Así trabaja la UME, en primera línea del fuego de la Sierra Norte

27/09/2025 - 19:20 Paco Campos

Antes de que el sol alcance su máxima fuerza, unidades del Primer Batallon de Intervención (BIEM 1), de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con base en Torrejón de Ardoz, ya llevan movilizadas varias horas en la Sierra Norte. La noche fue dura, pero ahora les toca a las aeronaves descargar su agua con una enorme fuerza, casi tan explosiva como la de las llamas, y completar el trabajo que, de forma conjunta, siguen desarrollando.

FOTOGRAFÍAS: MINISTERIO DE DEFENSA

Su llegada al operativo del incendio en Peñalba de la Sierra refuerza la respuesta ante un fuego que ha consumido cerca de 2.000 hectáreas y desafía las condiciones meteorológicas. La alerta se elevó a Nivel 2 por la intensidad de las llamas. Ellos forman parte de un dispositivo compuesto por 303 personas, 25 medios aéreos y 40 terrestres. La UME aporta no solo fuerza, sino capacidad técnica y logística especializada, fundamental en un escenario tan exigente. Sus 154 efectivos, con el apoyo de 53 medios, trabajan en la extinción, frenando el avance de frentes y evitando reactivaciones. Durante la noche, las unidades han realizado, entre otras misiones, el apoyo con autobomba a un fuego técnico junto con la Brigada de Refuerzo Forestal de Lubia (BRIFLUBIA) -Soria- y han continuado en misiones de ataque directo en los sectores que les han sido asignados. Por el día apoyan en las tareas que les sean asignadas por sus mandos. 

Los uniformes de intervención combinan rojo intenso con franjas amarillas reflectantes, un diseño pensado para destacar entre humo y ceniza y facilitar la detección por aeronaves y equipos en condiciones de baja visibilidad, incluso de noche. Los soldados avanzan con cascos rojos, rostros cubiertos de polvo y botas que pisan tierra calcinada, coordinados con bomberos forestales, brigadas autonómicas y Protección Civil. Cada movimiento busca cortar el avance del fuego y estabilizar perímetros críticos.

La UME no actúa solo como refuerzo. Es un cuerpo del Ejército español preparado para emergencias que superan la capacidad de los servicios locales, desde incendios y inundaciones hasta terremotos y otras catástrofes. En Peñalba, sus capacidades técnicas marcan la diferencia: aviones Canadair CL-215T y CL-415 descargan agua en zonas inaccesibles, cortafuegos y perímetros se abren y estabilizan rápidamente, y los equipos pueden operar de noche o en focos secundarios. La disciplina militar asegura relevos ordenados y un uso eficiente del equipamiento pesado.

El Pico del Lobo, la cota más alta de Castilla-La Mancha, presenta un terreno duro y los vientos que cambian del sur al suroeste pueden disparar las llamas sin aviso. En un claro, un pelotón de la UME traza zanjas defensivas: con azadas y batefuegos arrancan vegetación seca y remueven el suelo. La noche es muy oscura, cerrada. Solo es para los propios cánidos que dan el nombre a este macizo, las raposas, búhos y otras especies adaptadas; y para estos soldados que no parecen humanos, junto a las brigadas forestales del Ministerio de Transición Ecológica, los miembros del Plan Infocam de la Junta de Comunidades, bomberos forestales de Castilla y León y Comunidad de Madrid, y bomberos urbanos, incluidos los de Guadalajara capital.

A buen seguro que además habrá voluntarios y otros efectivos de otros cuerpos, pero la extensión es infinita como para que se puedan distinguir por sus uniformes entre la marea operativa. Ya de día, los helicópteros descargan agua y regresan a repostar. Cada acción está calculada, cada movimiento coordinado. La UME opera integrada con autoridades civiles y otros cuerpos de bomberos. Su presencia ha permitido restringir el acceso al Hayedo de Tejera Negra y reducir el tránsito en la Sierra Norte, asegurando el paso de los equipos y reforzando puntos críticos donde los medios locales podrían perder terreno.

Cuando el cielo rojizo cubre la ladera al mediodía, los soldados de la UME siguen avanzando: equipados, alerta, apenas visibles bajo cascos y máscaras, enfrentando humo, calor y viento. La realidad para ellos, y sus compañeros de lucha, es que es siempre de noche. La oscura niebla tóxica se apodera del paisaje. Solo hay luz cuando, de forma traicionera, brotan las llamas, cuando les esperan impasibles y les desafían a que sean sofocadas o cuando se divisan al horizonte. No es heroísmo grandilocuente, sino disciplina, entrenamiento y entrega.

Dentro de unos días quedarán cicatrices en el paisaje y combustión residual en el suelo, pero también la huella de la UME: un cuerpo especializado que se adentra donde la emergencia exige exactitud, resistencia y coordinación. Ese relato humano, invisible para muchos, resume la razón de su existencia: estar en primera línea cuando el fuego pone en jaque monte y territorio.