Salvador Toquero Cortés, director de “Flores y Abejas”

10/01/2020 - 20:33 Luis Monje Ciruelo

Artículo publicado en Nueva Alcarria en diciembre de 2007

 

No ha sorprendido a nadie la muerte de Salvador Toquero Cortés, enfermo desde hace algún tiempo. Su óbito el pasado martes casi ha coincidido en el tiempo con el de su único hermano, Alfonso, fallecido cuatro días antes, un hombre bueno vinculado también a las tareas periodísticas, en el ámbito administrativo, durante muchos años.

La noticia de la enfermedad de Salvador, “Salva” para los amigos, me produjo un gran impacto emocional, no sólo porque éramos amigos y compañeros, sino porque en cierta manera hemos formado durante muchos años una pareja periodística en la que había mucho de sana rivalidad y de coincidencias profesionales. Los dos fuimos durante varias décadas los voceros de la provincia en los periódicos nacionales, él a través del desaparecido diario “Ya”, de Radio Nacional y de la Agencia “Logos”, de la Editorial Católica, y yo mediante ABC, Cadena SER, Agencia EFE y La Vanguardia Española, de Barcelona. Y los dos hemos publicado libros y millares de artículos.

Más de una cordial y civilizada polémica mantuvimos, él en Flores y Abejas, del que fue treinta años director, y yo en Nueva Alcarria, donde fui a lo largo de dos décadas redactor-jefe y subdirector. El paralelismo personal se extendía a nuestra preparación académica: los dos licenciados en Derecho, periodistas y maestros nacionales, aunque él ejerció como procurador de los tribunales y yo, bastantes años,  como profesor, compartiendo ambas actividades con la periodística, lo que era posible en aquellos tiempos.

Nadie mejor que yo puede reconocer los méritos periodísticos de Salvador Toquero, rivales como hemos sido también en hacer literatura en los periódicos. Tenía un estilo claro, directo, no sólo correcto sino de extraordinaria calidad literaria. Era, posiblemente, la mejor pluma de la provincia. Su defecto fue, a mi juicio, que centró demasiado sus crónicas y artículos semanales en lo político, siempre con moderación y respeto hacia los políticos. Ejercía, como gran aficionado, de cronista taurino en su periódico, y fue impulsor y miembro destacado de peñas y asociaciones de esta naturaleza. En su juventud fue un buen defensa del Deportivo Guadalajara.

Aunque nuestro trato no fue íntimo, reconocía en él su gran humanidad, su talante de hombre generoso y cordial, abierto a todas las iniciativas y solidario con toda noble empresa. Y, sobre todo, un buen católico y hombre de firmes convicciones.

Con su muerte, a los 81 años, desaparece un periodista muy representativo de una época que pudiéramos calificar de romántica en el ejercicio de esta profesión.
Nunca pensé que su fallecimiento me iba a producir tanta impresión. Quizá no sea ajeno a ello el paralelismo de nuestras vidas. Descanse en paz.