Alarmante disminución de alumnos en la Alcarria

03/03/2020 - 22:59 LUIS MONJE CIRUELO / PERIODISTA

Artículo publicado en ABC en julio de 1974

La emigración rural a la ciudad, por afectar principalmente a las personas jóvenes, incide de forma muy directa en la población escolar. Tanto es así, que el censo de enseñanza primaria en la Alcarria ha quedado reducido casi a la mitad durante los últimos diez años. Al hablar de la Alcarria no me refiero genérica-mente a toda la provincia, como es normal, sino a la específica comarca que se extiende entre el Henares y el Tajo, y comprende la totalidad de los partidos de Brihuega, Sacedón y Pastrana y gran parte de los de Guadalajara y Cifuentes.

La emigración despuebla la provincia e influye negativamente, de manera alarmante, en la matrícula escolar. Las cifras son expresivas, pues los 9.770 alumnos de enseñanza primaria que había hace diez años en la Alcarria, sin con-tar la capital, ahora son solamente  5.560, lo que supone un 56 por ciento, es de-cir, prácticamente la mitad. Durante ese tiempo han quedado vacías de habitantes las localidades de Valdelagua, Torronteras, Hontanillas y Cereceda, que son en la actualidad pueblos totalmente desiertos, pueblos fantasmas sin más vecinos que los pájaros. Tampoco hay ya “bandás de pajaricos sueltos”, como llama Vicente Medina en su poema a los niños, en otros pueblos en los que todavía hay vecinos. Tal sucede, por ejemplo, en Olmeda del Extremo, Mantiel, Barriopedro, Oter, etc. que en el curso 1963-64 tenían, respectivamente, 26, 22, 21 y 18 escolares. Hoy en ninguno de esos lugares queda un solo niño.

La disminución es impresionante también en otros muchos pueblos. Así, Pe-ralveche ha visto descender el número de sus niños en edad escolar, durante la última década, desde 46 a uno sólo; Castilmimbre, desde 61 a tres; Renera, desde 45 a dos, etc. De los 143 pueblos de que consta la comarca de la Alcarria, sesenta y cuatro se han quedado sin escuela durante esos años por falta de alumnos. Los escasos niños existentes no están sin escolarizar gracias a la creación de itinera-rios de transporte escolar, que benefician a cerca de mil alumnos con 1.400 kiló-metros diarios de recorrido. Donde el transporte no ha sido posible se ha recurri-do a la concentración de esos alumnos en escuelas-hogar.

Sin embargo, hay algunos pueblos que protestan por estas innovaciones sin pararse a pensar que se implantan en beneficio de sus hijos, pues no es posible mantener abierta una escuela con tres o cuatro alumnos. Es cierto que la supre-sión de la escuela viene a ser el peldaño final en la escala regresiva de los pue-blos. Después del traslado del médico, del sacerdote, del secretario, etc., hasta ahora residentes allí, la desaparición del maestro supone la eliminación del últi-mo funcionario, con todo el complejo de inferioridad que ello acarrea.

Pero la disminución de la población escolar en toda la Alcarria, como en el resto de la provincia (sólo ha aumentado ligeramente en Iriépal, Taracena, Alba-late de Zorita, Almoguera, Mondéjar y Mandayona), obliga a esas supresiones de centros que a todos duelen y a pocos conforman. Cuando se lleven a efecto todas las clausuras y transportes proyectados, sólo quedarán en la Alcarria cuarenta pueblos con escuela. Aproximadamente un veintisiete por ciento de los centros escolares que había hace diez años. La situación es tan preocupante que no se sabe qué futuro nos deparará en lo educativo la creciente emigración.