El Cercanías entre Azuqueca y Guadalajara, ¿el tren más lento del mundo?
Un día cualquiera de las últimas semanas. Hora punta. Universitarios del campus de Guadalajara esperan llegar a la última estación y coger un autobús que les lleve a la facultad. Pero algo pasa en el último tramo de la línea C2 de Cercanías.
Hora punta en el Cercanías. Numerosos estudiantes del Campus de Guadalajara de la Universidad de Alcalá (UAH) esperan en el andén de Alcalá de Henares para dirigirse a sus clases en la capital alcarreña. El tren es el medio de transporte público más utilizado por estos alumnos, dado que la comunicación entre la ciudad complutense y Guadalajara no tiene rutas decentes por autobús. Y aunque la estación de tren de Guadalajara no se encuentra en el centro de la ciudad, sí está bien comunicada por autobuses urbanos. Sin embargo, las escasas frecuencias entre ambas ciudades (se puede llegar hasta los 30 minutos hora entre tren y tren) y, sobre todo, la falta de cumplimiento de los horarios de Cercanías a primera hora del día, ponen a prueba la paciencia de los pasajeros.
Hoy, miércoles 5 de octubre, la situación es la misma. O peor. Porque desde hace un par de semanas, la distancia entre Azuqueca de Henares y Guadalajara, y viceversa, se ha convertido en el tramo más largo de toda la línea. Los 10 minutos que oficialmente tarda el tren en unir estas dos localidades se han duplicado. ¿El motivo? Se desconoce. Este medio ha contactado con Renfe, desde donde han sido derivados a Adif. Y del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias aún se espera la respuesta. El caso es que cuando el tren llega (en dirección Guadalajara) a la altura del McDonald de la calle Francisco Aritio, entra en una especie de Día de la Marmota. La velocidad se reduce hasta quedar prácticamente parado. Anteriormente, esto se producía cuando iba a cruzarse con otro vagón que salía desde Guadalajara. Porque, al parecer, dos trenes en sentido contrario, cada uno por su vía, es algo inviable para Cercanías Madrid. Pero ahora algo ha cambiado. A paso de humano –se ve gente andando por las aceras paralelas que avanzan a mayor velocidad–, el tren sigue en dirección a la estación de Guadalajara. Los pasajeros acostumbrados siguen a lo suyo, principalmente mirar el teléfono. Pero el viajante esporádico empieza a revolverse en su asiento. Mira el reloj, por la ventanilla, se levanta, coloca sus cosas y finalmente se dirige a la puerta de salida, donde permanecerá de pie, atónito, un par de minutos.
El problema no es sólo que un trayecto –el que hay entre Azuqueca y Guadalajara– que lleva 10 minutos se conviertan en 20, sino que los autobuses urbanos, que sí cumplen sus horarios, han abandonado ya la estación cuando los pasajeros del Cercanías llegan a la parada. Los que salen beneficiados, pues algunos taxistas, a los que recurren aquéllos que sí tienen prisa.
Se desconoce si existe algún problema en las vías o en las catenarias, pero está claro que algo sucede en ese tramo de salida y entrada a la estación guadalajareña. ¿Quizá las obras en el polígono de El Ruiseñor? Quién sabe. En la conversación de un grupo de pasajeros en el tren, uno de ellos asegura que entregaría con gusto los 10 euros de fianza si de esa forma Renfe Cercanías se tomase en serio a los usuarios. "Que se lo queden, en serio, y que lo gasten donde es necesario".