Barbie: ¿Y si el protagonista fuera Ken?
Greta Gerwig ofrece una comedia paródica y divertida con transfondo adulto al que quizás le sobre discurso y le falte reflexión.
No extraña en absoluto que en estos tiempos Barbie sea una película abiertamente feminista y que hasta abuse de términos como el de heteropatriarcado. Resulta coherente con su creadora, una Greta Gerwig que llega directamente desde el cine independiente y a la que complementa en tareas de guion su pareja y también cineasta independiente Noah Baumbach. Pero no son revolucionarias ni tan siquiera provocadoras la trama de la historia ni su subtexto.
Lo que sí resulta muy atrevido es el tono con el que deciden contar la historia. Barbie tiene el deseo de ser una producción abierta, puede que no para los niños más pequeños, pero sí para aquellos que ya empiezan a hacerse preguntas sobre la vida y, sobre todo, para los adolescentes y adultos. De ahí la apuesta por la parodia y hasta el exceso en algunos casos, e incluso la presencia de Will Ferrell o el divertidísimo Michael Cera. Se beneficia además del abrumador talento para la comedia y el drama que es capaz de desplegar una Margot Robbie que nunca decepciona y de la generosidad que demuestra Ryan Gosling a la hora de reirse de sí mismo.
Barbie se centra en... Barbie, una muñeca que vive en Barbieland, donde ellas todo lo dirigen y ellos, los Ken, están a su servicio. Barbie y el resto de Barbies, pues las hay de todos los tipos, profesiones y colores, vive feliz hasta que un día empieza a tener pensamientos ‘raros’, como la muerte, y a ocurrirle cosas horribles, como la aparición de celulitis. Descubre entonces que debe viajar al mundo real para encontrar a quien está jugando con ella y arreglarlo todo... Y un Ken falto de autoestima, como todos, la acompaña.
Esa última frase que parece casi prescindible, la de que un Ken la acompaña, resulta sin embargo lo más interesante de la historia. Lo más atractivo de Barbie no es que diga muchas veces la palabra patriarcado o que saque a señores haciendo cosas de señoros en el mundo real. Ni siquiera que las Barbies sean fuertes y empoderadas y estén a punto de idiotizarse al ser puestas delante de un macho viril, o que la junta directiva de Mattel, la marca de juguetes que fabrica Barbie, sea representada como un espejo paródico, una vez más, de las Barbies gobernantas en Barbieland.
Lo más interesante es sin duda Ken, la evolución del pobre e inepto de Ken, un tipo inseguro y ninguneado por la mujer a la que ama, incapaz de sentirse completo sin ella y que trata de compensar todo ese miedo con una apuesta total por la masculinidad tóxica y un sistema que le favorece. Es el viaje interno de ese Ken, su drama y proceso de crecimiento, lo que realmente resulta atractivo. Todo lo demás ya lo hemos oído y visto demasiadas veces. Una lástima que Greta Gerwig no le permita completar su viaje de forma solitaria/colectiva con el resto de Kens, porque de haberlo hecho habría cimentado aún más el discurso igualitario de la película, el de las personas que son autosuficientes porque se quieren y aceptan con sus imperfecciones y que saben que tienen derecho a ser amadas por lo que son, sin necesidad de grandes logros o cuerpos esculturales... Pero los tiempos son los que son, y aunque Barbie invita a reflexionar, lo que hace sobre todo es defender un discurso.
PD: No me extrañaría que Mattel potenciara en breve al bueno de Ken dentro de su línea de juguetes.