No es sociología

08/06/2020 - 17:22 Jesús Fernández

¿Por qué la sociología ha servido de puerta de entrada a la política y no ha sido la antropología? 

Es antropología, o sea, humanismo, lo que aquí hacemos. En aquel tiempo (1968), los estudiantes estaban en la oposición y recorrían gritando las calles de Paris. Hoy, los estudiantes que decían  hacer  oposición gritando, están en el gobierno y no dejan gritar a los demás. Era una oposición instrumental, no era final, sincera, inmolada, sacrificada. Era egoísmo y ambición de poder. Tienen que cambiar de pensamiento, de lenguaje y de decisiones. De estudiantes comunistas han pasado a ser gobernantes pero siguen siendo  comunistas. Comenzaron criticando a los partidos en una tienda plantada en el centro de la ciudad, y se les ha caído la tienda y han caído ellos mismos en lo que criticaban, un partido de élites, de privilegios, de sueldos, de largos mandatos vitalicios, de banquetes, de chalets, de seguridad. Ellos lo saben. Saben que han traicionado al pueblo que les ha votado pero cuando ese grupo, ese pueblo, descubran el engaño y la maniobra, ese pueblo les expulsará del poder y les arrojará a las tinieblas exteriores. Mientras tanto –piensan-  hay que aprovecharse del engaño. Antes, cuando eran oposición, se dedicaban a despertar  a la gente, ahora, que están en el gobierno, se dedican a adormecer a los sectores, a la población. Pero ahora tienen otras armas, como son la colocación, la subvención, el confinamiento y el poder sobre el presupuesto.

¿Por qué la sociología ha servido de puerta de entrada a la política y no ha sido la antropología?  No es sociología sino antropología. Entre nosotros, los jóvenes marxistas han llegado al poder de la mano de la socialdemocracia que les sirve de paraguas. Ahora nos encontramos en un cartel contra la izquierda. Prepotencia de los partidos, enchufe en los cargos y corrupción. Los partidos políticos están sin control. Esta es la sociología. La sociología no tiene que servir de infraestructura para la política y necesitamos –como quiere Scheuch- un giro antropológico. Tenemos que salir de esta pantalla. Contra la política como carrera, tenemos que oponer la política como libertad y humanismo. La política se ha convertido en una agenda o un diario de los burócratas. Algunos confunden la joven libertad con la libertad de los jóvenes. Entonces ¿el día que dejen de ser jóvenes dejan de ser libres? Porque el  ser joven pasa pero el ser libre no pasa. La liberta no es joven, la democracia tampoco. 

La crisis de civilización que sufrimos, ha puesto de manifiesto que el tiempo de trabajo no es la contraposición al tiempo libre. La sociedad moderna se había acostumbrado a dividir el tiempo en estas dos mitades: tiempo libre y tiempo de trabajo. De momento, no hay tiempo libre porque no hay tiempo esclavo. Cuánto se suspira hoy por el tiempo de empleo, por el tiempo de trabajo. Y sobre todo, que el bienestar no equivale a acumular tiempo libre. El marxismo desde Marx, se dedicó a demonizar  el trabajo, dirigido por el capital, como  una explotación del hombre. ¿Y el tiempo libre? Hoy nadie quiere tiempo libre, desempleo. Hasta la religión es un factor de empleo del tiempo. No es tiempo perdido. Es igual que si al deporte o al periodismo lo llamásemos  tiempo libre, tiempo perdido.  Esto no lo veía Marx para quien el trabajo era sólo mano de obra del capital. O la sociología cambia a la antropología o no nos sirve como análisis de la realidad comunitaria.