Happy Robot: la historia de éxito de unos emprendedores de Guadalajara en EEUU

12/05/2025 - 11:46 D.Pizarro

Esta startup fundada al otro lado del charco, ha revolucionado el sector logístico al implementar la IA a las conversaciones telefónicas.

Para cambiar las cosas hay que dar un paso adelante. Quizás te dejas algo por el camino: amistades, cercanía de la familia, un buen puesto de trabajo. Pero, si sale bien, esa decisión puede cambiarte la vida. La tuya y la de miles, millones de personas más. Esto, que se puede aplicar a múltiples aspectos, desde la política al mundo empresarial, es el recorrido de dos hermanos guadalajareños, desde su tierra natal hasta la soleada California. Allí, en San Francisco, epicentro de las startups tecnológicas, es donde Javier y Pablo Palafox y Luis Paarup, muy vinculado a Guadalajara, han fundado su Happy Robot, una empresa dedicada a aplicar la inteligencia artificial en el sector de la logística. Con Pablo y Luis como expertos en IA e ingeniería con experiencia en robótica y coches autónomos, la compañía surgió tras desarrollar un avanzado chatbot de voz. Javier, previamente, había sido testigo de la ineficiencia y la alta dependencia de comunicaciones manuales en la logística, en su etapa como director financiero en Estados Unidos de Deóleo, gran empresa de distribución para marcas tan conocidas como Hojiblanca o Carbonell.  Ahí es cuando identificó una oportunidad para automatizar y optimizar procesos clave. “Por más que haya habido en los últimos 20 años un esfuerzo por digitalizar este proceso, el último recurso siempre acaba siendo el correo o el teléfono”, lamenta Javier Palafox. 

Inicialmente enfocados en la automatización de llamadas entre operadores logísticos y transportistas, Happy Robot ha evolucionado para ofrecer soluciones de voz artificial que facilitan la comunicación, el seguimiento y la gestión de la cadena de suministro, con el objetivo de mejorar la eficiencia, reducir costes y aumentar la calidad del servicio en un sector tradicionalmente poco digitalizado en sus comunicaciones diarias. Javier nos explica esa imagen de manera clara y sencilla. “Es muy importante que los camioneros lleguen a tiempo al centro de distribución para la entrega de mercancías; de lo contrario, te ponen una multa por entregar tarde y esa multa luego la asume el distribuidor de turno. El problema es que en ese momento no sabes qué está pasando; la tecnología ha fallado”. Entonces, la única solución es llamar al transportista. “Estamos hablando de millones de conductores, de cientos de miles de operadores logísticos con los que se subcontratan estas operaciones, los llamados freight brokers, a los que hay que llamar y rogar”. Y éste es un sólo ejemplo de los muchos escollos que Happy Robot intenta evitar a sus clientes, que rondan ya los 70, principalmente empresas estadounidenses y alguna española, como Job&Talent. Ello, a través de la tecnología de esta joven compañía, evita la subcontratación a gran escala de la gestión de esas comunicaciones telefónicas. Normalmente se trata de call centers en países con menores costes laborales como Colombia, Filipinas o India, donde emplean a miles de personas cuyo trabajo principal consiste en realizar y contestar llamadas de los transportistas, especialmente en situaciones donde la tecnología de seguimiento falla o se requiere una comunicación directa para resolver incidencias o coordinar recogidas y entregas. Es consciente Javier Palafox del “dilema moral” que supone la automatización de este tipo de tareas. “Esos trabajos van a ir desapareciendo, es cierto, pero siempre he creído que son una especie de esclavitud en el siglo XXI”. Se refiere a los bajos sueldos y la escasa cualificación, además de la continua rotación o la falta de dominio del idioma. En el horizonte está, apunta, que esa tecnología mejore la productividad “a nivel mundial”, lo que redundaría en “mejores trabajos” para esa parte de la población.

Lo que está claro es que la idea de Happy Robot, pionera en el mundo logístico, ha encontrado un mercado que ansiaba soluciones rápidas y económicas. Ese exitoso desarrollo de la idea fue resultado de la suma de las habilidades y experiencia de los tres fundadores: “Pablo, el CEO, es ese punto medio entre la ingeniería, la implementación al cliente y la explicación técnica”. Luis, como Chief Technology Officer, se centra en el desarrollo tecnológico “robusto” de la plataforma. Por último, el propio Javier, Chief Operating Officer, está enfocado en la maquinaria interna, financiera y comercial de la empresa. Y la cuarta pata es el capital humano de la empresa, conformado por una treintena de jóvenes ingenieros formados en “universidades top” del país americano. 

Y una vez identificada la oportunidad y desarrollada la tecnología, ¿qué ventajas ofrece Happy Robot? Ahorro de tiempo y dinero y una nueva aplicación de la IA. Con entusiasmo, Javier Palafox asegura que no se puede distinguir si quién habla a través de su programa es una persona o una IA.  “Nuestra plataforma da servicio a cientos de miles de llamadas, muchas veces concurrentes. Y para eso contamos con un sistema muy robusto de generación de voz artificial con un LLM (Large Language Model)”. Todo esto se conecta a sistemas de datos para que ese sistema obtenga la información necesaria y lo procese. “Y como un buen asistente nos dice si la carga aún no ha sido entregada con una generación de voz que sintetiza voz en cualquier idioma. Y eso sucede muy rápido, en milisegundos, en el teléfono. No sabes si estás hablando con una persona o con un robot”. Todo esto, aclara, es legal en Estados Unidos, que es donde operan.

Precisamente ese fue el motivo por el que Happy Robot se fundó al otro lado del charco. “En Europa siempre son mucho más cautelosos con las regulaciones al respecto, por lo que hay que tener más cuidado con este tipo de tecnologías”. De ahí que se lanzaran al mercado americano sin pensárselo dos veces. “Por suerte o por desgracia, aquí se mueve todo mucho más rápido”. Y qué decir de la inversión, pues que es “como la noche y el día” en comparación con España o incluso Europa tomada en su conjunto. “Por lo general, en Europa el inversor quiere aportar muy poco, llevarse mucho trozo de la empresa y pedir demasiadas explicaciones. En Estados Unidos, por el contrario, cuando invierten en los estados iniciales no les importa en absoluto el proyecto. Lo que quieren es que haya un grupo de dos o tres chavales que vayan a dejarse la vida y que sean capaces de dar forma a lo que sea que están trabajando”. A esto hay que sumar una visión del mundo “completamente distinta”, con mayor dinero para invertir en el país americano. “Ahorran cientos de miles de dólares a lo largo de 10 años de carrera y les da por invertir. Luego están las grandes fortunas, el capital riesgo...”. Y si quieres que inviertan en tu startup, tiene que estar constituida allí, “no por patriotismo, sino porque, si te has constituido en Delaware, conocen perfectamente la regulación, los temas legales que puedan poner en riesgo la inversión. Lo único que importa es si la empresa va a ser viable o no y si los founders lo hacen bien o no”, insiste Palafox.

Y así es como el talento, la audacia y, también, la suerte, consigue generar un impacto. “Algún día pudiera ser que diéramos servicio a un hospital o a otras infraestructuras; no es nuestra idea, pero este producto se puede aplicar a cualquier industria. A largo plazo saldrán soluciones específicas para otros sectores y alguien se centrará, por ejemplo, en hospitales. Pero Happy Robot se habrá especializado en logística y seremos expertos en eso. Bueno, ya lo somos”, concluye Javier Palafox.