Hijos del corazón


La adopción, una institución que dice mucho y bien de la especie humana, requiere de cotidianidad, del día a día, pero también del apoyo institucional, antes, durante y después.

La adopción de un niño es una forma de paternidad cada vez más habitual. Siempre hemos hablado de los “hijos del corazón”. Y en muchísimas ocasiones se demuestra que el amor va mucho más allá de la propia sangre.

Es un gesto de solidaridad. Conlleva el criterio de una familia para un niño y no de un niño para una familia. Por eso, las solicitudes deben ser exhaustivamente seleccionadas, estudiando la idoneidad, porque al fin ambas partes aportan felicidad. Los equipos psicosociales pertenecientes a la administración deberán apoyar desde la proximidad a padres e hijos adoptantes.

El número de niñas y niños adoptados, en adopción nacional, a lo largo del año 2019 ascendió a 626. Los ofrecimientos de adopción se han incrementado llegando a 1.518, emitiéndose 881 certificados de idoneidad, de los que el 93,23% fueron positivos. El grupo con mayor tasa de adopciones fue el de 0-3 años.

En adopción internacional sigue su tendencia descendente, alcanzando la cifra de 370 niñas y niños adoptados por familias residentes en España, siendo India, China y Vietnam, con gran diferencia sobre el resto, los países con mayor número de adopciones.

España fue pionera en la legalización de la adopción homoparental en la Unión Europea.

La adopción, una institución que dice mucho y bien de la especie humana, que requiere de la cotidianeidad, del día a día pero también del apoyo institucional antes, durante y después. Es un tiempo largo de espera, doloroso y angustioso en algunos casos porque no se sabe muy bien el tiempo real que habrá que esperar para poder disfrutar del nuevo hijo.

Al final, y si lo pensamos, todos los padres, también los biológicos, adoptamos a los hijos. Es el derecho del niño a tener una familia. 

Un niño adoptado no sólo tiene que ser acogido en la casa de la familia, sino que hay que incorporar a su vida su origen y parte de su pasado.

Será una época que supondrá un gran esfuerzo para la familia, ya que el niño se enfadará, tendrá rabietas, no querrá cumplir normas, pero simplemente está tratando de afianzar el amor de sus padres, saber que si se enfada ellos estarán ahí para él y esos límites que los padres hacen cumplir para él serán su seguridad.

Una vez que se lleva a efecto una adopción generalmente internacional, es bueno abordar los temas que seguro irán llegando, y hacerlo con algún profesional experto en adopción pues es más que previsible lo que de no hacerlo generará.

Es necesario aceptar también que la maternidad adoptiva no es igual a la biológica, que nuestros hijos no se van a parecer a nosotros, y que habrá que dar explicaciones a los demás de dicha situación. El aceptar estas diferencias, hará que el vínculo entre padres e hijos adoptivos se refuerce mucho más. 

En relación a cuándo ha de contarse al hijo/a que es adoptado, lo mejor es no mentirles y contarles la verdad cuanto antes, con sensibilidad se les puede hacer saber a partir de los 5 años (antes de empezar el colegio para evitar que la noticia llegue por otras vías). Incluso a los 3 años cuando empieza a preguntar todo y también de dónde viene, quién lo trajo al mundo… puede dar ocasión para revelarle su origen con naturalidad y sin misterios.