Montessori salvará al mundo rural
Guadalajara no está exenta de esta problemática en sus zonas rurales.
Desde hace muchos años escuchamos el tópico de que cuando un pueblo cierra su escuela ha comenzado el principio del fin. Y algo de lógica hay, en que un pueblo que no tiene escuela, y por tanto no tiene niños y niñas en sus calles, al menos en número suficiente como para mantener su centro escolar abierto, tiene difícil el relevo generacional que permita que tenga población en los próximos 40 o 50 años.
Guadalajara no está exenta de esta problemática en sus zonas rurales. Según la encuesta del INE de 2021, la media de edad en los municipios de menos de 100 habitantes en la provincia se situaba por encima de los 58 años. Esta media va bajando según va creciendo el número de habitantes, y como todos conocemos, pero también nos dicen los datos, cuanto más grandes son los municipios de nuestra provincia, más joven es su población.
Si profundizamos más en la edad de los habitantes de la provincia, y en donde encontramos poblaciones más jóvenes, los últimos datos por municipio datan de 2014. En este año, como podemos ver en el gráfico, y como es previsible según lo dicho anteriormente, la mayor población joven se concentra en el Corredor del Henares, mientras que las zonas rurales presentan porcentajes menores de niños, niñas y jóvenes. Es curioso destacar como en los alrededores de las cabeceras de comarca encontramos también porcentajes superiores. Alrededor de Molina de Aragón, Sigüenza, Jadraque, Brihuega o Pastrana, encontramos municipios más pequeños, donde todavía podemos escuchar a los chavales jugar en sus calles.
Si vemos un mapa de distribución de los centros educativos de primaria y secundaria en nuestra provincia, podremos comprobar como ambos gráficos son casi idénticos. Como puede parecer lógico, donde hay niños se necesitan colegios, o bien donde hay colegios hay niños. Podremos discutir si fue antes el huevo o la gallina, pero lo que resulta evidente es que con el paso de los años los municipios que mantienen porcentajes de población menor de 20 años son aquellos que tienen escuela y se sitúan en los alrededores de institutos de educación secundaria.
Escuela, pero ¿qué escuela?
En los últimos años la preocupación por la crianza de los retoños ha crecido en todos los ámbitos. Prueba de ello son la multitud de escuelas que han ido naciendo, sobre todo en ámbitos urbanos, relacionadas con otros tipos de pedagogías, alejadas de la educación más convencional que se aplica en las escuelas públicas o concertadas. Incluso desde la propia administración regional se impulsan propuestas en este sentido, como la creación de una red de centros que utilicen el sistema de Comunidades de aprendizaje.
Una buena manera de medir el interés de la sociedad en ciertos temas, es a través de las búsquedas que realizamos en Google. Esta empresa nos facilita una herramienta, en la cual podemos analizarlas. Si lo aplicamos a búsquedas como crianza de los hijos, o pedagogías como Waldorf o Montessori, podremos ver el creciente interés suscitado en el último decenio por estas cuestiones.
Pero como ya hemos señalado, la mayoría de estas escuelas se sitúan en zonas urbanas. La plataforma Ludus recopila en su web un repositorio de muchas de estas iniciativas tanto públicas como privadas. Y confirma la afirmación anterior, la España vaciada, esta también vacía de oportunidades de educar a nuestros hijos e hijas de una manera diferente.
La oportunidad de las aulas
Y aquí es donde nuestras zonas rurales tienen una gran oportunidad. En las grandes urbes existe una demanda por otro tipo de educación, y cada vez más una tendencia a buscar espacios rurales para vivir en familia. Algunas experiencias como la de Olba en Teruel lo demuestran. Su escuela funciona desde hace ya muchos años con un huerto escolar como epicentro. No usan libros o fichas, no mandan deberes y utilizan muchos de los recursos naturales que tienen a su alrededor como parte del proceso de aprendizaje. Hace casi 20 años la escuela estuvo a punto de desaparecer, hoy tiene más de 30 alumnos y alumnas y las familias que llevan a sus retoños allí, han dado vida a varios municipios de la comarca.
Pero no es un ejemplo único. En Guadalajara, es bien conocido entre las familias con hijos el efecto llamada que ha supuesto el usar metodologías diferentes en escuelas como las de Lupiana o Iriepal, muy cerca de la capital. Según los datos de la Consejería de Educación estos dos centros han aumentado su alumnado en los últimos 10 años, lo que se podría achacar al incremento de población, pero comparándolos con otras pedanías de Guadalajara capital por ejemplo, tienen tendencias contrarias. Tanto Lupiana como Iriepal han doblado el numero de alumnos en el ultimo decenio, mientras en los demás centros no ha crecido el alumnado.
Las escuelas rurales por sus características pueden aplicar este tipo de metodologías con mayor facilidad. Los menores ratios profesor-alumno, el reducido numero de docentes en el claustro o la facilidad de acceder a recursos en el exterior como espacios naturales o los negocios de los vecinos y vecinas, hacen que la posibilidad de aplicar estas propuestas pedagógicas pueda ser más sencilla. Y además siempre como un servicio público, accesible y equitativo, ya que en nuestras zonas rurales la posibilidad de que existan escuelas privadas es casi nula.
Abrir o mantener una escuela en un pueblo, por si solo, no va a conseguir evitar la despoblación. Existen otros muchos factores a tener en cuenta. Pero está claro que los servicios educativos son fundamentales para que en los pueblos resida el relevo generacional que necesitan nuestras zonas rurales, y que la utilización de sistemas educativos libres, activos y respetuosos con el desarrollo cognitivo de nuestros niños y niñas puede suponer un aliciente importante a la hora en que una familia toma la decisión de mudarse a un pueblo. La oportunidad está ahí, eduquemos para repoblar.