Los pueblos de Cobeta y Tortuera acogen a varias familias que emprenden nuevos proyectos de vida

15/11/2021 - 12:49 Sara Vera Juárez

Frenar la despoblación es uno de los principales objetivos del Gobierno regional. La Ley de Medidas contra la Despoblación de Castilla-La Mancha, que entró en vigor en junio de 2021 y es pionera en España, garantiza el acceso a los servicios públicos y la igualdad de oportunidades para los habitantes del medio rural, además de potenciar el desarrollo económico y social del mismo para alcanzar la cohesión social y territorial.

El alcalde, Pedro Hernández Berbería, apuesta por el futuro de los pueblos con sólidos proyectos

Con 50 años y motivado por los encantos de la vida en el medio rural, Pedro Hernández Berbería decidió empadronarse en el pueblo de Cobeta en el año 2005. Cierto es que su niñez la pasó allí junto a sus padres, pero de joven se mudó a Madrid para iniciar sus estudios, pronto se trasladó a la ciudad de Guadalajara para desarrollar su vida profesional y, con el tiempo, decidió frecuentar más Cobeta y presentarse a unas elecciones con una candidatura independiente. 
De esta forma, fue concejal durante un tiempo y, en 2019, se proclamó alcalde de la localidad. Aprovechando su jubilación en 2020, se decidió establecerse definitivamente en Cobeta junto a su esposa. Es por ello que su estrecho vínculo con Cobeta ha sido y sigue siendo incuestionable.

Futuro fructífero
Desde el principio, él y sus compañeros de legislatura han ideado sólidos proyectos que favorecen la reavivación del pueblo. Pero no solo lo han ideado, sino que lo han hecho realidad. Por ejemplo: han proporcionado la ayuda necesaria a los mayores; también han buscado familias que quieran instalarse en el medio rural, facilitándoles, a la par, un hogar en el que vivir y trabajo; con ayuda de la Delegación Provincial y ligado a esta última iniciativa, han conseguido abrir las puertas de la escuela para el curso 2021-2022, que llevaban más de 30 años cerradas; y, en la actualidad, están poniendo en marcha una escuela de resineros con el propósito de que aprendan a resinar, que cuiden de los pinos y montes de alrededor y, por supuesto, que vivan allí.
Hernández Berbería lo tiene claro y es que “un pueblo con proyectos tiene futuro”.

Cobeta brinda oportunidad de vida a diferentes grupos de población

Tras la dura situación que dejó a su paso la crisis sanitaria del coronavirus en 2020, la familia de Marcela y Basilio dio un paso al frente para cambiar su residencia y vivir en un pueblo. “Después del confinamiento necesitábamos ver a nuestras dos hijas pequeñas crecer en un entorno natural en el que les fuera posible divertirse con más libertad”, explica Marcela. Y de esta manera, fue como se asentaron en este pequeño pueblo el pasado septiembre.


El Plan de Empleo de Cobeta del que forma parte Marcela y el teletrabajo que realiza Basilio facilitan esta nueva forma de vida que la pareja siempre había deseado. 
Después de catorce meses instalados allí, Marcela está desarrollando un proyecto propio con la esperanza de ayudar a las mujeres emprendoras en el medio rural.
Asimismo, el pueblo de Cobeta cuenta con la Asociación Tras las Huellas que imparte, al menos, una actividad mensual con el fin de potenciar el desarrollo rural y el turismo de la zona. Andrea Hernández Delgado es su presidenta y también otro ejemplo de  éxodo urbano. Impulsada también por la crisis del Covid-19, pensó que mudarse a Cobeta podría ser una nueva forma de vida para ver crecer a su hija y desarrollar su vida profesional como profesora de español para extranjeros por vía online. Y es que estaba en lo cierto, su hija y ella no pueden estar más contentas. “Si te lo estás pensando tienes que dar el paso”, así anima a aquellos que se les presente una oportunidad como esta.


Gracias al asentamiento de todas estas familias y otras más, la apertura de la escuela del pueblo se ha hecho realidad tras haber permanecido más de 30 años cerrada. Paula y Diego, desde Cuenca, y Carlos, desde Albacete, son tres jóvenes y atrevidos maestros  interinos que han aterrizado en Cobeta para ejercer su profesión y enseñar a los seis niños que integran la escuela. Paula, que es la directora del centro, admite que de cara a orientar su trabajo “ha sido algo complejo adaptarse”, pero ahora se siente encantada. “Es un placer poder formar parte de esto y vivir aquí rodeada de piedra, naturaleza y tranquilidad”, expresa.


Todos y cada uno de ellos son la evidencia de que en los pueblos, e incluso en los más pequeños, se puede vivir y tener a disposición varias alternativas de vida, trabajo y ocio.

El asentamiento de Paula y Gonzalo resurge la vitalidad del pueblo

En el centro de una amplia llanura del Señorío de Molina se encuentra Tortuera, una localidad con escasos 200 habitantes. Allí viven Paula y Gonzalo, que se mudaron desde Denia para dar un soplo de aire fresco al pueblo y recuperar su estabilidad laboral y económica tras la crisis sanitaria del coronavirus. 
La Fundación Cepaim, una sociedad intercultural e igualitaria que vela por que las personas más vulnerables tengan pleno acceso a sus derechos de ciudadanía, les cambió la vida otorgándoles una nueva oportunidad en el medio rural, una propuesta que no dudaron en aceptar, a pesar de las dificultades previas que acarrea ocuparse de un negocio desde cero como es el de un bar de pueblo.
El proyecto Nuevos Senderos de la Fundación lleva años colaborando con ayuntamientos para facilitar la llegada y el asentamiento de nuevos vecinos a los pueblos. Por ello, desde Cepaim supervisan mediante visitas periódicas el bar de Paula y Gonzalo en Tortuera. Esta semana, esta familia compuesta por Paula, Gonzalo y sus dos hijas, cumple un año desde que llegaron a Tortuera.
Ambos confiesan haber tenido “una buena acogida por parte de los vecinos del pueblo y de Nieves Romero, la alcaldesa”. Su trato cercano y el trabajo diario que desempeñan atrae numerosa clientela de otras localidades colindantes, como Molina de Aragón y Calatayud, y a otros trabajadores y viajeros de paso que hacen un alto en el camino para comer.

Esfuerzo y tesón
El espíritu emprendedor de la pareja ha reavivado la zona, incorporado nuevas ideas como servicio de restaurante, una tienda de comestibles, desayunos originales, comidas por encargo, ricas pizzas a domicilio y un largo etcétera. 
Dejan atrás comodidades varias, propias de la ciudad, y muchas amistades, pero admiten haber ganado calidad de vida. “Vivimos muy tranquilos, nos encanta estar en familia, vivir aquí y creemos que el cambio ha sido a mejor”, explica la pareja. A sus dos hijas, en cambio, “les ha costado algo más acomodarse”.