Perplejidad

18/05/2020 - 10:48 Jesús Fernández

¿Hablamos de los muertos? ¿De quén son los muertos? ¿Quién hace política con ellos? Hasta ahora hemos guardado un respetuoso silencio a pesar de que nos asaltaban los gritos de protesta y de incoherencia. 

O yo o el caos, hemos oído estos días de boca de nuestros gobernantes. Eso mismo decía el dictador en sus años gloriosos de la Plaza de Oriente. El poder produce las mismas sensaciones, los mismos métodos  de amenazar  a la población. ¿Cómo es posible que  dictadores y demócratas utilicen la misma expresión? Respuesta, el mismo poder que tienen y temen ambos. Democracia perpleja. ¿Quién va a votar a estos que han demostrado tanto desprecio a la vida, a la salud y a la integridad de las personas? Para ellos, todos estamos enfermos o en vísperas y con temor de estarlo. Los gobernantes son políticamente fríos que cuando hablan  de buscar el bien del pueblo se refieren al bien de su partido y cuando dicen buscar el bien de su partido se refieren al bien  personal, a la buena vida de lujo, al poder, al banquetear, a la vivienda de confort. ¿Quién habla de igualdad?

¿Hablamos de los muertos? ¿De quien son los muertos? ¿Quién hace política con ellos? Hasta ahora hemos guardado un respetuoso silencio a pesar de que nos asaltaban los gritos de protesta y de incoherencia. Sólo los enemigos políticos hacen uso de los muertos. Alguien en el gobierno tiene que responder por ellos. ¿Quién se sienta en el Consejo de Ministros? ¿Quién ha votado las Leyes  en el Paramento? ¿Quién ha firmado los Decretos Leyes? Ser ministro no es sólo para nombrar Directores Generales a sus amigos, cargando de gastos al Presupuesto. Alguien tiene que tener responsabilidad penal en todo esto, pues se trata de muchos muertos. Pero estas muertes (30.000) se pierden en el horizonte del tiempo y se diluyen en la política de partidos, no de personas o de sujetos responsables. Se ha repetido hasta la saciedad que los muertos no son cifras, estadística,  números, datos sociales y oficiales  sino que son personas de carne y sangre, nombres y apellidos, familias, sufrimientos, parentescos naturales, vínculos espirituales, dolor personal. Los políticos no entienden de esto.  Para ellos, somos como una máquina. Los hijos y los padres son sólo una ecuación social que se  despejará el día de las elecciones. Los ciudadanos cuando depositan su voto, no eligen nada. En cambio, sus representantes  lo deciden todo. Democracia perpleja. Yo soy el pueblo, dicen los políticos. Ninguna clase quiere aniquilarse o desaparecer, sólo busca apoderarse del Estado y convertirse en dictadura del proletariado. El marxismo universal y no la democracia es la única forma de gobierno  para el mundo. No sé qué hacemos que no somos todos marxistas con lo bien que le va a la sociedad el marxismo.  

Estado de alarma, alarma del Estado. Hay que poner más el acento en la alarma que en el Estado. El Estado alarma. Democracia perpleja. Así se puede entender este uso político de las crisis sanitarias y del consiguiente temor de la población. Democracia perpleja. La transparencia ha desaparecido y se implanta el Estado de terror. Saca el voto, saca los diputados. Tráeme una mayoría y lo demás son palabras y discursos vacíos. Necesitamos inventar enemigos pero como nosotros les hemos inventado, nosotros les venceremos. Las ideas son más peligrosas que las armas. Si no les permitimos tener armas a los ciudadanos ¿por qué les vamos a permitir tener ideas propias? Hay que uniformarlo todo, estatalizarlo todo, incluido el pensamiento, la opinión y la expresión. Es la expropiación.