El retrato de un retrete

12/04/2019 - 17:12 Emilio Fernández Galiano

Cuentan que el Prado registra miles y miles de entradas, para contemplar o también imaginar cómo cagaba el monarca y eso me recordó si has de desenamorarte.

Cuentan que el Prado expone el trono íntimo real, también real, de un monarca visceral. Cuentan que es exposición de una gran deposición. De un rey llamado el felón y mal ejemplo Borbón. Que el séptimo de Fernando, en la dinástica línea, traicionó a su patria pactando y eso ahora no es extraño. Que los responsables de Estado, deberían releer, que el pasado nos enseña y la historia no se reescribe, por mucho que el docto se empeña. 

Y porque lo de felón, viene de alta traición, y si muestran su inodoro para no poder olvidar cómo él evacuaba, que yo vea el de Moncloa para así atestiguar cómo se equivocaba. Si aquél era de noble madera, con gualda de terciopelo, éste será de finísima porcelana, con su leyenda de Roca, gran tomadura de pelo si viene de Barcelona. Uno y otro receptores, ya me disculparán por lo escatológico del tema, de gran tamaña traición.

Dicha exposición, en el más grande museo, pretende humanizar lo regio, pues Fernando el séptimo pactó y bien, muy bien la cagó. Y se muestra su retrete como testigo indeleble para perpetuar que quien así conspiró, al final también la cagó. 

Como retratista y pintor, me fijo en su escorzo facial, no hace falta deducir que en cierto no era genial. Esos eslabones tontos que tienen también los borbones, como en cualquier gran familia que practique la homofilia, entendiéndola por tal los que se unen igual con prima, hermana o sobrina. Bien hizo nuestro Felipe, ahuyentar por amor, tendencias tan desatinas. Y reitero como artista, que el rostro de nuestro monarca en nada tiene que ver con su tatarabuelo afecto. Si aquél encerraba trauma, el nuestro exhibe perfecto. 

Y volviendo a la exposición de la época pasada, cuentan que el Prado registra miles y miles de entradas, para contemplar o también imaginar cómo cagaba el monarca y eso me recordó, si has de desenamorarte, lo mejor imaginarte cómo caga tu pasión. Por el rigor de la vida ha hecho muy bien el Prado, demostrar que, al fin y al cabo,  todos somos humanos y tenemos apretones como también los borbones. Y acuden al mismo retrete, tan pronto llegue aquél  brete, porque hay que vaciar lo que la boca se mete. 

Resulta bastante obvio que también es nuestro rey  esclavo de toda ley y de la naturaleza, pero pasará a la memoria por ser un gran estadista sin que nadie rememore lo más íntimo  de su esencia. Que del séptimo bien recordamos su condición de felón, pero del sexto será por su mejor defensa de nuestra Constitución. Esta es la breve historia, con ritmo poco académico, sin el rigor de la métrica pero puliendo lo cómico. De cómo una exposición, inspiró a este humilde escribano, apellidado Galiano y con la mejor intención. Que aprendamos lo que fuimos y lo que disfrutamos hoy.