Jóvenes y adicciones


Las adicciones pueden ser con sustancias (aquellas que tienen que ver con el consumo de alcohol, tabaco, drogas…) y sin sustancias, (aquellas que tienen que ver con conductas sobre las que no se tiene control como la ludopatía, la adicción a internet...)

Según el Ministerio de Sanidad en el Informe 2021 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones: alcohol, tabaco y drogas ilegales en España, el tabaco y el alcohol son las drogas legales más consumidas en la población de 15-64 años. Entre las ilegales, el cannabis y la cocaína incrementan su presencia en este grupo de edad.

La droga de más fácil adquisición es el cannabis, el 59% piensa que es muy fácil conseguirla. Las sustancias que se inician a consumir a una edad más temprana son el tabaco y el alcohol, seguido del cannabis. La edad media de inicio en el consumo se sitúa entre los 14 y los 16 años y las prevalencias de consumo aumentan con la edad.

Las adicciones pueden ser de dos tipos, con sustancias (son aquellas que tienen que ver con el consumo de sustancias químicas como el alcohol, tabaco, drogas…) y sin sustancias, (aquellas que tienen que ver con conductas sobre las que no se tiene control y se repiten continuamente, como la ludopatía, la adicción a internet, a las compras…).

El consumo se da en todas las clases sociales, unos sólo entran en contacto con las drogas, otros las prueban temporalmente y algunos se hacen consumidores habituales.

El patrón de consumo de drogas dominante sigue siendo experimental, ocasional, vinculado al ocio y al fin de semana. En la actualidad se trata de un drogadicto joven, grupal y politoxicómano (lo que le confiere mayor prestigio) e inmerso en corrientes contraculturales.

Son muchos los niños que a corta edad (13 años) consumen los fines de semana cantidades ingentes de alcohol, en ocasiones de más de 20 grados, que se amplía con el consumo de «pastillas», lo que ocasiona puntualmente reyertas, en otros casos embarazos no deseados y en algunos, accidentes de tráfico. La presión para beber, para sentirse adulto, para evadirse de la realidad es poderosísima.

Los familiares, amigos y profesores hemos de estar alerta para detectar cualquier signo de alarma lo antes posible para atajar el problema y acudir a un especialista si fuera el caso. 

Si nuestro hijo llega a casa bajo los efectos de alguna droga, en ese mismo momento es mejor no hacer nada, tan sólo comprobar si corre peligro físico. Al día siguiente sentarse y profundizar en lo que ha pasado, dialogando, sin reproches ni culpas, pues levantará un muro y no obtendremos la información que necesitamos para actuar. Precisamos saber qué ha tomado, y con qué frecuencia lo hace.  A partir de aquí, decidir si se requiere la ayuda profesional de un psicólogo, médico, CAD (Centro de Atención a las Adicciones)...

Habrá de vigilarse cuáles son las conductas en su tiempo de ocio y recabar las características de su grupo de amigos (que puede ser más de uno). Posiblemente, hasta el momento en que los padres se enteran o sospechan el consumo, éste habrá sido ocultado. Si se está atento se descubrirá por sus cambios conductuales, de humor, por sus gastos... Serán instrumentos necesarios el diálogo y la supervisión, así como la realización de analíticas sin previo aviso dependiendo de los casos. 

El tema es suficientemente preocupante para exigir una respuesta inmediata y continuada en el tiempo. Existe una tendencia bastante extendida entre los consumidores de drogas a negar, o al menos minimizar, la presencia de problemas. Hay que saber reaccionar a tiempo ante consumos de drogas que acaban siendo problemáticos.

La herramienta útil es la prevención y específicamente la educación en el hogar, en la escuela, a través de los medios de comunicación y primordialmente en el ejemplo.

Hay que prevenir, explicar las consecuencias reales, visualizarlas, ser instruidos por profesionales sanitarios con credibilidad y solvencia. Ha de propiciarse el «goce-tranqui», como contrapuesto al «subidón» con pastillas...

Los padres han de educar a los hijos para que elijan a sus amigos, para que aprendan a divertirse sin el consumo bárbaro de alcohol u otras drogas, para que sepan aguantar la presión del grupo, para que busquen sentirse bien con ellos mismos.

El problema no está en el consumo, sino en el posicionamiento ante él que dependerá en gran medida de haber educado al niño a manejarse en libertad, ser asertivo y saber decir no, resistir a la presión del grupo de iguales, ser responsables de sus actos, desarrollar el autocontrol, capacitarse para tomar decisiones, aceptar la frustración y ser capaz de diferir demandas y gratificaciones, aceptar normas, tener un sentido crítico y una razón de vida. Todo esto y mucho más como ser feliz con cosas sencillas, ser imaginativo para combatir el aburrimiento, tener claro que la vida la escribe uno... todo ello repito han de aprenderlo los niños a muy corta edad.