Vecinos de los pueblos del incendio recorrieron 35 kilómetros en la décima Ruta Ciclista

23/08/2016 - 12:26 Marta Martínez

Cerca de medio centenar de personas participaron en la ruta, que partió desde Ciruelos, hizo parada en el castro celtibérico de Olmeda de Cobeta y en sus robles centenarios y concluyó en Cobeta.

La Coordinadora Vecinal Queremos Futuro celebró ayer, lunes 22 de agosto, una nueva edición de la Ruta Ciclista por la zona del incendio que en 2005 asoló los pinares. Son ya diez los años que se viene celebrando este encuentro y en esta ocasión cerca de medio centenar de personas participaron en la marcha.

La ruta partió a las diez de la mañana de Ciruelos, pasó por la finca de Solanillos, donde se encuentra la Fundación Apadrina un Árbol, iniciativa surgida también a raíz del incendio, y continuó hacia Olmeda de Cobeta, donde se hizo una merecida parada para comer y descansar.

Posteriormente, los ciclistas, acompañados por algunos vecinos y familiares que se unieron en esta parte, visitaron el castro celtibérico y los robles centenarios de la Dehesa de Olmeda de Cobeta, entre cuyos ejemplares destaca el denominado Roble de las Ermitas, un ejemplar de extraordinaria belleza y siglos de historia. Todo ello guiados por las explicaciones de vecinos de la localidad.

Tras esta interesante parada cultural, las bicicletas volvieron a rodar y concluyeron el último tramo de la ruta, con destino final en Cobeta. De esta forma completaron un recorrido de 35 kilómetros, que transcurrió fundamentalmente por caminos.

A su llegada les esperaba una merienda ofrecida por la asociación de Cobeta en el centro cultural, un momento que sirvió para intercambiar impresiones sobre la jornada ciclista, y después hubo tiempo para una pequeña pero animada ronda de juegos populares, en la que participaron tanto mayores como pequeños.

La jornada, que transcurrió sin incidentes, fue calurosa pero eso no aplacó los ánimos de los corredores, la mayoría de los cuales mostraba su satisfacción a su llegada a Cobeta, tras superar el empinado camino de la ermita.

Los organizadores hacen un balance muy satisfactorio de esta décima edición de una ruta que comenzó como un motivo de encuentro y hermandad entre los vecinos de la zona, unidos más que nunca por causa de las llamas, y una forma de hacer visibles sus reivindicaciones por un futuro para los pueblos de la comarca.