En la otra Alcarria

10/08/2018 - 13:56 José Serrano Belinchón

Priego cierra con su espectacular Estrecho las puertas de la Serranía de Cuenca y se abre a la Alcarria como una explosión de luz.

 Al otro lado del pantano de Buendía, con una superficie considerable que llega casi hasta la ciudad de Cuenca, la tierra es similar a la nuestra, continuación geográfica la una de la otra, donde el general interés de la Alcarria no desmerece en absoluto de lo que tenemos a este lado del río. Buendía, Ercávica, Castejón, La Ventosa, Alcantud, Cañaveras, Gascueña, Valdeolivas, y otros más, son nombres que para las gentes de Guadalajara deberían sonar como a algo propio. Estamos hablando de la Alcarria Conquense, segunda en importancia de la Alcarria total.

            Priego cierra con su espectacular Estrecho las puertas de la Serranía de Cuenca y se abre a la Alcarria como una explosión de luz. Priego es la Villa de los Condes, la de los famosos alfareros, la de los artesanos del mimbre, la de los conventos de Santa María del Rosal y de San Miguel de las victorias, tan ligados ambos a la España de los Austrias.

      En Huete rezuman añosos señoríos las centenarias piedras de sus palacios, las juntas de sillería de sus antiguos conventos. En el de la Merced estuvo durante varios siglos el más bello de los Cristos del Greco, ahora en el Museo de Arte religioso de  la capital. El Cristo de Huete es a la vez un conjunto monumental, un complejo de edificios con portada lateral al gusto plateresco, sencillamente grandioso; fue levantada hacia el año 1570 y se atribuye a Berruguete y a Juan de Valdelvira.

Buendía lo tenemos como a cuatro pasos de nosotros. No se pierde el tiempo al recorrer las calles y la plaza monumental de Buendía; contemplar la solemne estampa de su Plaza Mayor, las modélicas columnatas y las complicadas nervaduras renacentistas de su iglesia, bien merece una visita.

Ercávica, al otro lado del pantano, en el término municipal de Cañaveruelas, fue una importante ciudad de la Hispania romana, y cabecera de diócesis en tiempos de Recaredo. Hoy son campos desolados, sometidos a una lenta y parsimoniosa excavación, en lo que los nativos conocen como El Castro. En Ercávica se acuñaron monedas durante el imperio de Augusto, Tiberio y Calígula. De entre sus tierras se extrajo el bellísimo busto de Lucio Cesar niño, para mi uso la estrella del Museo Arqueológico de Cuenca.

  Y Ahora, el impresionante mosaico de Noheda, el mejor en tamaño y en arte de cuantos se conocen del imperio de los Césares; importante centro de interés de ahora en delante de las tierras de la Alcarria Total, que la Civilización Romana engrandeció y dio vida.