Las rondas navideñas funden el frío serrano en el II Certamen de Villancicos de Tamajón
28/12/2014 - 15:59
La alegría de la sierra ha llenado hasta la última butaca del Centro Social de Tamajón, en el II Certamen de Villancicos convocado en la localidad agallonera. Correspondió al alcalde de la localidad, Eugenio Esteban de la Morena, presentarlo: El pequeño bosque de Tamajón tiene necesidad de lluvia clara y tibia para crecer con vigor, y que sus frutos sirvan para el entendimiento, la concordia y el bienestar de las personas. Qué mejor lluvia que la que nos traen los villancicos, nuestros amigos de Atanzón, Hita, Cantalojas y Azuqueca, y qué mayor orgullo para mí que poder desearos en estas circunstancias felices fiestas y un venturoso año 2015.
En Tamajón hubo banda de música y rondalla. Mozos y mozas cantaban y pedían el aguinaldo por las casas. Con lo que se recogía, y con lo que se afanaba, puntualizaba ayer un mayor, el día 31 de diciembre por la noche se preparaba una gran luminaria. Acudía mucha gente, y pasábamos la noche comiendo los chorizos, chuletas que asábamos en la lumbre y torreznos, y bebiendo el vino que se compraba en Cabanillas o Cogolludo, porque Tamajón ya es demasiado frío para las viñas, recuerda Esteban. Con el certamen, que queremos consolidar y ampliar en el futuro, prosigue el regidor, el Ayuntamiento pretende devolver a la localidad los sones navideños.
Y fueron muchos los que sonaron en la tarde de ayer. Los primeros, los de los azudenses As-Sikka Folk. El nombre, según explicaba ayer Sergio de Castro, uno de los miembros del grupo, es una transcripción del árabe de cómo se llamaba Azuqueca en el siglo XIII. Junto a su hermano, José Manuel de Castro, Sergio lleva 27 años haciendo música folk. Este tipo de certámenes son un buen motivo para conocer nuestra tierra y tomar ideas de otros, decía ayer. Su grupo interpretó un villancico, composición propia, con toques de música celta, para lo que utilizaron violín, gaita, laúd, bandurria, flauta y percusión, además de las voces. Y después otros dos, el Bon Nadal, para terminar con una canción escocesa adaptada, con la que animaron a la gente a cantar. As-Sikka Folk son la asociación que organizó el pasado septiembre la primera edición del festival Espiga Folk. La provincia está llena de folklore, más de lo que la gente piensa, y hay que cuidarlo, terminaba de Castro.
Después de los azudenses, dos amigos, Valentín Pérez de Atanzón, y Antonio Garrido, de Cantalojas, folkloristas y organizadores del certamen de villancicos de Tamajón, junto con el propio Ayuntamiento, subieron al escenario para hacer un bello romance serrano, no sin antes calentar la garganta con dos buenos tragos de vino de la bota consecutivos. El romance, una pastorada, decía así: Llamaron al cirujano / por ver qué les decía / Y el cirujano les dice / Que el serrano se moría / Hicieron el testamento / de los bienes que tenía / Lo primero que testó / fueron las sus ovejitas / Ovejitas las ovejas / Ovejas que yo tenía / Ya tendréis nuevos pastores / que os den la pastoría. Al romance siguió una jota con la que, según contaron sobre la escena, una vez rondaron a una novicia y otra a una moza de ochenta y cinco años en Villacadima.
La Ronda de Hita tomó el relevo. José Luis Turrión, uno de los laúdes, decía que estamos encantados de acudir a Tamajón, es la primera vez, pero esperamos que no sea la última. La Ronda hizo tres villancicos, El sombrero de paja, un villancico de origen gallego, aunque algunos dicen que es cordobés, decía Turrión, El villancico gitano, muy alegre, y el Pastorcillos dichosos. Los músicos hiteños ensayan desde que comienza el frío, y han cantado estas navidades en Sigüenza, Atanzón, Humanes y Cantalojas, además de en varias residencias de ancianos para alegrarles la navidad con sus laudes, guitarras, bandurrias, zambombas, pandero y castañuelas que acompañan a las voces. En Hita, los mozos solían salir en San Blas, la navidad era más íntima, decía ayer Isabel Fernández, otra de las integrantes del grupo.
Antonio Garrido es uno de los principales, sino el principal, inspirador de los Cencerrones de Cantalojas, a los que yo conocí de niño. Los integraban los pastores y cabreros que regresaban del campo, de cerrar su ganado, y que, a las ocho de la tarde, se reunían con los cencerros a la espalda, partiendo de la plaza, para dar la vuelta por el pueblo hasta la iglesia. Desde el ocho de diciembre, todas las noches cantaban sus romances, y volvían por la otra cara del pueblo, la que no habían corrido, hasta la plaza, cantando la loba parda, explica Garrido.
Decía así: Estando el pastor en vela / pintando la mi cayada, / las cabrillas altas iban / y la luna rebajada / Vide venir siete lobos / por una oscura cañada. / Venían echando suertes / cuál entrará a la majada; / le tocó a una loba vieja, / patituerta, cana y parda, / que tenía los colmillos / como punta de navaja (
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Y así estaban hasta el día 24, en la misa del Gallo. Entonces, los cencerrones partían por la nave central, a paso gimnástico con sus cencerros, y se colocaban al lado del presbiterio. Cantaban, mientras el pueblo adoraba al niño. También engalanaban unos carneros que acompañaban la misa del gallo y de la pascua, recordaba Garrido. Cuando aquello se perdió en los años sesenta, hubo románticos como el propio Garrido que se preocuparon de recuperarlo, con un certamen de villancicos que tiene un gran éxito. Ayer, en Tamajón, cantaron La Virgen y San José iban a una romería, un villancico de pastores y el Recoge tomillo, una tonada que nos enseñó una maestra salmantina, María Teresa, que hizo mucho bien en Cantalojas y que cantamos en su honor. Todavía vive.
La Real Zambombada de Atanzón tomó el relevo de los cantalojanos, para cantar Buscando en Belén, Los pastorcillos y Pampanitos verdes. Compuesta por cuarenta miembros, suena por la provincia desde hace casi quince años, acogiendo en su seno toda la sólida tradición navideña de aquel pueblo. La de Atanzón es una navidad muy intensa, de mucha tradición, de zambomba y muchos músicos. La ronda salía a pedir los aguinaldos por las calles en grupos de chavales y mayores. Entre los mozos iban a porfía, para ver quién construía la zambomba más grande. Y lo mismo hemos hecho nosotros, que tenemos una hecha sobre una tinaja de veinte arrobas, decía Valentín Pérez.
Cuando terminó el certamen, por cortesía del Ayuntamiento de Tamajón, Todas las rondas cenaron juntas.