La Expresión del Movimiento Hecho Color
El Museo Francisco Sobrino expone una colección de obras de arte cinético del autor
Guadalajara tiene un museo en recuerdo y homenaje a uno de sus artistas más ilustres, Francisco Sobrino Ochoa. En este museo se recogen algunas de sus obras de arte cinético, un campo muy complejo y que requiere de la participación del espectador. Sobrino nació en esta ciudad el 19 de febrero de 1932. Con motivo de la Guerra Civil, su familia emigró a diferentes lugares llegando a vivir en Buenos Aíres, lugar donde cursó sus estudios de Bellas Artes. Cuarenta años después y ya reconocido internacionalmente como uno de los más imaginativos creadores de las artes plásticas, volvió a vivir a su ciudad natal. Finalmente, falleció en Normandía en el año 2014.
El arte siempre genera opiniones dispares. Muchos prefieren obras clásicas, porque representan la expresión más académica y tradicional del mismo. Y otros prefieren obras de vanguardias y arte contemporáneo que muchas veces producen polémica y quizá esa sea su función. Pero si mencionamos arte cinético ¿Qué nos viene a la mente? El arte cinético engloba todas aquellas manifestaciones artísticas que están dotadas de movimiento.Es un arte dispuesto y pensado de tal forma que el espectador debe también ponerse en movimiento si desea disfrutar al completo de él. Son obras repletas de color y simetría que lo expresan principalmente en lienzo y en escultura e incluso lo podemos ver reflejado en la arquitectura contemporánea. A su vez, tienen que ver con el efecto óptico que producen, algo característico de la corriente Optical Art, surgido en Estados Unidos en los años cincuenta.
Cinetísmo en la obra de Sobrino
Entre los muchos artistas que desarrollaron el arte cinético, se encuentra el alcarreño Francisco Sobrino Ochoa. En sus inicios, desarrolló la corriente de expresionismo abstracto, donde destacan autores de la talla de Jackson Pollock. “Sus trazos de color y pintura representaban, entre otras cosas, la frustración y el desánimo de la posguerra”, explica Pedro José Pradillo, responsable del museo Sobrino de Guadalajara.Francisco Sobrino fue cofundador del grupo Recherche d’Art Visuel (GRAV), junto con otros creadores seguidores del genial artista cinético húngaro Víctor Vasarely. “La obra no debe importar, sino más bien su interpretación, ya que el punto de interés está en el ojo del espectador, quien participa activamente”, regía el manifiesto GRAV. Sobrino expuso sus obras en muchas instituciones y museos de prestigio, como el Tate Gallery de Londres, la Fundación Peggy Guggenheim de Venecia y el Centro Pompidou de París, entre otros.Por otra parte, desde el Patronato Municipal de Cultura habilitaron el antiguo Matadero municipal de Guadalajara para la fundación del Museo Francisco Sobrino. Y gracias a la gran colaboración que hubo se conformó un interesante patrimonio con obras adquiridas por el municipio al artista, otras regaladas y prestadas por él. Además, se localizaron y compraron otras en galerías de arte.
“Actualmente es muy costoso traer obras de Sobrino a Guadalajara y sólo hay un autorretrato en bronce a la entrada del Ayuntamiento de esta ciudad, la cual regaló él mismo”, indicó Pradillo.De su etapa inicial se exhiben varios gouaches sobre cartón, titulados por el autor como Problème dans le plan, Problema en el plano, en los que recogen el trabajo repleto de formas geométricas sencillas y repetitivas. “En éstas se observa el efecto óptico de movimiento virtual que generan los ritmos aleatorios y las sucesiones progresivas”.
En esta misma secuencia evolutiva gouaches encontramos pinturas de colores y formas geométricas que evolucionan de formas simples a formas complejas para volver a su origen simple. Son circunferencias puestas en serie, partidas por un rectángulo que evoluciona de menor a mayor anchura y de una secuencia simple a otra más compleja. La exposición comienza con una de sus pinturas más interesantes Progresión-Sistematización Línea-Color, 1959-1980. “Nos permite valorar e ilustrar convenientemente el trabajo desarrollado por Sobrino en torno al color durante su primera etapa, cuando desde Buenos Aires se traslada a París para iniciar su carrera”, indicó Pradillo. Una de sus características es la “dimensión del mismo, inusual en la posterior colección de Sobrino”. Como su nombre indica, en esta pintura se aprecian rectángulos bicolor planos y repetitivos que progresan hacia un cromático de claro a oscuro. Si el espectador se mueve de un extremo al otro podrá incluso observar que estas líneas verticales “emiten” una cierta luz amarillenta.
