El día después de las elecciones gallegas


Quiero pensar que tenemos un “plan”. Y diréis que soy un iluso, o que yo mismo debería de saberlo, pero la verdad es que después de lo ocurrido en las elecciones gallegas, me encantaría saber que mi partido, por el que siempre lucho y defiendo tiene un plan. De lo contrario la ansiedad crónica que me dejó la pandemia va a terminar conmigo. Y os lo digo en serio.

Después de tantos años militando en este partido y con importantes cargos de responsabilidad tanto institucional como orgánica, he atravesado por multitud de situaciones, de estados de ánimo, de dificultades, pero también de muchas y grandes alegrías viendo que la política, hecha desde la cercanía y la humildad de la gente socialista nos ha llevado a conseguir importantísimos logros. Y todo se ha conseguido, no sin dificultad, a base de conseguir sumar muchas empatías, desde las de los militantes de base como las de una sociedad en la que hemos sido referente mayoritario, en la mayoría de las ocasiones.

Lo que parece claro es que, después del peor resultado en la historia de las elecciones gallegas, algo no está funcionando bien. La excesiva mediatización de un complejo tema llamado “amnistía”, difícilmente comprendido por la sociedad que vive fuera de Cataluña, salvo que seas militante socialista de los que el concepto ideológico pasó a segundo plano, nos está perjudicando mucho, nos está enfrentando mucho y fuera de Cataluña hay muchas dificultades para entenderlo.

Y sí, me diréis que si no se gobierna en España le dejamos al PP y VOX la posibilidad de hacerlo. O no.

El ciclo político es algo que llevamos escuchando mucho tiempo. Hoy estás abajo y mañana estás arriba. Hoy lo vemos todo rojo y mañana todo azul, o al revés. Pero es que empiezo a pensar que lo ocurrido en Galicia puede ser el principio de ese cambio de ciclo que al PSOE nos puede llegar a pillar desarmados, de fuerza y de espíritu.

Nos cuesta llegar a la juventud con políticas y mensajeros o mensajeras frescas, con más participación, con ilusión, motivación… Nos encerramos demasiado en nuestros “círculos” y no hacemos por entender lo que la gente joven quiere. Esto también podría valer para otros sectores de población que no entienden el por qué de las cosas que hacemos, porque nadie se las explica bien, o porque lo hace desde el balcón de la confrontación y el ruido.

Y cuidado, que tenemos un tremendo ejército de “peones” en todos nuestros pueblos, más pequeños o más grandes, que tenemos que saber mover, motivar y ayudar al máximo. Esos peones se desgarran entre calles empedradas, sin casi farolas, con dificultades para depurar sus aguas y con un montón de dificultades para encarar administrativamente los retos de gestión de sus pueblos. Alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas que tampoco entienden de “amnistías”, y que buscan hacer todo aquello por lo que el PSOE de hace 145 años nació: igualdad y justicia social.

El PSOE, desde mi punto de vista, debería mover esos “peones” como si fueran “alfiles”, abrazar a todas las capas sociales que conviven con nosotros, para hacernos útiles ante sus necesidades y volver a conformar mayorías solventes, esas que estamos perdiendo irremediablemente, no solo nosotros, si no toda la izquierda “efímera” que formó parte de la solución política de este país durante estos últimos años. Y ahora ya, ni están ni se les espera.

El PSOE de ahora tiene que cambiar. Las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina y, o hay un giro urgente, o volveremos a dejar de ser referentes para la mayoría.

Y ahora, ¿qué opinión tenemos de Emiliano García-Page?

El PSOE se encuentra en una encrucijada decisiva. Es imperativo pensar en retomar el rumbo perdido y volver a las raíces que han definido al partido a lo largo de su larga historia. La lección de Castilla-La Mancha nos recuerda que es posible recuperar la confianza de la sociedad y la militancia si se apuesta por una política basada en la escucha activa, la cercanía con la ciudadanía y el compromiso con la igualdad y la justicia social.

Reflexionemos y entendamos la política como esa oportunidad que nos da la ciudadanía para cambiar la vida de la gente. Pero hagámoslo defendiendo el territorio, desarrollando el presente, trabajando para el futuro, abrazando la justicia social y sumando a quienes quieran trabajar por este proyecto sin exclusión, sin dedazos y volviendo a fortalecer este partido como durante tanto tiempo lo hemos hecho, y así ganar elecciones para seguir transformándolo.

Quizá así esto tenga alguna solución.