Con la 'Peña Escrita' en el recuerdo
Muy cerca de la Peña se pueden ver, marcadas en la superficie de la roca, con caracteres muy elementales, dos figuras enormes de humanoides: un hombre y una mujer.
Pueden ser veinticinco años, o tal vez más, los que hace que pasé por allí. Alguien me había hablado de que en tierras de Molina existía una piedra cargada de misterio. Me interesé por el asunto y muy pronto supe que el lugar en donde se encontraba la misteriosa plancha era Canales de Molina, un pueblo encaramado sobre los altos, junto a la carretera, a escasa distancia de la capitalidad del Señorío. En la mañana de un sábado decidí ir a verla desde la capital. Ciento treinta kilómetros de distancia cuando menos. Llegué a buena hora. Un anciano sentado a la puerta de su casa, don Rufino Benito de feliz memoria, me informó acerca de lo que yo iba buscando y se ofreció a acompañarme. Primero en coche y luego a pie, en un instante llegamos a lo que se conoce como la Peña Escrita.
Se trata de una losa tremenda, de cinco seis metros cuadrados de superficie, que sale al exterior recortada en triángulo. Se puede observar, plana en horizontal, debajo de otra mayor que la cubre. Toda ella se nos presenta marcada con unos signos extrañísimos, indescifrables hasta hoy, no atribuibles con exactitud a una civilización pasada, si bien, alguien ha llegado a suponer que se trata, como autores, seres de seres extraterrestres. Uno, que ni entra ni sale en el fondo de la cuestión acerca de su rigen, piensa que los que lo atribuyen al hombre del Neolítico, tienen casi todas las posibilidades de estar en lo cierzo. Allí se ven algo así como los contornos detallados de cascos guerrero con remate en forma de cruz, huellas de manos y de pies con solo cuatro dedos, trazados en herradura de diferentes tamaños, y un conjunto de formas imprecisas de las que cada uno puede pensar lo que libremente se le ocurra. Lo que sí parece cierto es que aquello nada tiene que ver con la civilización musulmana, a la que en la comarca popularmente se le atribuye, y mucho menos a periodos posteriores, pese a las floridas leyendas montadas en su entorno en el decir de la gente. Muy cerca de la Peña se pueden ver, marcadas en la superficie de la roca, con caracteres muy elementales, dos figuras enormes de humanoides: un hombre y una mujer. Son el moro y la mora, según me explicó el señor Rufino Se nota que en tiempos no demasiado lejanos, los pastores dañaron las figuras y las formas con instrumentos duros, sobre la ancha peña en el llano de la solana.