Europa hoy y ayer

13/04/2020 - 11:39 Jesús Fernández

Dos amores hicieron dos  ciudades, dos europas, la de ayer y la de hoy. Esto es lo que H. Arendt llamaba  “individualismo burgués”.

Se está recurriendo con frecuencia  a la comparación de la Europa de hoy con la Europa de ayer, sobre todo con la Europa después de la II Guerra Mundial en cuanto a economía y política se refiere. Sigamos comparando. Se observa una dialéctica y una  contradicción. Mientras que unos dicen, nada volverá a ser igual, de esta saldremos cambiados otros anuncian que las actuales Residencias de Mayores son los nuevos campos de exterminio. Aquello  que los portavoces del comunismo y del humanismo cristiano no mencionan  es su decepción y su falta de experiencia con las necesidades del pueblo de nuestra época. Me refiero a que todos los valores de la persona y los  parámetros de la convivencia se habían roto y destruido de  la mano de unos gobiernos  socialdemócratas  que salivaba el poder en toda Europa. Las viejas verdades fueron sustituidas por proposiciones elevadas a principios y se las señalaba como verdades absurdas. Había que hacer otras llaves del futuro.

No hagamos de este desajuste una penitencia social europea. Nadie tiene  que perdonar  sus culpas. La vulgaridad y el egoísmo de la vida social se han unido ahora a la vanalidad  y vulnerabilidad de todo el sistema tradicional y conciencia construido y disfrutado en los años de la llamada guerra fría que no fue más que una lucha  caliente por el poder olvidando al hombre, origen y centro de todo poder. La vulgaridad va acompañada del desprecio a la dignidad y valores de todo lo que hace crecer y respetar al hombre. Nuevos estilos de vida creíamos que eran la salvación de tanta pobreza y vulgaridad.

Si el pasado no hay que repetirlo, el futuro tampoco debe ser inventado. Tentación de una política ingenua. Lo malo es cuando la lucha  de clases se convierte en odio al Estado. No aceptamos presiones de nadie, dicen los comunistas cuando llegan al poder y odian desde el Estado  a la sociedad con todas sus fuerzas que son muchas.¿Antes odiaban desde las calles y plazas? Hasta que llegaron al poder. Creció el populismo que era distinto al pueblo hasta convertirse en el subgrupo de la clase burguesa y se ha apropiado de las masas, o sea, de la gente que no analiza o  divide la sociedad  en clases. Llegaron al poder levantando la bandera de la revolución sin clase y se les ha congelado el brazo de tanto levantarse y llamar a la revolución. Ya no hay masas y, si las hay, éstas no quieren tener líderes políticos que no creen en ellas y que viven  como burgueses utilizándolas a ellas.

Dos amores hicieron dos  ciudades, dos europas, la de ayer y la de hoy. Esto es lo que H. Arendt llamaba  “individualismo burgués” compuesto por la hostilidad del Estado, la desintegración de  las clases sociales y la superficialidad de la política aplicada. Ese es el origen del totalitarismo en Europa. En ese sentido no hemos cambiado nada y Europa es hoy igual que ayer.