León XIV, de madre de ascendencia española, aboga por una “paz desarmada”

08/05/2025 - 19:54 FCV

En la emblemática Plaza de San Pedro, una multitud vibrante aguardaba con entusiasmo la presentación del nuevo Sumo Pontífice, el Papa León XIV, conocido también como León XIV. Las melodías de las bandas se desvanecieron, cediendo protagonismo a la expectación por las primeras palabras del sucesor de San Pedro. Rodeado de figuras prominentes, como el Cardenal Parolín, quien había sido un candidato destacado antes del cónclave, el Papa destacó el valor de los prelados que lo acompañaban. Con un micrófono acercándose, el momento de su mensaje inaugural era inminente.

Un mensaje de paz con raíces hispanas

El Papa, cuya madre es de ascendencia española, cautivó a la audiencia con un discurso impregnado de serenidad y esperanza. "¡Que la paz esté con todos vosotros!", exclamó, evocando el saludo del Cristo Resucitado. Este mensaje, que definió el tono de su pontificado, se extendió a las familias, comunidades y naciones, abogando por una armonía universal, resaltando la "paz desarmada", un “regalo divino que trasciende fronteras”.

Un homenaje a Francisco y a la Ciudad Eterna

Con gratitud, el Pontífice recordó al Papa Francisco, cuya valentía y bendiciones a Roma y al mundo dejaron una huella imborrable. Leonardo expresó su deseo de perpetuar esa bendición, subrayando que "Dios ama a todos sin distinción". Roma, la Ciudad Eterna, recibió un afectuoso saludo, consolidando su rol como epicentro de la fe católica.

Una Iglesia de puentes y caridad

El Papa Leonardo delineó su visión de una Iglesia misionera, dedicada a tender puentes y fomentar el diálogo. "Somos discípulos de Cristo, y Él nos guía", afirmó, instando a los fieles a avanzar sin temor, con la certeza de estar en las manos de Dios. Subrayó la necesidad de llevar el amor divino a todos, especialmente a los más necesitados, para construir un pueblo unido en paz. Inspirado por San Agustín, se declaró "hijo de Santo Agostino" y cristiano junto a los fieles, invitando a caminar juntos hacia la patria celestial.

Un cariño especial por Chicago

Con un tono cálido, el Papa dedicó palabras a su querida diócesis de Chiclayo, en Perú, donde sirvió como obispo. Agradeció la fidelidad y el fervor de esa comunidad, que lo acompañó en su ministerio. Extendió su mensaje a Roma, Italia y el mundo, llamando a la Iglesia a ser un faro de caridad, cercanía y justicia, siempre al lado de quienes sufren.

Un cierre con María

En el día dedicado a la Virgen de Pompeya, el Papa invocó a María como compañera y protectora de la Iglesia. Concluyó su discurso con una oración colectiva, pidiendo su intercesión para la nueva misión eclesial y la paz mundial: "Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén."