Feliz Navidad 2021
Los cristianos somos invitados a exteriorizar esta alegría, especialmente durante el tiempo de Navidad.
El apóstol Pablo invitaba insistentemente a los miembros de sus comunidades a permanecer alegres en el Señor, incluso en los momentos de dificultad y persecución. Los cristianos somos invitados a exteriorizar esta alegría, especialmente durante el tiempo de Navidad pues, con el nacimiento de Jesucristo, tiene lugar una nueva y definitiva presencia de Dios en medio de su pueblo. Esta presencia será motivo de esperanza para los hombres y mujeres de todos los tiempos.
En el Niño nacido en Belén, acostado en el pesebre, se revela el infinito amor de Dios a cada ser humano y se nos recuerda que en Él está nuestra salvación. En Jesús, que se hace hombre para poner su tienda entre nosotros, además de experimentar su amor y su acogida, descubrimos que somos únicos y valiosos a los ojos del Creador. Por eso, el nacimiento de Jesucristo nos ayuda a tomar conciencia de la gran dignidad de cada persona y del valor de toda vida humana.
Al nacer en la pobreza de Belén, Jesús quiere hacerse compañero de camino de cada ser humano para recordarnos que nadie es extranjero y que hemos de cuidar con esmero la casa común, convirtiéndola en una casa acogedora para todos. Esto quiere decir que hemos de acoger a cada ser humano como alguien que nos pertenece para expresarle con gestos de desprendimiento y solidaridad nuestra cercanía y cariño, teniendo especialmente presentes a los hermanos más necesitados, a los de cerca y a los de lejos.
De nuestros gestos y manifestaciones de amor a los más pobres, en los que el Niño nacido en Belén quiere hacerse especialmente presente, dependerá en gran medida el que ellos descubran que Dios les quiere, les ama y cuida de ellos. Lo que hagamos o dejemos de hacer a nuestros semejantes, especialmente a quienes ven pisoteada su dignidad o son excluidos de la convivencia social, se lo hacemos al mismo Jesús.
Para asumir estas responsabilidades con los más necesitados del mundo, en las celebraciones litúrgicas de la Navidad, los cristianos, además de hacer memoria agradecida del nacimiento de Jesús, actualizamos sacramentalmente este misterio de amor, mediante la acción del Espíritu Santo. De este modo, Dios se hace cercano e íntimo a nosotros para hablarnos a través de su Palabra, para ofrecernos su salvación y para alimentarnos en el camino hacia la casa del Padre con el pan de los ángeles.
Si alguien tiene que estar alegre y feliz durante los días de Navidad, somos los cristianos. En nuestro corazón y en nuestro rostro, hemos de reflejar la auténtica alegría que nace en lo más profundo del corazón y que se manifiesta en el respeto y en el amor a cada persona. Desde Belén, nos llega la luz del nuevo día, el día de nuestra salvación. Esta tiene que ser la causa profunda de nuestra alegría, una alegría que os deseo de corazón a todos los diocesanos durante el tiempo de Navidad y en el nuevo año.
Con mi sincero afecto, feliz Navidad.