El Cristo renueva su fervor cada septiembre a través de una hermandad milenaria y ejemplar

10/09/2025 - 17:32 Paco Campos

Septiembre devuelve a Mondéjar el latido de una tradición que lleva más de dos siglos marcando la identidad del municipio. Las fiestas en honor al Santísimo Cristo del Calvario no son solo una cita en el calendario: son la referencia   emocional y cultural de todo un pueblo. La hermandad que custodia esta devoción, con casi 2.500 miembros repartidos entre hombres y mujeres, vuelve a volcarse en la organización de unos actos que combinan fervor, historia y vida comunitaria.


Felipe Martínez, presidente de la Junta de Hermandad, lo resume con una idea sencilla y poderosa: “Es algo que compartimos todos, pero que cada uno vive de forma íntima”. Esa dualidad -devoción colectiva y veneración personal- se percibe en cada gesto, en cada paso que dan los mondejanos para honrar al Cristo. “Entre tanta gente, siempre hay un momento entre el Cristo y tú”, insiste Juan Antonio López, vicepresidente de la hermandad.
    

Los actos litúrgicos se inician el 6 de septiembre con el septenario, un ciclo de homilías que ofician sacerdotes hijos del pueblo o invitados, y que se prolonga hasta el día 12. Es la preparación espiritual para la gran celebración, “para recibir al Santísimo Cristo del Calvario”, explican desde la Junta. El septenario no es un acto menor: “sin la devoción por el Santísimo Cristo del Calvario no tendrían lugar las fiestas ya que se celebran en su honor”, quieren remarcar.

El 13 de septiembre se celebra la procesión del traslado desde la ermita de San Sebastián hasta la iglesia parroquial. El momento culminante llega el 14 de septiembre, día grande, con la misa mayor y la procesión del Cristo en su carroza. Por la tarde, la imagen recorre la plaza acompañada de la ofrenda de los niños, que suben a la carroza en un acto cargado de simbolismo.
El ciclo concluye el 15 de septiembre con la misa por los difuntos, un homenaje a todos los hermanos fallecidos desde el 14 de septiembre del año anterior. “Es otro momento solemne, un recuerdo que forma parte esencial de nuestra identidad”, señala la hermandad.


Nada de lo que se vive en septiembre surge de la improvisación. La planificación comienza prácticamente al terminar las fiestas. “Desde febrero ya estamos con la pólvora, los permisos, los proyectos…”, detallan. Cada paso requiere orden y rigor, desde la contratación de la empresa pirotécnica hasta la restauración de las andas, que el pasado año llevó a cabo el taller Arte Martínez, o la preparación floral. Este 2025, además, se han incorporado cabezales tallados en las varas. “Son piezas que se van encajando una a una hasta que todo luce”, explica Juan Antonio.
     La hermandad también participa en otros hitos del calendario religioso, como la Semana Santa -donde colabora con la Hermandad del Nazareno- o la romería del Día de la Madre. Todo confluye en septiembre, cuando se activa un engranaje que moviliza a cientos de personas. Y no solo mondejanos: la devoción se extiende a vecinos de localidades cercanas y a quienes, por vínculos familiares, han hecho suyo este culto.


El Cristo del Calvario trasciende la imagen tallada en 1955, que este año cumple 70 años. Antes hubo otra, desaparecida en la Guerra Civil, probablemente del siglo XVII. “Por encima de la imagen está la fe”, subrayan los responsables de la hermandad. Esa fe se transmite de generación en generación y se expande más allá del municipio: “Todos los mondejanos somos un poco misioneros; llevamos esta devoción a quien no la conoce”, apunta Felipe Un testimonio vivo de la fuerza de una tradición que no se impone, sino que se contagia.

El ritual adquiere su máxima emoción cuando la imagen entra en Mondéjar bajo el arco de la villa, inaugurado en 2019. Allí se detiene, se canta el himno -compuesto por Casimiro Rivera, mártir en la Guerra Civil- y resuenan los vítores: “Es un momento muy especial, de los más bonitos”, confiesan.