Al recorrer la sala, se observa que el estilo de Sobrino comienza a complicarse. “Es decir, tanto las pinturas como las esculturas progresan en cuanto a relieve y forma. Convirtiendo el espacio y el ambiente en tramas cromáticas dispuestas en relieves de pequeño desarrollo, superponiendo placas de metacrilato de distintos tamaños y colores”. Genéricamente estas obras se llamarán, Relief, Relieve.Pasamos de la obra bidimensional a la obra tridimensional. Esto se ve perfectamente en el proceso de ocho cuadrados que forman una secuencia de ocho colores y relieves piramidales, “similares a la fachada del infantado. Lo Sabemos porque para muchas de sus obras encontró la inspiración en la arquitectura del Palacio del Infantado”.
En esta misma sala se aprecia el cambio de material empleado por el artista en sus obras escultóricas. Utiliza metal, acero inoxidable y metacrilato, entre otros, algo que ayuda a multiplicar las funcionalidades de la luz. “Dependiendo del material, Sobrino capta la luz en las superficies brillantes y reflectantes, ya que cada una de sus partes se comportan como espejos que atrapan el espacio exterior en la obra, convirtiéndolo así en un elemento más”. Esculturas como Structure Permutationnelle Cubs (1963-1970), de acero inoxidable evoluciona hasta Fuente de Luz (1986), de metacrilato. Ésta “yuxtapone varias placas transparentes con desarrollo vertical. Con la luz solar da un efecto de realidad virtual que multiplica su volumen y el cromatismo del conjunto de la pieza”.
Sus obras a lo largo de la exposición recogen todos los puntos del arte cinético. No sólo se mueve el espectador, sino también la obra. Incluso para los más sensibles, éstas pueden producir mareo. Movimiento Virtual (1969-1994), es un buen ejemplo de esto. Refleja el desplazamiento sistemático y evolutivo de una forma. Es decir, “en esta obra las cruces bicolores se desplazan en movimiento estático de un extremo al otro, causando así el efecto de movimiento ilusorio de una pieza que en realidad está fija. Y ahí se encuentra la esencia del arte cinético y la participación del espectador en el mismo”.
Por último, en el museo Sobrino incluye la composición de una sala que permite al espectador introducirse literalmente en la obra. Espacio Vivo-Ambiente Natural, (1966-2006-2015). “Es una instalación de hierro, espejos y metacrilato”. Se presentó por primera vez en la muestra Kunst Licht Kunst del Stedelijk Van Abbemuseum, en Holanda. Esta habitación juega con la perspectiva del espectador que, al introducirse en la instalación alternará su papel de observador y observado gracias a un falso espejo y una luz intermitente. Entre las muchas exposiciones de Francisco Sobrino, la más relevante fue la celebrada en esta capital: Sobrino. Retrospectiva, 1958-1998. “De aquella exposición surgieron piezas que en la actualidad ocupan lugares públicos de Valencia, Alicante, Santurce, Guadalajara, Torija y Peñalver. Obras que se unen a otras instalaciones anteriores como la de la Autovía N-II en Guadalajara y, en los museos de escultura al aire libre de Madrid y de Renfe Madrid.
Historia del arte cinético
El término cinético fue empleado por primera vez por Gabo y Pevsner en 1920 en su Manifiesto realista. Gabo elaboró su ‘Obra cinética’, partiendo de una varilla metálica movida por un motor que, al vibrar forma una sencilla onda. Una década más tarde, Laszlo Moholy-Nagy crea la Máquina de luz , en la cual, la luz es el elemento que crea un efecto escultórico. De aquí, comienza a plantearse a un espectador activo. Más tarde, la definición se concreta con Alexander Calder quien construye móviles a partir del movimiento del aire.
FOTOS: Juan Vázquez