
Don Julián relata cómo fueron sus encuentros con el Papa Francisco y se suma a las oraciones por él
Con profunda tristeza, la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, encabezada por el Obispo Julián Ruiz Martorell, se une al duelo mundial por el fallecimiento del Papa Francisco, acaecido hoy. Don Julián comparte sus recuerdos personales y reflexiones sobre el pontificado del Sumo Pontífice.
"El 13 de marzo de 2013, saludábamos al Papa Francisco como nuevo sucesor de Pedro. Desde el primer momento nos impresionó su sencillez", recordó el Obispo Ruiz, quien tuvo la oportunidad de saludar personalmente al Pontífice en diversas ocasiones. "Siempre se mostró cordial, afable y espontáneo", describe, destacando la cercanía y naturalidad del Santo Padre.
A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco dejó una huella imborrable en el corazón de Don Julián y de millones de fieles. "Ha realizado muchos gestos conmovedores de cercanía. Su predicación siempre ha estado marcada por la proximidad, no exenta de hondura", reflexiona el Obispo, subrayando la capacidad del Papa para conectar con la gente y transmitir el mensaje del Evangelio de manera accesible y profunda.
Monseñor Ruiz destaca algunos de los aspectos fundamentales del magisterio del Papa Francisco, como sus viajes apostólicos, su profunda fe, su alegría contagiosa, su inmensa misericordia, su inquebrantable esperanza y su especial preocupación por las familias. También resaltó el camino sinodal impulsado por el Papa, "que significa caminar juntos en corresponsabilidad diferenciada, el diálogo y el discernimiento".
"Jesucristo Resucitado orienta nuestra mirada para que el ejemplo del Papa Francisco nos ayude a anunciar con alegría el Evangelio y a trabajar con generosidad al servicio de los más necesitados", expresa Don Julián, quien concluyó su comunicado elevando una oración: "Que la Virgen María le lleve de la mano al encuentro del amor definitivo".
La diócesis de Sigüenza-Guadalajara se une en oración por el eterno descanso del Papa Francisco y agradece a Dios por su vida y su misión, pidiendo que el Señor lo acoja en el abrazo de su eterna misericordia.