situación de pánico y haces lo que sea para que no ocurra nada, fue una cuestión de supervivencia”, concluye Inma.