Rafael Moreno ‘Rafa’ ... El entrañable guardacoches de la Plaza de Dávalos

19/06/2016 - 09:30 Eduardo Díaz

Uno de los personajes más queridos  de las gentes de Guadalajara es, sin lugar a dudas, Rafael Moreno Vadillo. Su amabilidad, cortesía, humildad y, sobre todo, su cariño a las gentes de su ciudad llegaba al fondo del corazón de los guadalajareños.
   Rafa nació hace 63 años, en la localidad cordobesa de Baena; pero siendo todavía un bebé, a su padre le trasladaron a la estación ferroviaria de Baides. A los  ocho años, su familia se trasladó de manera definitiva a Guadalajara y fue aquí donde Rafa celebró su Primera Comunión en la parroquia de San Pedro y San Pablo, en el  entrañable barrio de la estación.
        Poco a poco, la terrible enfermedad de macrocefalia se fue haciendo más evidente sobre el bueno de Rafael, por lo que sus padre, y con mucho pesar, decidieron trasladarle al centro ocupacional de Ávila, para que fuese aprendiendo los hábitos para convivir con esta dolencia. Cuando cumplió la mayoría de edad, su familia pidió el traslado al  centro del colegio de la Virgen de la Salud de nuestra ciudad, ganándose el cariño y respeto, tanto de sus profesores como el de sus compañeros.
    Su primer trabajo en nuestra ciudad fue en Billares Topete y en el Teatro Coliseo Luengo, a las órdenes de Domingo del Río y Julián Peinado, los cuales tenían arrendados ambos locales a Salustiano Luengo. Su labor era realizar todos los recados que le mandaban e igualmente repartir la propaganda de los actos que se realizaban en la sala teatral. Posteriormente, realizó labores de cobrador de autobuses urbanos en la empresa de Patricio Muñoz, una labor que le encantaba, ya que el trato con el ciudadano le gustaba muchísimo.
    Cuando el bueno de Rafa cumplió 35 años encontró su trabajo definitivo como controlador y vigilante de vehículos estacionados, en la céntrica Plaza de Dávalos, pasando a depender de la asociación ANIC (Asociación Nacional  de Inválidos Civiles).  Es en este lugar, en donde se ganó el respeto y la admiración, tanto por parte de los conductores, como de los propietarios de los comercios aledaños de la zona. El precio por estacionar era de 5 pesetas, pero a Rafa, los usuarios siempre le aportaban una propinilla, con la excusa de que se tomase un café. Si por algo destacó en su vida laboral fue por su puntualidad en sus horarios de trabajo, así como el trato amable y ejemplar hacia sus clientes.
    Su Minuto de Oro le llegó con el rodaje de la película del director de cine, José Luis García Sánche, Hay que deshacer la casa. Un largometraje que fue rodado íntegramente en nuestra capital y en el cual Rafa fue protagonista del mismo, vendiendo un típico botijo alcarreño a la mismísima Amparito Rivelles en el establecimiento de Loza y Cristal de Nemesio Vicente, en la Plaza de Dávalos. Por cierto, que la magistral artista, tristemente ya fallecida, recibió el Goya a la mejor actriz protagonista en dicha película por su papel de Laura, en la primera edición de los premios cinematográficos de Los Goya.El papel de hermana suya lo realizaba Amparo Soler Leal y su misión era vender las propiedades que poseía su padre, fallecido en Guadalajara.
        En la actualidad, Rafa, reside de forma permanente en la residencia de ancianos Los Olmos de Guadalajara, conserva su memoria como si fuese el disco duro de un ordenador y se alegra muchísimo, cuando recibe la visita de sus múltiples amigos que  aún conserva.