Tierra de castillos

12/05/2017 - 19:14 Jesús de Andrés

Repasaba hace poco Raquel Gamo en Eldiario.es la larga lista de abandonos y restauraciones pendientes en la provincia.

Castillos que dan nombre a estos reinos, designando un territorio. Castillos sobre un otero, dominando la planicie, encaramados sobre un río, castillos sobre una roca. Castillos fronterizos, residencia de señores, baluartes para la guerra. Castros celtibéricos y alcazabas musulmanas, castillos de reconquista y atalayas. Fortalezas que son paisajes. Castillos para la lucha por el poder, asaltados, destruidos y abandonados. Castilla es tierra de castillos y sin embargo parece que a nadie importan.
    De la treintena de castillos existentes en Guadalajara –a los que hay que añadir un centenar de murallas, torres y otros restos- se cuentan con los dedos de una mano los que han tenido una restauración digna para uso público. El de Sigüenza, convertido en Parador Nacional o el de Torija, que alberga el Museo del Viaje a la Alcarria y el Centro de Interpretación Turística de la provincia, son los ejemplos más destacados. Otros conjuntos, sin más pretensión, se mantienen dignamente, como los de Atienza, Jadraque, Molina o Pioz, pero la inmensa mayoría se encuentra en estado de abandono, esperando a que el tiempo haga su labor imparable de erosión y olvido.
    Los castillos de Guadalajara han tenido buenos cronistas y poetas. Desde que Francisco Layna Serrano escribiera su seminal Castillos de Guadalajara, allá por 1933, otros autores han contribuido a su conocimiento: Antonio Herrera Casado, Francisco García Marquina, Jorge Jiménez Esteban, José Luis García de Paz… Sin embargo, no ha ido parejo el interés de las distintas administraciones por evitar su desamparo. Cierto es que el patrimonio a proteger es mucho y que los presupuestos son escasos y limitados, eso hay que reconocerlo. De hecho, algunos se están restaurando o están a punto de serlo, como los de Brihuega y Cifuentes, pero hubiera bastado con una planificación a medio plazo para corregir la situación. Desde la transición, vamos por la XII legislatura en España y por la IX en Castilla-La Mancha. Con que se hubiera dedicado una parte ínfima del presupuesto a recuperar un castillo en cada legislatura, no estaríamos como estamos.
    Repasaba hace poco Raquel Gamo en Eldiario.es la larga lista de abandonos y restauraciones pendientes en la provincia, destacando que sólo la movilización social ha conseguido en los últimos tiempos que las cosas se muevan, como ha ocurrido en Retiendas con el Monasterio de Bonaval o en Cifuentes con su castillo. A la espera quedan decenas de monumentos, como el castillo de Galve de Sorbe o el alcázar de Guadalajara. De este último, sobre el que llamara la atención el historiador Pedro José Pradillo, hace ya unos cuantos lustros que se espera una rehabilitación que nunca llega. Es conocida la lucha que Layna Serrano mantuvo para que se reconstruyera el Palacio del Infantado tras la guerra, y su enfado porque se levantara antes una plaza de toros. Pues eso.