Un thriller trasgresor y una comedia enloquecida protagonistas en Málaga
01/10/2010 - 09:45
Por: COLPISA
Un thriller trasgresor y una enloquecida comedia acapararon este miércoles la atención en el Festival de Málaga. El primero, Naranjo en flor. El crimen título sacado de un famoso tango- ha sido dirigido por el español Antonio González-Vigil en Argentina y está protagonizado por Eduardo Blanco, María Marull, Dalia Elnecave y Verónica Bonter. La comedia lleva por título Enloquedidas, la ha dirigido Juan Luis Iborra y tiene a Verónica Forqué, Silvia Abascal y Concha Velasco como cabezas de cartel.
Antonio González-Vigil enumeró la larga serie de trabas que ha tenido para rodar la película en España, obligándole finalmente a situarla en Argentina. La protagonista es una psicoanalista que una noche mata accidentalmente a un hombre que está golpeando a una prostituta, ocultando después del cadáver. Se interesa por la vida del muerto, que resulta ser un policía maltratador, e inicia una amistad con la mujer agredida y con el agente que investiga la desaparición de su compañero. Es una película interesante, bien narrada por González-Vigil, cuya experiencia cinematográfica anterior está en un episodio del largometraje Delirios de amor y en algunos episodios de la serie de televisión de igual título.
Para el director, el lograr producir y dirigir esta película ha sido toda una odisea. El cine español es un escándalo. Una industria que consiste en acumular recursos públicos en la que los productores se limitan a pedir dinero y con lo que consiguen hacen una película que cueste un poco menos. La historia original sucedía en Bilbao y en el reparto original iban a estar Karra Elejalde, Rosa Mariscal y Javier Gurruchaga, pero año tras año, tanto el ministerio de Cultura, como el gobierno vasco y las diferentes televisiones me negaron todo tipo de apoyos. El gobierno vasco me ha negado incluso el rodar en la sede de la lendakariza, aseguró.
Para González-Vigil el Gobierno vasco es el más surrealista del mundo porque la primera vez que presenté el proyecto me dijeron que no les gustaba, la segunda, que era inviable. La tercera, ya con imágenes rodadas, que no insistiese más, que no cumplía los requisitos. Incluso anteayer me han vuelto a negar el crédito de cinco millones de euros que conceden a todos los filmes. Todo esto obligó a González-Vigil a replantearse la película y rodarla en Buenos Aires con actores argentinos. Curiosamente, el instituto de cine argentino le ofreció una ayuda en cuanto la solicitó. España es el primer país en cine digital, porque todas las subvenciones se dan a dedo, denunció el director, que pidió una revisión de los mecanismos por los que se conceden estas ayudas, que siguen siendo absolutamente necesarias. La película no tiene aún distribución en España. Solo una pequeña distribuidora catalana me ha ofrecido su apoyo, diciéndome que si no conseguía a nadie, ellos me distribuirán el filme. En cambio, en argentina ahora mismo hay dos distribuidoras peleándose por conseguir llevar la película.
Ciudad en obras
Enloquecidas, dirigida por Juan Luis Iborra, a partir de un guión que ha escrito junto a Antonio Albert, es una comedia muy comercial en torno a la historia de una chica y a su tía por encontrar al joven del que la primera se ha enamorado, en un Madrid completamente levantado y lleno de obras que hace que siempre lleguen tarde a todos los sitios. La película combina humor e intriga y, aunque no es un filme que encaje con lo que se puede esperar en un festival de cine, tiene la taquilla asegurada.
Para Juan Luis Iborra, director de títulos como Tiempos de azúcar, esta historia que escribió hace cinco años es un proyecto pequeño, de bajo presupuesto y muchos decorados, con abundantes guiños cinematográficos y teatrales y con unas ajustadas interpretaciones. Las mayores burradas se deben decir siempre desde la relajación, reconoció Silvia Abascal, que trabaja por quinta vez con este director.
Para el director, el lograr producir y dirigir esta película ha sido toda una odisea. El cine español es un escándalo. Una industria que consiste en acumular recursos públicos en la que los productores se limitan a pedir dinero y con lo que consiguen hacen una película que cueste un poco menos. La historia original sucedía en Bilbao y en el reparto original iban a estar Karra Elejalde, Rosa Mariscal y Javier Gurruchaga, pero año tras año, tanto el ministerio de Cultura, como el gobierno vasco y las diferentes televisiones me negaron todo tipo de apoyos. El gobierno vasco me ha negado incluso el rodar en la sede de la lendakariza, aseguró.
Para González-Vigil el Gobierno vasco es el más surrealista del mundo porque la primera vez que presenté el proyecto me dijeron que no les gustaba, la segunda, que era inviable. La tercera, ya con imágenes rodadas, que no insistiese más, que no cumplía los requisitos. Incluso anteayer me han vuelto a negar el crédito de cinco millones de euros que conceden a todos los filmes. Todo esto obligó a González-Vigil a replantearse la película y rodarla en Buenos Aires con actores argentinos. Curiosamente, el instituto de cine argentino le ofreció una ayuda en cuanto la solicitó. España es el primer país en cine digital, porque todas las subvenciones se dan a dedo, denunció el director, que pidió una revisión de los mecanismos por los que se conceden estas ayudas, que siguen siendo absolutamente necesarias. La película no tiene aún distribución en España. Solo una pequeña distribuidora catalana me ha ofrecido su apoyo, diciéndome que si no conseguía a nadie, ellos me distribuirán el filme. En cambio, en argentina ahora mismo hay dos distribuidoras peleándose por conseguir llevar la película.
Ciudad en obras
Enloquecidas, dirigida por Juan Luis Iborra, a partir de un guión que ha escrito junto a Antonio Albert, es una comedia muy comercial en torno a la historia de una chica y a su tía por encontrar al joven del que la primera se ha enamorado, en un Madrid completamente levantado y lleno de obras que hace que siempre lleguen tarde a todos los sitios. La película combina humor e intriga y, aunque no es un filme que encaje con lo que se puede esperar en un festival de cine, tiene la taquilla asegurada.
Para Juan Luis Iborra, director de títulos como Tiempos de azúcar, esta historia que escribió hace cinco años es un proyecto pequeño, de bajo presupuesto y muchos decorados, con abundantes guiños cinematográficos y teatrales y con unas ajustadas interpretaciones. Las mayores burradas se deben decir siempre desde la relajación, reconoció Silvia Abascal, que trabaja por quinta vez con este director.