Robledillo busca botarga para el año que viene

08/02/2024 - 17:55 Paco Campos

Hace 13 años, y ante la falta de niños, entraron tres niñas en la botarga infantil de Robledillo de Mohernando, con lo que se logró que no se perdiera una tradición cuyos primeros testimonios los hallamos en el siglo XV. Este año, semanas atrás, salía nuevamente por sus calles. Lucía Ramírez, María Romero Vidal e Inés Sancho fueron las pioneras.

FOTO: FRANCISCO LOZANO GAMO / NUEVA ALCARRIA (ARCHIVO)

Sin embargo, ahora la presencia de niñas ha pasado de ser necesidad a virtud. Tanto es así que necesitan chicos, para garantizar que haya un mayor número de personas dispuestas a ser botarga.

Días atrás cuando se celebró la fiesta, hubo cuatro niñas y tres niños.

El botarga, Adam,  era uno de ellos porque, con sus 14 años, era el mayor. “Cada año cuesta más encontrar gente, hasta el último mes no se sabe si va a salir” lamentan los vecinos. La franja de edad actual comprende entre los 14 y los 7 sin incluir a los cesteros.

Alcalde de Robledillo de Mohernando, Rubén Marchamalo.

 

El resto fueron:

Lola Alonso   -  9 años (bailarina)

Cataleya Alonso  -  7 años (bailarina)

Arturo - 13 (guitarra)

Alba Alonso- 11 (bailarina)

Marco - 7 (triángulo)

Rihana - 7 (bailarina)

Kenia - 7 (cestera o bailarina) ha hecho ambas labores cubriendo alguna baja.

FOTO: RICARDO VILLAR / NUEVA ALCARRIA

En total, el número de miembros oficial son siete, 4 bailarinas, un triángulo, guitarra y botarga. Además, han salido dos niños de 3 años disfrazados.

FOTO: RICARDO VILLAR / NUEVA ALCARRIA

El alcalde de la localidad campiñera, Rubén Marchamalo Almazán, que fue testigo de este acontecimiento como botarga hace 13 años, remarca “nos las estamos viendo y nos las estamos deseando para encontrar botargas”.

A ello se suma “que hay pocos niños y niñas, porque después se hacen mayores; con la pandemia se han saltado varias generaciones y han pasado de golpe a ser demasiado pequeños, con lo cual no hay suficientes, indica.

Antes –recuerda- el botarga tenía una media de 16 años, “lo que pasa es que ahora, las generaciones que vamos entrando cada vez crecemos antes y se acorta la edad”. El botarga de este año tenía 14 años, era el el de más edad. “Sin embargo, las bailarinas no llegan a nueve años y si se cansan el año que viene pues no tendremos botarga”.

Este año harán trajes nuevos para la próxima edición, “me han pedido que buscase unas tallas más grandes para que no se perdiera la tradición”.

 

Antes había tanta gente de la misma quinta que no daba tiempo a rotar todos los chicos el mismo traje. “Muchos se quedaron sin ser botargas, porque el traje no les valía y cambiaban a otra generación”, afirma Marchamalo. Fue entonces “cuando los padres decidieron poner un botarga de una generación más joven, más que nada para que les valiera el traje”. Cuando no había una generación completa “lo que hacían era rotar entre bailarines, guitarra, y portapaz, pero la tradición era que todos los miembros de una misma generación rotaran por todos los puestos al objeto de que todos fuesen botargas algún año”, añade.

Ahora “los padres se cansan demasiado rápido y pasa a la generación siguiente”.

FOTO: FRANCISCO LOZANO GAMO / NUEVA ALCARRIA (ARCHIVO)

Hace 13 años el cronista Oficial de Robledillo de Mohernando, Paco Lozano Gamo, se hacía eco en un reportaje publicado en Nueva Alcarria, de la participación de las tres primeras niñas en la Botarga de la localidad.  “Con seis grados bajo cero, los siete jovencísimos chavales, entre los que por primera vez había tres chicas, integraron el grupo de bailarines, músicos y el portapaz, acompañando a la botarga infantil por las calles de la villa campiñera de Robledillo, una fiesta catalogada de Interés Turístico  Provincial y cuyo origen se pierde en siglos muy remotos”. Ya existía –recordaba- en el siglo XV, cuando el pueblo pertenecía a los señores de la Vieja Encomienda de Mohernando y Condado de Humanes, Francisco de Eraso y Mariana de Peralta.

Cuando la campana del reloj municipal de la villa daba sus once “puntuales toques”, el jovencísimo Botarga personificado por Rubén Marchamalo Almazán actual alcalde del pueblo, que tenía por entonces 10 años, daba la voz de mando a los bailarines Abraham Fernándesz García, Mario Ramírez Marchmalo, Marcos Fernández y Alonso Sancho Sanz, para que le acompañaran al ancestral recorrido por las principales calles del caserío. La niña Lucía Ramírez Marchamalo, ante la falta de chicos, y con tan sólo siete años, salía en calidad de portapaz, asi como la tañadora del hierro, María Romero Vidal también de 7 años y la guitarrista Inés Sancho Sanz de 9 años, informaba Lozano Gamo. “En todo momento, el grupo estuvo arropado con la música castellana de los dulzaineros robledillenses Carlos González, Fernando Sancho y Felix Cabrero”.

Desde siglos inmemoriales, el que suele vestirse de botarga es el niño de mayor edad, “por aquello de hacer valer el orden”.

 

Su indumentaria o traje de bayeta, en el que alternan los colores rojos, amarillo y verde, “van acompañados de un decorado con figuras de lagartos, dragones y serpientes, no usa careta, pero sí se pinta bigote, para demostrar más seriedad y edad, lleva un gorro bicorne de los mismos colores que el traje, en la cintura le cuelgan gran número de campanillas de las usadas en el enjaezamiento de las caballerías de labranza y que se extienden también por el pecho y espalda, a modo de bandolera”.

 

El grupo de bailarines, como los propios músicos, así como el portapaz, aparecen vistiendo a modo de traje, entre lo labriego, y el pastoreo, “muy común de estos oficios y tierras campiñeras de épocas pasadas”.

Más de una década después, Ricardo Villar, titulaba el viernes 2 de febrero: “Los niños son garantes de la más hermosa tradición de la villa campiñera”. El joven alcalde, Rubén Marchamalo, disfrutaba como primer edil de esta enrtrañable tradición de la que fue parte. También se sumaban a la fiesta de interés turístico otras autoridades provinciales como los diputados, José Luis Arcángel y Victor Morejón. Tras la misa, y una infinidad de bailes, recogiendo las limosnas y viandas, calle por calle, casa por casa, los incansables pequeños acababan su tournée a las 15 horas, con un gran banquete para los niños y sus progenitores a base de patatas guisadas, viudas, cocinadas en puchero.

El alcalde, Rubén Marchamalo, los diputados provinciales, Victor Morejón y José Luis Arcángel, junto a miembros de la Corporación Municipal, compartieron con los vecinos los momentos más entrañables y emotivos de la fiesta.