Laboratorio social

03/02/2020 - 14:04 Jesús Fernández

Se ha terminado –dicen- el bipartidismo pero ha comenzado el biconstitucionalismo, la bisociedad. La sociedad está más dividida y fraccionada que nunca.

La democracia, entre nosotros, es una constante experimentación social. La sociedad es un laboratorio de ideas y de estrategias. Se ha terminado –dicen- el bipartidismo pero ha comenzado el biconstitucionalismo, la bisociedad. La sociedad está más dividida y fraccionada que nunca. La sociología discrepante que ejercemos unos frente al pensamiento autorizado, si no mandado, de otros, es inútil e ineficaz ante esta ola devastadora  de intereses e ideas. Hemos llamado la atención de la crisis antropológica de la política, es decir, el poder no cambia el que cambia es el  hombre en el poder. Vemos cómo la política, el poder, la autoridad, el cargo, cambia la personalidad de los individuos que lo ostentan. Sólo se ocupan de lo suyo y de los suyos. Se hacen más orgullosos, más egoístas, más interesados, más altaneros, más distantes y soberbios. El poder causa una crisis de personalidad y de carácter en quien lo ejerce. Están revestidos del poder y todos los demás (el pueblo sardina) son sus seguidores, aplaudidores, esperando alguna recompensa que caiga, como las migajas, de las mesas de sus señores.

 Detrás de cada acción hay siempre una idea. Es la izquierda la que ha extendido la desconfianza en las ideologías. Esta es su propia ideología: poner en duda la ideología de los demás ejercitando su particular  ideología. De su rápida y pequeña lectura y conocimiento de Marx se han quedado con dos puntos: la crítica a las ideologías (entre las que está la religión)  y la crítica al capitalismo, demostrando una gran contradicción e incoherencia: ellos (los comunistas y marxistas de izquierda) son los mayores ricos y capitalistas de la tierra y son los mayores dictadores de la ideología personal pues toda su política consiste en la aplicación de una ideología propia, radical, revolucionaria que la imponen mediante y desde la toma del poder (ellos dicen el asalto a los cielos) y de la fuerza del Estado asaltado. Los que maldicen las ideologías están imponiendo su ideología que consiste en que los demás no tengan o apliquen la suya.

Hemos mencionado que en los partidos hay  principios,  ideas, por una parte   y estrategias, programas y personas por otra. Unos (los conservadores) respetan  esta dualidad mientras que otros (los populistas) confunden principios con estrategias. En el nivel de ideas, de principios o de pensamiento, rige el llamado “prietas las filas”, unidad de pensamiento y de narración,  mientras que en el nivel de estrategias, el único principio es “repletas las cuentas”. El poder es dinero, poder adquisitivo dicen otros. 

La democracia no es cuestión de mayorías matemáticas. La mayor mayoría es el pueblo. Sus vicisitudes, no las contempla ningún partido. Ya lo han dicho o hecho explícito  estos días. La  gobernación del pueblo, su coherencia y prosperidad, no les importa nada. Ya sabemos lo que significa la famosa frase desjudicializar la política. Significa que el poder político ejecutivo está por encima de cualquier otro poder. Ese es el laboratorio social al que nos referimos.