Pueblos en alto
Luis Monje nos trae a su sección 'Crónicas retrospectivas' este artículo publicado el 21 de noviembre de 1995.
La accidentada geografía de nuestra provincia, consecuencia de múltiples cauces, cuencas y barranqueras, ha dado lugar a tal cantidad de pueblos que a principios de siglo eran cerca de 500, ahora reducidos a casi 460, de los cuales son ayuntamientos 287 y pedáneos 171.
No hay que decir que estos núcleos urbanos tienen los más dispares emplazamientos. Predominan en los valles, hondonadas y laderas, pero también abundan los que, al circular por las vegas, vemos allá en la altura, no digo “como formidable alusión de heroísmo en cuatro leguas a la redonda”, según describió Ortega y Gasset a Medinaceli, sino como espléndidos miradores sobre las tierras bajas por las que discurre casi siempre alguna corriente de agua. Son, efectivamente, pueblos en alto si se les mira desde abajo, pueblos que parecerían castillos si tuvieran más aire de fortaleza, aunque algunos conservan las ruinas o, al menos, la tradición de una torre o murallas. La mayoría son pueblos que parecen inexpugnables, pero a los que se llega por el lado opuesto mediante caminos o carreteras totalmente llanos. Están en lo alto si se les contempla desde el valle, y al borde de la meseta cuando se les mira desde las alcarrias.
De estos, hay numerosos ejemplos. Tal sucede con Casas de San Galindo y Miralrío, que se asoman al Henares; Trijueque, Gajanejos y Almadrones, al río Badiel; Pelegrina y Mirabueno, al Dulce; Yela, Villaviciosa, Valfermoso y Horche, al río Tajuña; Peñalén, Zaorejas, Huertapelayo y Alocén, al Tajo; Escamilla, al Guadiela; Uceda, al Jarama; Fuentes de la Alcarria, al Ungría; Cuevas Labradas, el Gallo; Castilmimbre, al arroyo de Pajares, etc. Casi todos tienen fácil acceso por el lado contrario al que vemos desde el valle, de tal manera que pierden su bélico aspecto si se llega a ellos por la llanura.
Codes en la cima
Uno sólo conozco al que, por dondequiera que se vaya, hay siempre que subir.
Está en el extremo de la provincia, lindando con la de Soria, y se asoma a distancia al profundo foso del río Mesa, aunque desde su altura no se alcanza a ver el río. A Codes, situado a unos nueve kilómetros al Norte de Maranchón, se llega por una carreterita, recientemente modernizada por la Diputación, que discurre por espléndidos sabinares, quizá los mejores de la provincia. El pueblo se asienta sobre un otero, montículo o cabezo prácticamente cónico, aunque su cima ha sido allanada por los siglos. Su altura sobre la cota de la carretera, en la base del cerro, es de unos setenta metros. Llama la atención el pueblo en lo alto, aunque sólo se ven unas pocas casas al iniciar la ascensión por estar ligeramente inclinado el caserío hacía el Sur. En Codes, todo es horizonte sin límites, con vistas a bosques de sabinas salpicados de pinos y tierras de pan llevar, según se mire hacia el Sur o hacia el Norte. Codes se halla a 1.237 metros de altitud, 50 menos que Balbacíl, según el Instituto de Estadística, aunque la iglesia de éste da la impresión de que se encuentra en un plano inferior. A pesar de su alta cota, casi todas sus casas tienen pozo de no mucha profundidad, y dentro del casco urbano se ve al entrar una laguna o navajo que nunca se seca. En las afueras hay una pequeña explanada a la que llaman “El Castillete”,donde probablemente hubo alguna torreta. En Codes, sus habitantes no llegan en invierno ni a una docena, aunque los fines de semana se multiplican. Está bien pavimentado, sin problema de aguas. A cinco kilómetros, ya en Soria, está Iruecha, donde una nueva carretera desciende en continuas curvas hasta Mochales, en el valle del Mesa.
Sobre la quilla de un barco al revés
En un cerro aún más espectacular que el de Codes está Castilmimbre, pedáneo de Brihuega. Una piedra echada a rodar desde arriba bajaría dando tumbos hasta el valle. Y esto por cualquier lugar que la arrojasen, excepto el Este, por donde Castilmimbre se une a la meseta. Es el mismo caso de Fuentes de la Alcarria, con la diferencia de que en Fuentes el istmo está al Oeste. Estos dos pueblos están como sobre la quilla de un barco puesto boca abajo. Se ven en alto desde cualquier punto cardinal, excepto por uno. En Fuentes sirve de cómodo acceso para los coches, pero en Castilmimbre esta entrada en llano sólo es útil para el paso de los tractores por tratarse de un camino de labor.
Curiosa es también la situación de Cuevas Labradas, pedáneo de Corduente, emplazado casi en lo más salto de una empinada ladera por la que asciende penosamente, con interminables curvas, una carretera de la que parte a media cuesta la construida recientemente para llegar al Puente de San Pedro siguiendo el cauce del Gallo. Este pueblo tiene espléndidas vistas sobre la profunda hondonada del río. A Cuevas Labradas se va por el Barranco de la Hoz y Torete.