Proporcionalidad

26/08/2019 - 12:06 Jesús Fernández

Muchas veces ha pasado desapercibida la llamada democracia de las mayorías.

El ansia de poder, la codicia de dinero y el reparto de ministerios hace aparecer nuevos conceptos en la era actual. Se acabó hablar de democracia y gobiernos de las mayorías. Ahora lo que  sale de unas elecciones no son mayorías de gobierno sino núcleos proporcionales de poder. Vamos a gobernar todos los partidos que se han presentado a dichas elecciones. ¿No están todos y cada uno de ellos presentes y representados en el Congreso de los Diputados, en el Legislativo? ¿Por qué no van a estar presentes y representados en el Ejecutivo? Quiero  tantos ministerios que me corresponden en base a la proporcionalidad de votos alcanzados. Igual que con los escaños en el Parlamento. Hay que transformar los votos en ministerios. ¿Dónde está ese otro H’ont que mediante una regla de proporcionalidad distribuya la equivalencia entre votos y ministerios? 

Muchas veces ha pasado desapercibida la llamada democracia de las mayorías. Quiere esto decir que un país será gobernado por  aquella  mayoría parlamentaria conseguida a base de reunir y sumar el grupo de  diputados suficientes para apoyar o sustentar a dicho gobierno. Las minorías políticas o formaciones minoritarias (hay otro tipo de minorías étnicas, religiosas, culturales)  aceptarán las decisiones que valen para todos los ciudadanos, incluidos los que vivan en minoría. El gobierno tiene que ser para todos, aunque no hayan votado a la mayoría gobernante. En nuestro país se gobierna y se legisla demasiado para los suyos, para los votantes de su formación. Igualmente, dichas minorías tienen que aceptar la validez universal de los acuerdos adoptados por las mayorías.

Para algunos, una cosa es el resultado de las elecciones para el partido y otra cosa muy distinta la gobernabilidad. El lenguaje no anda lejos, la letra no está ajena al espíritu. La intención de la expresión. Por ello se habla de mayorías absolutas, de mayorías aplastantes. La democracia es –dicen- un juego de mayorías. Hasta que venga otra mayoría igual de absoluta, igual de aplastante. Así caemos en la dialéctica de la famosa alternancia, es decir, la política de la derogación. Una mayoría en el gobierno deroga o deshace las decisiones o medidas tomadas por el anterior, teniendo sólo como referencia únicamente los intereses de la mayoría política vigente o venidera, no los intereses generales o comunes de la población. La política se convierte así en algo intranscendente  para la mayoría de la población que ve cómo ella se convierte en un juego de cartas entre políticos profesionales y bien pagados. En el gobierno de las mayorías no puede haber diálogo sino negociación o imposición.

Ahora se entiende muy bien por que unimos siempre, en estos comentarios, poder y dinero. El famoso asalto a loso cielos es el asalto al poder y el acceso al presupuesto. Desde el poder se maneja el presupuesto y se distribuye el dinero público o común a  quien se quiere. El que aporta proporción quiere su porción de poder y de dinero. Las pobres minorías siguen siendo las minorías pobres y de pobres.