Más allá de las tecnologías


El problema de los menores no es tanto el tiempo que pasan delante de una pantalla, sino las características de algunos menores, que se empantallan para ver lo que ratifica, sus creencias, su posicionamiento previo.

Lo importante no es la herramienta, sino su uso. 

Las plataformas, internet, Google, etc, etc, nos desbordan con tanto nombre e interactividad. Pero lo importante es saber que nos proporcionan y como queremos utilizarlas, si es para comunicarnos, si es para informarnos, si es para trasmitir. 

Hace tiempo que vengo señalando que el problema de los menores no es tanto el tiempo que pasan delante de una pantalla, sino las características de algunos menores, que se empantallan para ver lo que confirma, lo que ratifica, sus creencias, su posicionamiento previo. Y ahí señalo las sectas, las bandas, pero también la banalización de la pornografía violenta que a veces cursa en agresiones sexuales en grupo. Sin olvidar los trastornos de la alimentación, buscando en otros el apoyo a una conducta en la que uno con capacidad o no cognitiva y volitiva, ha decidido internarse. 

La formación que hemos de dar a hijos y alumnos lo es en relación con la vida, con uno mismo, con la naturaleza, con los otros. Han de saber lo que está bien y lo que está mal, lo que es bello y lo que no lo es, lo que es moral y lo que es aberrante. De forma y manera que sepan manejarse con las denominadas nuevas tecnologías. Y ser asertivos, y decir que no, a ciertas propuestas que encuentran en ese mundo virtual que a veces llegan a confundir con el real. 

Cuando alguien cruza un semáforo debe de mirar a ambos lados y tomar la decisión de avanzar de forma prudente. Pero antes hemos tenido que enseñar a caminar, a tomar decisiones, a tener autonomía, a responsabilizarnos. 

Dice Lledó “lo esencial es el lenguaje, la reflexión, la filosofía, la literatura… los chisporroteos del mundo digital son importantes, por debajo de eso está el lenguaje de la cultura como la tradición, la memoria”. 

Al respecto señalo el lenguaje interior como instrumento interno, subjetivo de relación y comunicación con uno mismo, así lo interpretó ya Vygotsky. 

Tengamos presente que la lengua no es un reproductor de ideas, sino un conformador de ideas.

Una realidad que facilita sin duda innumerables opciones y conectividad continua conduce, digo, a algunos individuos a las adicciones, las dependencias, al estrés, incluso a los trastornos dismórficos corporales.

En este momento y con un magnífico equipo de psiquiatras, psicólogos, filólogos, e ingenieros, estamos analizando las nuevas tecnologías, los algoritmos para buscar algunos códigos que puedan minimizar el riesgo de suicidio en aquellos ciudadanos que habiendo pensado quitarse la vida no lo trasmiten verbalmente, pero si en algunas conductas, dejación en la forma de vestir, etc. 

Mas allá de las tecnologías por muy nuevas que sean, estará el ser humano para plantear aspectos éticos en temas tan esenciales como al eugenesia y la eutanasia. 

La medicina de precisión y otros avances lo hacen aprovechando toda la información y seguridad que da la utilización de las nuevas tecnologías en el aspecto diagnóstico, de pronóstico y de intervención, por ejemplo en aspectos esenciales en ámbitos como el cerebro, pero será siempre el ser humano el que oriente lo que podemos hacer y como lo podemos hacer. 

El encuentro con la Naturaleza, con los olores de la misma, con el tacto, con la vista, con el oído, es algo sumamente personal, espiritual, transcendente como lo es mirar a la Luna y sentirse más allá del propio cuerpo en un inabarcable e incalculable Universo. Es de eso de lo que hablamos cuando nos referimos al ser humano, a la persona. Comparar el cerebro humano, la mente humana, el alma con la maquinaria de la más compleja organización tecnológica, es simplificar y llevar a error a quien no tenga capacidad de interpretar y sobrevolar una metáfora muy limitativa, que puede sonarle, pero que no se atiene a la realidad. 

Somos nosotros, las personas, las que podemos llorar y reír por un mismo hecho, o llorar ante unos números, o reír paradójicamente ante una temperatura extrema, o estar felices porque lloramos al recordar a un ser querido.

El ser humano y como alguien acertadamente dijo, es mucho más que lo que se encuentra entre el sombrero y los zapatos, es vulnerable, es tierno, es educable, sigue aprendiendo desde la cultura, se desarrolla así mismo cognitivamente, intelectualmente, y es quien crea las herramientas.