'Henares al día', un espacio de libertad
Escribo en 'Henares al día' desde su primer número, publicado el 23 de marzo de 2001. Esto es fruto de una doble fidelidad: la de Ángel de Juan, fundador de este medio, hacia mí; y la mía hacia un editor que jamás me tachó una línea y que siempre cumplió con sus compromisos. Eso es mucho decir en una Guadalajara en la que tantos proyectos periodísticos, y tantos empleos, se han quedado en el camino durante los últimos años.
Ángel de Juan, que luce un apellido incrustado en la historia del periodismo alcarreño, empezó a oler a tinta cuando aún gateaba por los pasillos de 'Nueva Alcarria'. Después se familiarizó con la cámara y con las mil veredas de esta provincia tranquila y evocadora. Por avatares que ahora no vienen al caso, terminó buscando su propio camino laboral con el mismo arrojo con el que, a pesar de sus arrobas, recorre los senderos de la Sierra de Ayllón o del Alto Tajo.
Entonces, en aquella primavera de hace 23 años y coincidiendo con la Feria Apícola de Pastrana, alumbró 'Henares al día'. Primero como periódico impreso de distribución gratuita, con una amplia penetración en la capital y el Corredor del Henares; y después como digital volcado no solo en la información, sino en los reportajes y en las crónicas que permiten profundizar en aquello que de interés tiene esta tierra. Manu Leguineche ya advirtió de que "en lugares donde no existe una tradición periodística, donde ni se han fabricado ni vendido diarios resulta tarea difícil, si no imposible, abrirse camino. Lo que falta es el lector" ('Secretos a voces, grandezas y miserias del oficio de periodista'. Asociación de la Prensa de Guadalajara, 2005).
Refractario a la vida social de una ciudad de provincias, Ángel goza de amistades en casi todos los caladeros, aunque rechaza el compadreo y el servilismo. Ha preferido siempre ir por su cuenta. Buscar su hueco. Labrarse su propio surco. Modesto, pero auténtico. Limitado, pero radicalmente libre. De esto podemos dar fe todos aquellos que hemos pasado por su nómina de colaboradores y, de forma especial, quienes desde esta cabecera ejercimos el periodismo político en una provincia que encaja mal el periodismo, a secas.
Si, como sostenía Umbral, escribir es la manera más profunda de leer la vida, escribir de política es la manera no sé si la más profunda pero sí la más intensa y arriesgada de leer la realidad. Daba igual si el objeto del dardo fuera de una orilla o de otra, si se buscaban las cosquillas de cualquiera otra institución o colectivo, el responsable de 'Henares al día' siempre ha cubierto las espaldas de quienes firmamos. Es lo mejor que le puede pasar a un periodista. Que encuentre no solo la comprensión, sino el respaldo de quien le publica. Esa suerte de amparo la encontré también en otros medios locales, incluido el inolvidable y extinto 'Guadalajara Dos Mil', bajo la dirección de Antonio Abril, recientemente fallecido.
No relataré aquí interioridades con motivo de columnas, digamos, especialmente picantes, porque eso queda para la insignificante hemeroteca personal de batallitas y anécdotas. Sí quiero destacar, en esta hora de despedida, que la cercanía a lo largo de estas décadas tan cambiantes me ha permitido conocer en Ángel a un director noble, a un tipo currante y a un buen amigo con quien además pude tejer aquellas '101 cosas que hacer en Guadalajara'. Nunca le agradeceré lo suficiente su visión para convertir en libro lo que empezó como una simple entrada en mi blog. Cualquier excusa es buena para patearse esta tierra en amistad y bonhomía.
"Ni el pasado existe ni el futuro. Todo es presente", escribió Torrente Ballester. Por eso ahora que Ángel se jubila y pasa a 'mejor vida', lo importante es lo que permanece después de tantos años volcado en Guadalajara y para Guadalajara: los medios de comunicación impulsados, los periódicos locales editados, los libros mandados a imprenta, los senderos descubiertos, los autores a los que ha dado oportunidad de explayarse y las horas echadas a las espaldas para que la web de 'Henares al día' siempre estuviera actualizada.
Borges decía que cuando los escritores mueren se convierten en libros. No es cosa de parafrasear a un genio, pero quizá podríamos añadir que cuando los medios mueren, se convierten en referentes históricos de un tiempo y de un lugar. Ahí queda eso, Angelito.